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Pilar Varela se despide como alcaldesa

José María Urbano

Miércoles, 10 de junio 2015, 18:02

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Pilar Varela se despide en las próximas horas como alcaldesa de Avilés, el puesto de máxima autoridad de la ciudad que ha ostentado durante los últimos ocho años. El tiempo de los balances de su gestión y la de sus equipos se ha realizado al término de cada mandato, en la antesala de las elecciones locales, por lo que en la hora del adiós se impone acercarse también un poco más a la persona.

Candidata a la alcaldía de rebote, fue la sustituta de la persona designada por el partido,Belén Fernández, que optó por retirarse a las pocas semanas de hacerse oficial su nominación. Lejos de acomplejarse por esa circunstancia, se puso manos a la obra, salió a la calle y se la ganó. Poca gente discute hoy que fue ella la gran artífice del triunfo socialista en 2007. Su cercanía, su disposición a hablar con todo el mundo, su calidez con las personas la hicieron ganadora en votos y en el aprecio general.

No precisó de ningún curso acelerado para saber por dónde se entraba al Ayuntamiento y cómo era su funcionamiento. En el plano administrativo lo conocía todo, por su condición de exconcejala de Hacienda. En el ámbito social, sus raíces y su militancia juvenil activa le añadían un plus de sensibilidad hacia las personas más desfavorecidas, algo que ha mantenido hasta el último momento en las políticas que ella ha dirigido al frente de su equipo.

Su primer mandato estuvo marcado por la obsesión de gobernar sin sobresaltos, de forma que no se perdiera ninguna fuerza ajena a lo que era la construcción de un Avilés que estaba sufriendo una importantísima transformación en todos los aspectos, con el Centro Niemeyer como gran proyecto, que de alguna manera culminaba aspectos cruciales como el de la recuperación de la ría o el casco histórico. Defendió su gobierno con IU hasta el límite y eso provocó una grave crisis dentro de la agrupación socialista en donde Pilar Varela siempre estuvo en la más absoluta soledad, y se llegó al punto de hablarse de provocar su cese, aunque ya se sabe que estas cosas son difíciles de concretar. La alcaldesa ganó el pulso a su partido y su imagen fue ganando enteros ante la sociedad avilesina, lo que hizo que nadie discutiera su liderazgo a la hora de encabezar la candidatura de 2011.

Los últimos cuatro años empezaron de la mejor forma imaginable: la inauguración del Centro Niemeyer. La alegría duró poco. Simplemente hasta el mes de septiembre de ese año. No hace falta incidir más en lo que se conoce sobradamente. En este proceso sufrió sobre todo la soledad, ella frente al Gobierno de Foro y ante un consejero de Cultura que durante los tres primeros días tuvo prohibido cogerle el teléfono. Por tratar de salvar el proyecto estuvo dispuesta a sacrificarlo todo, hasta las personas en las que ella misma había confiado para la gestión del centro. Son muchas las personas que hoy coinciden en que se precipitó por no haber distinguido la abismal diferencia que existe entre una irregularidad y un delito.

El día que LA VOZ DE AVILÉS desveló en su primera página, a cinco columnas, que el juez del caso Niemeyer la iba a imputar en cuestión de horas empezó su calvario como alcaldesa y como persona, más que por ella misma, por su gente. Por sus padres fundamentalmente, personas de edad que no entendían qué había hecho su hija para que la imputaran nada menos que por tres presuntos delitos. Los que conocían la historia de verdad del Niemeyer sabían que aquello no tenía ningún recorrido. Lo mismo cuando se la imputó por el caso Aquagest. Recorrido cero. Pero el primer caso sirvió para que no pudiera optar a un tercer mandato como candidata que tenía más que asegurado. En el segundo, ayer mismo, la jueza ha vuelto a dejar claro que en el Ayuntamiento de Avilés no hay caso del agua, aunque alguno haya basado casi por entero sus cuatro años de trabajo en tratar de encontrar el mínimo resquicio por el que meterse. Chafados, una vez más

Con Pilar Varela hubo un comportamiento político obsceno por parte de gente que todavía no ha pedido disculpas. Con ella saltó por los aires la presunción de inocencia y fue sustituida por la presunción de culpabilidad. Política de bajos vuelos, en suma.

La alcaldesa que está a punto de despedirse deja, como todos los políticos, una gestión en la que también hay cuestiones que quedan en el aire. Grandes infraestructuras sin concretar veremos el recorrido de la Ronda Norte, política de empleo en el Ayuntamiento bastante cuestionada en algunos aspectos, y a última hora la certeza de que existen problemas muy graves en la Policía Local en un reducido grupo de agentes con un sindicato, el SIPLA, que ha hecho una campaña feroz en contra de la jefatura del cuerpo, tarea en la que su secretario, Jesús Villa, parece haberse movido como pez en el agua. Pilar Varela se va sin aclarar si los numerosos expedientes abiertos a agentes de policía han prescrito por haberse metido en los cajones.

De los aciertos de su gestión también se ha hablado, aunque si hubiera que resumirlo en uno, seguramente ése sería el de la atención a las personas más necesitadas, una obsesión de esta alcaldesa, resuelto de forma sobresaliente. Y un ejemplo dentro y fuera de Asturias.

Con Pilar Varela se va la primera mujer alcaldesa de Avilés, un hito en la lucha permanente por los derechos y la igualdad de la mujer. Se va una persona muy formada, conocedora como pocos políticos de la Administración. Y se va, sobre todo, una persona íntegra, afable y cercana que en todos estos años puso todo su empeño y todo su esfuerzo en conseguir lo mejor para su ciudad.

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