«El campo precisa armonización fiscal y normas claras, no corsés»
«El ciudadano debe saber que su poder reside en el carro de la compra y que con él tiene una enorme capacidad de transformar y resolver problemas»
Ha sido síndico del Valle de Arán entre 2007 y 2011 y desde 2019 hasta que en octubre pasado la ministra para la Transición ... Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, lo situó al frente del área que ha de consensuar las políticas destinadas a recuperar la cohesión territorial, en la dura pugna contra el despoblamiento de las zonas rurales. Ser síndico del Valle de Arán, una zona coronada por la estación de esquí de Baqueira y tan a caballo entre España y Francia como Andorra, proporciona una perspectiva proactiva de lo que puede ser una zona rural diversificada. Afirma que «estamos ante un momento crucial para muchas zonas rurales que tienen un claro síntoma de agotamiento poblacional. Hay que reaccionar y hacerlo con rapidez».
–Ha dicho que el de la despoblación es «un combate a medio y largo plazo» en el que «una década no será suficiente». ¿Podemos establecer prioridades en ese combate?
–Por supuesto, hay que priorizar territorios y políticas. La primera es devolver la funcionalidad a los territorios que la hayan perdido; la segunda, retener a los jóvenes y las mujeres, y la tercera, desarrollar proyectos que estructuren los procesos socioeconómicos. Evidentemente, además, debemos tener territorios conectados, algo que doy por hecho ocurrirá, con servicios y con la capacidad de generar ecosistemas que impulsen y desarrollen la inteligencia territorial.
–Usted ha sido presidente de la Asociación Española de Municipios de Montaña. Dé pistas a los concejos asturianos.
–Yo he impulsado la idea de generar redes territoriales, el desafío es tan grande que no se le puede hacer frente en solitario. Las zonas de montaña deben, necesitan, tener reconocida una singularidad y su propio 'libro blanco'. Sin duda es el desafío más difícil del Reto Demográfico. Por ello, hay que prestar especial atención a estos territorios. De ello hemos hablado con el comisionado del Principado, Jaime Izquierdo, y juntos vamos a trabajar para definir e impulsar una estrategia que él ya tiene diseñada. A su vez, respecto a las protecciones ambientales, debemos hacer mucha pedagogía y hacer comprensible la idea de que sin gestión territorial no habrá biodiversidad. Si queremos hablar de demografía debemos hablar también de socioecología, porque no podemos separar las personas de los territorios. Sin las comunidades que gestionan estos territorios, el futuro de nuestros valles y de nuestras ciudades será muy incierto.
El mercado y las aberraciones
–Ante el vaciamiento del campo español se dice que 'es el mercado, amigo'. ¿La España vacía se cae por su propio peso?
–Lo que cae por su propio peso es la idea de la España 'producto de mercado'. La sociedad cada vez es más consciente de los riesgos climáticos, ambientales y ahora especialmente, tras la pandemia, de los riesgos de la salud. El mercado no puede ser el valor absoluto. Las mayores aberraciones de la historia se han hecho en nombre del mercado. La política está para buscar los equilibrios y embridar la economía para ponerla al servicio de las personas. Con las lógicas territoriales ocurre lo mismo, es necesaria la política para establecer los equilibrios demográficos y un principio de cohesión territorial que recoge la Constitución.
–Usted parece apuntar muy directamente a Asturias cuando dice que hay territorios «que han sido utilizados de una forma muy sectorial, con el monopolio de un único modelo productivo», en referencia al carbón. ¿Cómo reinventaría usted a Asturias?
–Si el territorio tiene una orientación sectorial, ya sea la minería, el turismo o una determinada industria, las crisis, que inevitablemente llegan, son letales. No hay una receta única y cada territorio debe buscar su propio horizonte de desarrollo. Por eso, es imprescindible hablar no solo de inversiones, sino también de proyectos estructuradores para generar un nuevo paradigma de desarrollo. En este sentido, creo que la oportunidad que tenemos en este momento es única. El mecanismo de recuperación, el acompañamiento del Instituto de Transición Justa y las políticas de Reto Demográfico pueden abrir nuevos horizontes para estas zonas. A estas posibles alternativas debemos acercarnos de la mano de las comunidades locales y por ello el trabajo de participación ciudadana es clave en estos procesos. En Europa hay ejemplos de transformaciones muy radicales tras la desaparición de actividades sectoriales intensas, con resultados muy positivos.
–El campo pide una fiscalidad adaptada, una armonización fiscal y menos burocracia.
–Totalmente de acuerdo. Hay que adelgazar los marcos normativos, necesitamos menos corsés y normativas más claras y coherentes. Hay que pedir, en general, un esfuerzo para hacer posible la simplificación y aplicar a todas las nuevas leyes la lupa de la despoblación para evaluar su impacto demográfico. Además, estamos trabajando en un estatuto para los pequeños municipios y queremos abordar una ley que ayude a garantizar la cohesión territorial. La fiscalidad es un vector importante y, es cierto, necesitamos un marco con un grado razonable de armonización fiscal. Pero no solo es una cuestión fiscal, debemos habilitar más herramientas para facilitar el emprendimiento rural y evitar que el proceso de iniciar un emprendimiento requiera que cerca del 50% de la energía utilizada deba destinarse a resolver temas administrativos.
–La cobertura de internet...
–...es una prioridad absoluta. Habrá y ya se han destinado importantes cantidades a resolver los problemas de conectividad. La tecnología es el gran aliado para combatir la despoblación. El Gobierno es consciente de que la conectividad es clave. Y añado, en la medida de lo posible, con infraestructuras que sean públicas.
–Faltan muchas cosas para hacer del campo cantábrico un remedo de lo que es hoy el campo francés, en el que se miran mucho los asturianos del rural.
–Sí. Francia es un buen ejemplo en muchas de las cuestiones relacionadas con la gestión de la ruralidad, pero no olvidemos que los 'chalecos amarillos' fueron una manifestación del inconformismo rural. Estamos en un tiempo nuevo: tras las grandes crisis llegan cambios profundos en las sociedades, y estoy convencido de que el mundo rural va a salir reforzado. Pero debemos concienciarnos de que somos los habitantes del mundo rural los primeros que debemos creer en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, en nuestros territorios. Debemos empezar por ganar la batalla en nuestros propios corazones. Luego vendrá lo demás.
–La pandemia ha servido para concienciar sobre la importancia del consumo de proximidad. ¿Es una moda pasajera?
–No, hay cambios que han venido para quedarse, nos va el futuro en ello. Además, el Gobierno acaba de asentar las bases para facilitar la venta directa de los productos de proximidad y de los pequeños productores. Es un paso largamente reivindicado que ya es una realidad. Ahora debemos hacer crecer la conciencia social de aquel eslogan: 'Somos lo que comemos. Y por tanto, que cada ciudadano sepa, entienda, que su poder reside en el carro de la compra y con él tiene una enorme capacidad de transformar y resolver muchos de los problemas que nos aquejan.
–¿Puede resurgir el turismo rural de proximidad?
–Debemos crear un nuevo paradigma. El objetivo ya no es el consumo, el objetivo es la experiencia y la felicidad que nos genera. Necesitamos autenticidad y esa autenticidad está en lo rural, donde residen las culturas ancestrales que nos conectan con lo que fuimos. Creo que nuestra sociedad huye cada vez más de lo prefabricado, de la satisfacción instantánea del consumo fácil. En ese cambio reside la oportunidad, el reto es saber formular esas nuevas propuestas del turismo de lo auténtico.
–Moal y Asiegu son las primeras 'aldeas modelo' de Asturias. ¿Son una buena idea?
–Ese es el camino, comunidades empoderadas que trazan su hoja de ruta y desarrollan un modelo propio, porque saben quiénes fueron, quiénes son y qué quieren ser. En Europa hay ejemplos, pero lo importante es saber gestionar, como dice Jaime Izquierdo, esa 'retroprogresión'. La innovación es muy importante y en ella deberemos basar buena parte de los ecosistemas de desarrollo, pero sería un suicidio olvidar los conocimientos y la experiencia de generaciones que han gestionado estos territorios con un grado de eficiencia extraordinaria.
–¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades que percibe en el entorno rural de Asturias?
–Tiene un potencial que está muy alineado con las nuevas tendencias y, por tanto, habrá oportunidades en el futuro inmediato. Debemos trabajar para mejorar la accesibilidad y la conectividad territoriales. Dicho esto, me quedo con la hospitalidad asturiana y un paisaje que la convierte en un lugar único.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión