La lluvia no puede con la procesión del Ecce-Homo

Al filo de las nueve de la noche, los fieles, con la vela en una mano y el paraguas en la otra, aguardaban expectantes para saber si el Ecce-Homo recorrería su camino habitual de todos los años, desde la capilla de La Soledad hasta la iglesia de Santa María.

Finalmente, llegó la decisión afirmativa del cura de la capilla, Pedro Tardón Muñoz, y los miembros de la cofradía cargaron el Santo a hombros, no sin antes cubrir la imagen con un plástico para protegerlo de la lluvia, medida que hacía décadas que no se tenía que llevar a cabo.

Las emociones estuvieron a flor de piel durante todo el recorrido. Los miles de devotos, muchos entre lágrimas, siguieron al Ecce-Homo en su camino hacia la iglesia en completo silencio, alterado únicamente por la lectura del Santo Rosario que retumbó en los altavoces colocados por toda la localidad y que todos los presentes rezaron al unísono.

Los pocos vecinos que no siguieron el paso desde la calle, lo hicieron desde sus ventanas, también decoradas con velas y con imágenes del Ecce-Homo.

Aunque con paraguas, los noreñenses no abandonaron la procesión abarrotando las calles. Cada vez más gente se unía. El Santo llegó intacto a la iglesia de Santa María donde se celebró la Santa Misa cantada por el Orfeón Condal.

El Ecce-Homo pudo con la lluvia y un año más, miles de devotos acompañaron al Santo.