La inflación obliga a subir 30 céntimos el precio de la sidra con «buena aceptación»
El precio del vidrio ha subido un 100% y los corchos lo han hecho hasta dos veces en los últimos meses, además de la energía y el gasoil
Los costes de producción elevan el precio de la sidra. Y del café, la caña de cerveza y la copa de vino. Consumir cualquiera ... de estas opciones en un establecimiento hostelero de la región es, de media, unos veinte céntimos más caro que en el verano de 2019, el último sin que el término 'coronavirus' monopolizara las conversaciones. La invasión de Ucrania y la subida del precio de la energía y los combustibles no han hecho más que prolongar «una situación de la que ya no sabemos qué esperar», resume Gustavo Costales, de Sidra Frutos, una sensación compartida por llagares y hosteleros de todos los ámbitos.
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No solo las bebidas –con las azucaradas a la cabeza por el impuesto que las grava– han incrementado su precio en los últimos meses. Los bolsillos también dan cuenta de un encarecimiento generalizado que incluye el kilo de harina o el litro de aceite y «que nos afecta a todos en muchos ámbitos», advierte Tomás Borge, al frente de la sidrería gijonesa La Fueya de Tomás.
En esta pluralidad está, precisamente, una de las particularidades de la situación de este 2022, pues la botella de sidra ha subido 30 céntimos de media, lo que ha tenido «buena aceptación», valora Alberto Rodríguez 'Berto', de El Ferroviario, donde la sidra natural tradicional cuesta ahora 40 céntimos más que hace tres años. El responsable de la sidrería ubicada en el corazón de Gascona explica que «lógicamente, a nadie le gusta que le cuesten las cosas más, pero esta vez el debate no lo monopoliza que sea la sidra lo que se encarece», explica. «Porque no ha subido solo la sidra, es que ha subido todo», completa Borge, donde este verano la sidra de escanciar cuesta ahora entre 50 y 20 céntimos más –en función de si tiene denominación de origen protegida o no– que antes de la pandemia.
El costo de vida, es decir, el precio de los bienes y servicios que los hogares consumen, ha aumentado. Y no es algo anecdótico. «Hay productos que en los últimos tres meses han subido hasta tres veces. La garrafa de aceite de 25 litros ha subido 40 euros», pone de ejemplo el responsable de La Fueya de Tomás. De hecho, la situación actual se engloba dentro de lo que en términos económicos se denomina 'inflación reptante', es decir, aquella que se caracteriza por una elevación leve pero persistente en el nivel general de precios.
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Subidas constantes
Los llagares también repercuten la subida generalizada. «El precio del vidrio ha subido un 100% y los corchos lo han hecho hasta dos veces en los últimos meses», revela el responsable de Sidra Frutos, Gustavo Costales, al tiempo que enumera también la carestía del cartón, el gasoil, el detergente y la luz. «Los gastos anuales de un llagar pequeño han aumentado entre 20.000 y 30.000 euros con respecto a antes de la pandemia», arguye, incidiendo en que lo inestable de la situación ya se prolonga demasiado. «Lo que hicimos en pandemia fue resistir y tirar como podíamos, con envíos a domicilio y adaptándonos, como todos, a lo que parecía que no iba a durar más de tres o cuatros meses», recuerda el llagarero, que ahonda en que los problemas siguen tres años después.
Ahora no se ha frenado el consumo, pero los costes de producción «se han disparado», incide el también llagarero Tino Cortina, que tiene claro que «repercutir tal incremento en el precio es un disparate». «Y hablamos de consumo, si la situación sigue así, es imposible que la gente mantenga el ritmo», lamenta el responsable del llagar Frutos.
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