La protección del lobo detiene el descenso de los daños al ganado
La consejería pagó 2.472 indemnizaciones durante 2022, más que el año anterior por primera vez desde 2017, en el primer año de protección total
La intervención de la Comisión Europea y la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, en la polémica sobre la protección del lobo, ha abierto un nuevo escenario sobre la protección de este depredador. La Comisión ha abierto una dirección de email para recibir información de los daños que causan los lobos. Hasta el día 22 de septiembre recopilará datos para valorar si debe relajar la protección de la que goza la especie.
Y es aquí donde comienza el nuevo escenario en la confrontación, que hasta ahora era a tres bandas: el Ministerio de Transición Ecológica, que a finales de 2021 impuso una protección total para el cánido en todo el territorio nacional que impide la aplicación de planes de gestión autonómicos como el del Gobierno asturiano; el propio Ejecutivo de Adrián Barbón, que ha llegado a enfrentarse a nivel judicial con el ministerio para poder mantener su plan de gestión, que incluía retiradas de animales especialmente conflictivos -en particular, machos excluidos de manadas que actúan como oportunistas con el ganado y que suelen hacer estragos en explotaciones donde cuando consiguen entrar actúan con un frenesí que no se corresponde con la actuación de caza de las manadas-, y los propios ganaderos, que han visto cómo la confrontación entre la Administración nacional con las autonómicas ha supuesto, en la práctica, que el problema se agrave para ellos.
Ahora, el Principado cuenta con nuevos datos que hay que sumar al debate. Uno, fundamental, que tras pasar más de un año completo de prohibición de la aplicación del plan regional de gestión del lobo, los daños a la ganadería se han incrementado, si bien ligeramente, respecto al último año en que sí se podían retirar ejemplares y gestionar la población del cánido, 2021.
En 2022, con los datos ya cerrados, se produjeron 2.742 daños (ataques del lobo a ejemplares individuales de ganado) comprobados a los que la Administración autonómica ha tenido que responder con las indemnizaciones previstas (esto es, se trata de ataques contrastados). Por primera vez desde 2016, los daños crecen entre un año y el siguiente, pasando de los 2.456 abonados en 2021 a los antes mencionados 2.472. Es aproximadamente un 1% más, por lo que cabe más hablar de estabilización en los daños que de incremento, mientras que las manadas contrastadas en 2021, que ascendían a 43 (37 de ellas con reproducción confirmada durante dicho año) son la cifra más alta detectada en la región desde el inicio de la aplicación del Plan de Gestión del Lobo.
Es más, y para poner las cosas en su contexto. En 1986 había en Asturias 20 manadas de lobo controladas por la Administración regional, de las que 16 se reproducían, y se llegó a bajar incluso a un mínimo histórico en 1995, con 16 manadas en total y solo 12 reproductoras. La aplicación del Plan de Gestión del Lobo del Principado, compatibilizado con una labor de concienciación a los ganaderos sobre el respeto a la biodiversidad hizo que durante este siglo se haya venido elevando el número de manadas hasta superar las 40 por primera vez en 2017. Ese año, los daños declarados por los ganaderos fueron 3.638, por encima de los 3.459 del año anterior, pero lejos del máximo de declaraciones (no todas ellas admitidas como veraces) del siglo, que tuvo lugar en 2014, cuando se denunciaron 4.556 ataques, de los que 836 habían sido a ganado bovino; 581 a caprino; 1.654 a equino, y 1485 a ovino, además de tres ataques a perros pastores.
Los datos con los que se cuenta permiten aventurar que la cifra de manadas en 2022 habría sido similar a la de 2021, si bien el impedimento por parte de la Administración central de aplicar el plan de gestión supuso también un inconveniente para los conteos y control de las manadas de cánidos presentes en el territorio asturiano. Todo ello, mientras la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, considera que «la concentración de lobos en algunas regiones europeas se ha convertido en un peligro real para el ganado y, potencialmente, también para los seres humanos», por lo que insta a las autoridades nacionales y autonómicas a tomar medidas que limiten los ataques.
