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El Sella se llena de canoas

A pesar de no haber Piragües, fueron muchos los que ayer se lanzaron al río. Hubo «pena», pero también ganas de folixa con amigos y familiares

ana ranera

Domingo, 9 de agosto 2020, 02:26

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El ambiente ayer en la ribera del Sella era distinto, aunque el calendario de este verano se empeñara en afirmar que era un día más. Por mucho que este sábado de agosto no se celebrara el Descenso Internacional del Sella, era inevitable para los asiduos a la cita sentir la melancolía al ver su río sin el bullicio habitual de estas fechas. Fueron muchos los que quisieron conmemorar el día de alguna manera y se lanzaron al agua sobre sus canoas para intentar paliar, aunque solo fuera un poco, la falta de folixa, carreras en el agua y una jornada que solía acabar entre vencedores y vencidos.

Desde hacía tiempo, las empresas de la zona especializadas en el descenso recibían reservas para este día y la buena afluencia que se auguraba ya quedó demostrada, a primera hora de la mañana, en las inmediaciones de los establecimientos, donde se congregaban asturianos y turistas dispuestos a lanzarse al agua en una fecha tan señalada.

En Canoas Ribadesella, el día comenzaba con un trasiego que no dejaba tiempo para que sus trabajadores se tomaran un respiro. Acababa de arrancar su día grande y los colores de la bandera del Sella y la indumentaria tradicional se habían colado también dentro de su local. «Hice pulseras con los colores y también nos pusimos pines en la ropa. Quisimos conmemorar el día de alguna manera», contaba Susana Gutiérrez, responsable de Canoas Ribadesella, a quien tampoco le faltaban ni el chaleco ni el espíritu festivo.

Aunque en su empresa afrontaban la jornada con «pena» por las circunstancias, podían celebrar que tanta gente se hubiera animado a hacer el descenso. «Tenemos el día completo. Este verano está viniendo mucha más gente de la que venía normalmente otros años», explicaba Gutiérrez.

Vídeo.

Y una imagen valía más que mil palabras. El río estaba salpicado por los colores de las embarcaciones que recorrían el agua entre la calma y la alegría que regalan los chapuzones voluntarios y también los inesperados que propicia la corriente. Reinaban ayer, sobre todo, los visitantes venidos desde distintos puntos de España, algunos incluso llegados a la tierrina por la ilusión de hacer el descenso. «Ha venido mucha gente de fuera de Asturias, principalmente, andaluces y madrileños», contaba Susana Gutiérrez.

Era ese el caso de Marta Moriana, quien descansaba junto a sus amigos en una de las márgenes del río. «Hemos pinchado», bromeaban. Ellos llegaron al Sella ayer de casualidad, pero algo de ilusión les hizo cuando se enteraron de que lo bajarían en una fecha tan especial. «Cuando planeamos el viaje no sabíamos si el Descenso era este fin de semana o el pasado, pero al final nos coincidió», contaba la barcelonesa maravillada con el verdor que rodea al Sella. «Es una pasada», se le escapaba antes de intentar desencallar en la orilla.

En los chiringuitos que esperan a los palistas en la ribera del río, sonaba la música y el ambiente animaba a pararse, contemplar el paisaje y descansar los brazos un rato de tanta agotadora actividad. Allí Rosa Sandoval aprovechaba la hora de comer para reposar un rato mientras disfrutaba de su bocadillo con unas vistas privilegiadas. «Hemos venido desde Madrid a pasar el fin de semana adrede para hacer el descenso», aseguraba, y no le estaba defraudando en absoluto: «Es muy tranquilo y tiene partes muy divertidas», resumía en su descanso.

Se sucedían, mientras tanto, en el agua, los choques de canoas, entre carcajadas, algún que otro salto desde las rocas y las competiciones entre grupos de amigos para ver quién llegaría antes. Algunos se quedaron a medio camino, tras el puente de Toraño, y otros aguantaron remando hasta Ribadesella, aunque este sábado de agosto el final no fuera sinónimo de meta ni de aplausos, pero dejaba en todos el buen sabor de surcar el río el día en que debería haber sido el Descenso Internacional del Sella.

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