Escala en una ciudad dormida
Los pocos comercios que recibieron abiertos al pasaje del ‘Braemar’ aprovecharon la única visita de cruceros prevista para este año
Jesús González
Lunes, 26 de mayo 2014, 11:57
El único crucero previsto para este año en la ciudad desembarcó ayer en una ciudad de domingo. Los más de 700 turistas, en su mayoría de nacionalidad británica, que viajaban a bordo del Braemar, se encontraron ante un Avilés apenas sin gente por las calles solo se animaron en la maniobra de despedida a las seis de la tarde y con unos pocos comercios abiertos.
«Era algo que esperábamos. Así que nos dedicamos a conocer un poco la ciudad. Nos ha gustado mucho su arquitectura, y el parque», afirmaba David Fox, que junto con su mujer Christine eran dos de los más jóvenes pasajeros del crucero. «En el barco todos andan ya por los setenta...», afirmó ella con una sonrisa.
Ambos habían participado en una de las dos excursiones a pie organizadas por la naviera y que recorrieron el casco antiguo, con paradas incluidas en una confitería y una sidrería del centro de la ciudad para probar la gastronomía local.
Ambos grupos, junto a las decenas de cruceristas que desembarcaron en torno a las ocho y media de la mañana en el muelle Sur de la dársena San Agustín, eran la mayor muestra de actividad por las calles del centro de la ciudad durante las primeras horas de un domingo que prometía un día soleado. «Está un poco fresco, pero por lo menos nos hace sol», apuntó Christine Fox al respecto del clima que se encontraron en su escala.
Su presencia fue aprovechada por los pocos comercios que decidieron abrir sus puertas para tratar de dar la bienvenida a los visitantes. «Pensamos en la sensación de tristeza que te da cuando llegas a una ciudad en la que los comercios están cerrados», apuntó la comerciante Clementina Fernández, del establecimiento de modas Distrito 12, uno de los pocos que decidieron atender a los turistas británicos. «La verdad es que nos ha ido bien la iniciativa», añadió.
Ante la escasez de comercios abiertos, ella decidió animar un poco el ambiente e instalar algunos maniquíes en la acera para llamar la atención de los turistas. Y la idea se tradujo en unas buenas ventas que le harán repetir la experiencia en próximas escalas. «A lo mejor para la próxima ocasión se animan otros».
Carteles en inglés
Otra de las que también se aventuró a renunciar al descanso dominical fue Marte García, de la tienda de perfumería y cosmética Marsal. «Yo puse una mesa en la calle con un cartel de bienvenida en inglés y les daba a probar los tratamientos a las mujeres que se acercaron. Con el idioma no es que anduviera yo muy desenvuelta, pero al final te haces entender», explicó acerca de su experiencia con las pensionistas británicas que acabaron llevándose alguno de sus tratamientos. «Ha merecido la pena, al menos por mi parte. La gente ha respondido», señaló acerca de las ventas.
Lo cierto es que la escasa oferta comercial propició que el grueso de los cruceristas regresaran al buque en torno a las doce y media del mediodía para comer, y ya no volvieran a descender para dar un paseo por la ciudad. «Lo único que hemos encontrado abierto ha sido el Burger King», lamentó Joel Regalado, uno de los 374 tripulantes del buque que, como también es habitual, acostumbran a tomarse unas horas para conocer la ciudad y realizar unas compras. Aún así, tanto él como otros de sus compañeros no abandonaron Avilés decepcionados.«Es una ciudad bonita, apuntaba Leo Aberin ante el asentimiento de Cesar Iguin.
Ahora, a la ciudad no le quedará más que esperar a la próxima escala, ya el próximo año.