La falta de autocrítica y reflexión en el PSOE
José María Urbano
Jueves, 4 de junio 2015, 19:22
Ningún partido de los que han obtenido representación en el Ayuntamiento de Avilés ha hecho un ejercicio de autocrítica sobre los resultados de las pasadas elecciones locales, tomando como ejemplo, buen ejemplo, el análisis interno realizado por Foro Asturias, del que ayer se hablaba en estas mismas páginas.
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El PSOE, vencedor de estos comicios una vez más, obtuvo el pasado 24 de mayo el peor resultado de su historia en Avilés, dejándose nada menos que casi 4.000 votos respecto a la anterior convocatoria de 2011. Apenas se ha escuchado a nadie, ni dentro del partido, ni al equipo de Gobierno saliente, ni tampoco al entrante, una reflexión sobre lo sucedido, más allá de alguna generalidad para cumplir con el trámite del día después.
Nadie en el PSOE ha reflexionado sobre el impacto que ha podido tener en esa pérdida de confianza de una parte importante del electorado cuestiones que, a la vista de los resultados, han podido tener un peso significativo en esa desafección. Nadie ha hablado, por ejemplo, de otro año en blanco en las grandes infraestructuras de comunicación. Ni en el papel desempeñado en el Centro Niemeyer, en donde se pasó de mártires en septiembre de 2011 a resignados poco después; a apresurarse a desmarcarse de unos gestores por los que se había apostados ciegamente poco antes; y de ahí, a asistir, no sé si complacientes, pero desde luego sí consentidores de una gestión bajo mandato socialista en la consejería de Cultura y en el Patronato que no ha sido capaz de devolver el éxito, el apoyo ciudadano y la rentabilidad en términos económicos y de proyectos de futuro que se había conseguido para esta ciudad incluso antes de inaugurarse el centro. Es cierto que la imputación de la alcaldesa, sin recorrido alguno desde el minuto uno lo mismo que la imputación en el caso del agua, hizo mucho daño, a ella misma y al partido, que se quedó sin candidata, por mucho que luego se intentara vestir de otra forma. Nadie ha reflexionado sobre la incapacidad de guardar en el cajón proyectos como el de la Isla de la Innovación. Ni sobre los silencios impuestos ante la falta de apuestas del Gobierno regional en aspectos como el de la Ronda Norte o la Escuela de Arte, que salió en el BOPA el último día antes de las elecciones. O sobre el parking del Niemeyer, que sigue cerrado. No se ha reflexionado sobre el impacto en los votos que pudo tener el conflicto con las familias gitanas en La Luz y en Llaranes, y no porque no se estuvieran haciendo las cosas más o menos bien, sino por un celo en esconder el trabajo que se estaba realizando que en algunas ocasiones rozó el ridículo.
Tampoco se ha oído nada respecto a lo que ha sucedido en el área de Cultura, en donde la programación de Avilés, de alta calidad, le ha dado oxígeno al Centro Niemeyer, mientras el teatro Palacio Valdés y la Casa de la Cultura cada día tienen menos actividad. Por no hablar de ese control atosigante que durante estos cuatro años han padecido entidades de todo tipo, que se han visto invadidas por la maquinaria de propaganda municipal simplemente porque han recibido una subvención. No se ha hablado de la situación que se vive en la Policía Local, en donde un reducido grupo de agentes han conseguido trasladar a la opinión pública una imagen distorsionada de ese cuerpo, pero en el que anidan comportamiento cuasi mafiosos, con una serie de irregularidades que se han consentido durante estos años, con expedientes que duermen todavía hoy en algún cajón del Ayuntamiento y que, según todos los indicios, ya están prescritos, mientras se consiente que el Sindicato, el SIPLA, campe a sus anchas.
Es cierto que la gestión en servicios sociales ha sido, en general, modélica. Avilés es un ejemplo hoy a nivel nacional e internacional, aunque alguno de los nuevos inquilinos del Ayuntamiento no se haya enterado todavía. El equipo de Gobierno consiguió sacar adelante los presupuestos, programar unas buenas fiestas y crear ambientes propicios para la ciudad, atender las necesidades en enseñanza y en general sacar adelante cuatro años sin mayores sobresaltos. Sí, seguramente se podrían poner encima de la mesa muchos más logros. Y también habrá otros aspectos ajenos que habrán influido en el resultado.
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Pero, de cara al futuro, si no se tienen claros primero todos los aspectos en los que se ha fallado, mal se podrá echar a andar un nuevo mandato.
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