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Gran Hotel. El edificio de Emile Robín no ha perdido su esencia, aunque el entorno ha sufrido una transformación radical.
Del Imperial al Gran Hotel

Del Imperial al Gran Hotel

La entidad deja su sede de La Muralla, en el antiguo café, para alojarse en el número 5 de Emile Robín, en otro inmueble de la época más esplendorosa de Avilés

C. DEL RÍO

Lunes, 8 de diciembre 2014, 00:45

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Culminado el proceso de integración bancaria hace un año y medio, el Banco Santander acomete ahora en Avilés el de reagrupación inmobiliaria. La oficina principal de la entidad en la calle de La Muralla, en el histórico edificio del antiguo Café Imperial, se traslada. Eso sí, lo hará a apenas doscientos metros y a otro inmueble que supura historia por los cuatro costados. Se trata del ocupado hasta ahora por la oficina de Banesto, en el número 5 de la calle Emile Robín, y que luce desde hace tiempo el logotipo del Santander en ventanas y decoración interior.

El Santander opta, así, por mantener su oficina de referencia en un inmueble mítico de la ciudad. Dos minutos a pie separan ambos edificios que tienen en común un siglo largo de historia de la que fue la más próspera de las épocas de Avilés.

De ambos edificios solo se conserva la fachada, puesto que el interior fue completamente remodelado. El que fuera el Café Imperial, en la calle de La Muralla, data de finales del siglo XVIII. Su etapa más popular coincidió con la instalación en su bajo del local hostelero durante treinta y tres años desde 1900, en competencia con el Café Colón que se situaba justo enfrente.

Como contaba el historiador y colaborador de este periódico, Alberto del Río, en uno de sus 'Episodios Avilesinos', aquellos cafés representaban la modernidad de la época. En El Imperial actuaban tonadilleras y cupletistas con acompañamiento orquestal, mientras el Colón ofrecía sesiones de cine amenizadas con música de piano en directo.

El Imperial tenía en carta exóticos productos como la cerveza 'La Estomacal de Mahón' o vinos de Burdeos y de la afamada tertulia que allí se daba cita salieron alguna de las propuestas con mayor recorrido en la sociedad avilesina. La verbena anual conocida como 'La Batelera', por ejemplo, y la fundación de una biblioteca pública, que sería la Biblioteca Popular Circulante.

Clara idea del tipo de local que allí había es la publicidad del momento. El Imperial se anunciaba como «sitio céntrico, amplio local, ventilador eléctrico con aparato productor de ozono para que la atmósfera esté siempre pura... En Barcelona, en una sala mecánica-médica, cobran cinco pesetas por una hora de aspiraciones oxigenadas... en este café, por veinticinco céntimos, se puede pedir un café riquísimo, agua filtrada, seis periódicos diarios, tres ilustrados, biblioteca, teléfono y aspiraciones oxigenadas de la misma clase que en una sala médica de Barcelona, sin limitar el tiempo de aspiración... Increíble, pero verdad».

En 1933 el café, con parte del esplendor perdido, cerró sus puertas y las abrió una entidad bancaria. Desde entonces, ese bajo siempre ha estado arrendado por un banco.

El número 5 de Emile Robín es un edificio construido por Armando Fernández Cueto en 1917 para albergar el Gran Hotel. Fue una de las últimas obras de un maestro de obras autodidacta al que Alberto del Río también ha dedicado uno de sus artículos.

Calificado por él como uno de los más prolíficos creadores de la época, Fernández Cueto asumió el proyecto hotelero encargado por Ceferino Ballesteros, convirtiéndose desde el principio en uno de los más emblemáticos de la ciudad. El inmueble ha durado mucho más que el hotel para el que se creó, que cerró mediada la década de los veinte. Como curiosidad, el precio de la habitación era de quince pesetas diarias y, según la prensa de la época, «solo reconoce rival en dos o tres capitales de la Nación».

LA VOZ DE AVILÉS, el 15 de agosto de 1917, reflejaba que «todo en él es soberbio el trazado y construcción», emplazado en la «parte más vistosa y amplia del Avilés moderno, sobre el Parque y el Muelle local, dominando hermosos panoramas y pasando a su vera el tranvía de vapor y el trazado del eléctrico próximo a ser construido». No hay que olvidar que a lo largo de su historia Avilés siempre ha mirado a la ría y el Parque del Muelle era uno de los lugares más populares de paseo y ocio.

El próximo viernes, día 12, el Banco Santander cerrará de forma definitiva sus puertas de La Muralla para entrar el lunes 15 en las del Gran Hotel como huéspedes de pleno derecho.

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