Transición Ecológica pide que se identifique a los asturianos más vulnerables al cambio climático

En la pandemia el Ministerio para la Transición Ecológica ve argumentos que justificarían acelerar su plan contra el calentamiento global. La COVID y el cambio climático «han sido socialmente valorados como amenazas demasiado abstractas y lejanas. Sin embargo, global no significa que ocurra lejos, sino que puede expresarse en cualquier parte», explica. Entre las «varias lecciones» a extraer de las últimas semanas está que «una adecuada preparación ante los riesgos evita que nos sobrepasen y limita los impactos sufridos cuando llegan los episodios de crisis», abunda. Conservar los «sistemas naturales sanos nos proporciona protección contra las zoonosis, como la COVID-19», abunda.

Con esas explicaciones arranca el borrador del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030, documento que acaba de ser puesto a consulta pública. El departamento que rige Teresa Ribera dibuja una hoja de ruta que, mediante 81 líneas de actuación, se extiende como mancha de aceite para ampliar los sectores y rincones de la Administración implicados en la batalla climática.

Parte de las medidas consisten en discernir mejor qué partes de la región y grupos de población sufrirán más si se confirman los pronósticos de subida de temperaturas, mar y lluvias torrenciales. El ministerio entiende que la vulnerabilidad está marcada por variables «como la edad, el nivel educativo o el nivel de ingresos, las condiciones laborales, físicas, que limitan la capacidad de respuesta ante los impactos». Identificar quién lo puede pasar peor «permite que las acciones orientadas a la reducción de la vulnerabilidad puedan establecer acciones específicas para esos grupos».

Lo mismo vale para el territorio. «Las montañas tienen tipologías de riesgos e impactos específicos, como también ocurre en las zonas rurales y las islas», expone el borrador. De ahí que inste a las comunidades autónomas a elaborar mapas de riesgo más detallados.

Transición Ecológica anima a mirarlo todo con los ojos del calentamiento global, un proceso que, por ejemplo, «va a tener importantes consecuencias en el sector de la caza y pesca continental» por el avance de «nuevos patógenos y especies exóticas invasoras, desajustes poblacionales» y redistribución de los animales por el país. Para anticiparse a esos cambios, el ministerio ultima una futura Estrategia Nacional de Gestión Cinegética.

No será la única novedad. «Los diferentes planes, normativas y estrategias que afectan al sector de la agricultura, la ganadería, la pesca, la acuicultura y la alimentación deberán ser revisados y actualizados para integrar la variable del cambio climático». indica. También los del turismo.

Los planes para la recuperación del urogallo o las estrategias para preservar el oso pardo cantábrico deberán ahora analizar cómo les afecta el clima. El ministerio madura un Plan de Acción de Educación Ambiental Sostenible que promueva estilos de vida más ecológicos en la escuela. También se anima a «capacitar» a quienes viven en zonas inundables y con riesgo de incendio, para que sepan cómo pueden prevenir estos episodios.