Soria tiene un problema; Avilés, dos
José María Urbano
Jueves, 18 de diciembre 2014, 18:38
El ministro de Industria, José Manuel Soria, se parece cada día más al Berrinches, ese mítico compañero de clase que todos tuvimos en el colegio y que cada vez que era pillado en un renuncio y se le pillaba en muchas ocasiones fruncía el ceño y se pasaba la jornada echando la culpa a los demás. Siempre tenía una disculpa para todo. Soria lleva repitiendo su misma cantinela desde el mismo día en que surgió el problema de Alcoa, cuando la multinacional anunció, por escrito, que debido a su fracaso en la subasta eléctrica, se disponía a presentar un expediente de despido colectivo para sus 900 trabajadores de Avilés y La Coruña.
En ese momento todo el mundo de la industria básica de este país reaccionó de forma unánime contra la política de un Ministerio que acababa de inventarse una subasta eléctrica que, analizada desde cualquier punto de vista, es un dislate. Sólo así cabe interpretar un modelo que condena a las grandes industrias a tener que pasar por las horcas caudinas de una subasta eléctrica cada año, es decir, justo lo contrario que necesita cualquier economía, hasta la más simple, la doméstica, para prever una mínima planificación a un año vista. Habrá que ponerse en el lugar de una multinacional en la que la energía eléctrica supone nada menos que el 40% del coste de su actividad productiva. Debería ir el ministro Soria a una de las reuniones del consejo de administración de una de estas empresas, Alcoa sin ir más lejos, a ver qué apunta él para elaborar un presupuesto mímimo para el ejercicio siguiente y nada digamos sobre realizar una previsión de inversiones a medio o largo plazo.
Lo malo de todo esto es que si Soria tiene un problema, el de la revuelta y la crítica de toda la gran industria de este país, sin distinciones, Avilés tiene dos. Por un lado, la constatación de que este Gobierno al que pertenece José Manuel Soria carece de política industrial, como ha denunciado la patronal siderúrgica a través de un durísimo comunicado, algo inusual por su contundencia, que en otras circunstancias, posiblemente en otro país, hubiese servido para que el ministro se plantease su renuncia o alguien decidiese su cese. (Unesid aglutina a 46 empresas siderúrgicas, que exportan el 66% de su producción, da empleo a 60.000 personas y facturan en su conjunto 13.000 millones de euros).
Y si Soria es el primer problema para Avilés y Asturias cuando hablamos de la subasta eléctrica, el segundo se llama Alcoa. Este periódico viene manteniendo desde el primer día que surgió el conflicto que la multinacional norteamericana no ha sido clara con esa subasta eléctrica, y la sensación que ha dado es que con su fracaso conseguía una buena disculpa para hacer público su indisimulado objetivo, vaticinado hace tiempo, de cerrar en Avilés y La Coruña, bajo la disculpa del coste de la energía y de una obsolescencia tecnológica de la que ella es la única responsable.
Ir a la subasta, ganarla, y presentar un plan industrial de futuro nos ayudaría a aliviar al menos el segundo problema que tiene planteado esta ciudad y esta región.