Edificio central de oficinas y almacenes de Los Telares en el polígono de Las Arobias..

Los gestores tendrán que responder por un concurso 'culpable'

Un documento público, exigido por Julián Rus el 28 de noviembre de 2014, fijó el compromiso de Gryphus Partners de afrontar la deuda y reflotar la empresa

JOSÉ MARÍA URBANO

Jueves, 25 de junio 2015, 00:12

Los gestores de Los Telares hasta hace un par de semanas, pertenecientes a sociedades del fondo de inversión suizo Gryphus Partners, tendrán que responder ante un concurso de liquidación de la empresa que nadie duda que será calificado, tanto por el administrador concursal como por el Ministerio Fiscal, de 'culpable'.

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Tras la calificación del concurso, una vez admitido por la jueza, se abrirá un plazo de alegaciones al que podrá presentarse cualquier persona que se haya visto afectada por la marcha de la empresa, es decir, trabajadores, proveedores o arrendatarios, o cualquier otra persona o entidad perjudicada. Nadie duda de que será un proceso largo.

Lo que tampoco nadie duda es que la calificación será de concurso 'culpable', lo que implicará que los gestores tendrán que responder de todo lo que han hecho durante estos meses al frente de la compañía. Un solo dato, desvelado por LA VOZ DE AVILÉS el 9 de mayo pasado, podría ser ya suficiente para esa calificación de 'culpable' y no fortuito. La salida de la caja y de las cuentas de la sociedad 'Julián Rus Cañibano S. L.' de 400.000 euros, que fueron a parar a la cuenta de la sociedad de compra Appaloosa Investiments S. L., puede ser considerada «fraudulenta». Y ello porque esa sociedad nunca podría haber cobrado antes por su gestión que los trabajadores, proveedores y arrendatarios.

Pero es que además, en el contrato de compraventa firmado el 28 de noviembre de 2014 por Julián Rus y el fondo suizo Gryphus Partners ante notario, elevado por lo tanto a documento público, se dejaban claros una serie de aspectos que resultarán claves también para esa calificación de concurso 'culpable'.

En ese contrato se estipulaba la compraventa de las acciones por un euro, condicionada temporalmente a una serie de requisitos que deberían cumplirse para oficializarla más adelante. En aquella firma Julián Rus cedía todos los derechos políticos de sus acciones y a la vez Gryphus Partners le hacía renunciar a cualquier responsabilidad como gestor, quedando solo en la empresa como asesor.

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Pero a la vez, en ese contrato firmado ante notario, se establecía que los nuevos gestores se comprometían a dotar a la sociedad de los fondos necesarios para afrontar las deudas que tuviera contraídas la empresa -deudas que estaban perfectamente contabilizadas-, acordando además las partes que los ingresos que se obtuvieran por la actividad comercial serían destinados a afrontar el calendario de pagos que había quedado establecido en el concurso de acreedores y al pago de cualquier otra cantidad adeudada a terceros. Finalmente, el contrato recogía que la nueva sociedad gestora tenía capacidad financiera suficiente para pagar esas deudas y para sacar adelante la empresa.

De lo que ha trascendido hasta ahora se deduce que los nuevos gestores empezaron a tener problemas con los proveedores, que llegaron a retenerles en el puerto de Bilbao los pedidos de ropa de temporada, según señalaron ellos mismos. Posteriormente, comenzaron a dejar pendientes una serie de cantidades a los trabajadores, pagas extraordinarias y mensualidades, a la vez que iniciaban una «carrera de obstáculos» que desencadenó las protestas de la plantilla, en forma de manifestaciones y huelgas, con la adopción de una serie de medidas que lo único que hicieron fue enrarecer más el ambiente: despido disciplinario de Víctor Álvarez León, vigilancia jurada, problemas de Julián Rus para acceder a su despacho, y por parte de ellos la denuncia de un intento de agresión sufrida por algunos directivos. Finalmente los mismos gestores presentaron el concurso de liquidación.

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