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Ignacio García, director de Kijote Kathakali.
«El Kijote Kathakali es toda una experiencia visual y sonora»

«El Kijote Kathakali es toda una experiencia visual y sonora»

Director teatral

C. DEL RÍO

Viernes, 15 de julio 2016, 04:48

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Ignacio García ha dirigido muchos espectáculos teatrales y líricos, pero nunca había profundizado en el kathakali, procedente del sur de la India y declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Un año de trabajo después, se encuentra fascinado por un código ancestral y preciosista en el que un personaje como don Quijote encaja a la perfección. El 'Kijote kathakali' es una coproducción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, donde se estrenará la semana que viene, la Casa de la India y la Compañía Margi de Trivandrum (India) en conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y los sesenta años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e India. El 29 de julio se representará en el Centro Niemeyer (22.30 horas, 25 euros) y después irá a Olite, Valladolid y Madrid. De momento, porque muchos países de América ya han mostrado interés en acoger el espectáculo.

¿Cómo es el teatro kathakali?

Es teatro danza muy ritual. Procede del sur de la India y se basa en gestos muy precisos, en movimientos faciales y de las manos que expresan lo que piensan, sienten y dicen los personajes. Y ha habido que traducir 'Don Quijote' dentro de ese código.

Que no ha debido de ser nada fácil.

Pues no. Es un diálogo intercultural, una traducción de algo tan propio de nuestro patrimonio como el Quijote y nuestra literatura del siglo XVII a otra diferente, que es también del mismo siglo. Es un diálogo entre la herencia cultural hispánica y la india, entre las que hemos tenido que encontrar puntos de conexión. Usamos muchos elementos de la tradición kathakali, pero con un lenguaje contemporáneo.

¿Cuáles son los puntos de conexión?

El kathakali se concibió para representar historias religiosas y grandes leyendas, pero todas ellas tienen un componente mítico que también está en don Quijote porque es un personaje con una misión que cumplir: la de restablecer la justicia en el mundo y pelear contra las injusticias -que se lee muy bien desde la India-, las peleas, las batallas, la fascinación por Dulcinea... También la reflexión sobre la identidad de un personaje que se vuelve loco y ya no sabe si es Alonso Quijano o don Quijote. Son dos elementos muy reconocible para ellos.

¿Cómo ha sido el proceso de trabajo?

Llevamos trabajando en este Kijote un año. Durante todo este tiempo de trabajo con la Compañía Margi hemos leído el Quijote por separado y juntos, con viajes entre la India y España. Hemos buscado los capítulos que funcionaban dentro de ese código kathakali y que aguantan la transformación que sufren los personajes dentro del vestuario, que es impresionante, con un maquillaje de horas, muy rico y elaborado.

Esta experiencia ha sido algo nuevo en su extensa trayectoria.

Ha sido un año fascinante, un auténtico trasvase cultural. El proceso de construcción de espectáculo ha sembrado una semilla en todos nosotros. Tengo claro que no volveré a ver un teatro gestual igual a este. He vivido la veneración con la que trabajan cada gesto y también ellos se han impregnado de la manera occidental de entender el espectáculo, la palabra y el ritmo. Ha sido una gran experiencia intercultural. La combinación de la música barroca española e india, las imágenes, los texto en español y malayalam, el idioma en el que cantan y actúan.

¿Y qué tal se le da al castizo don Quijote hablar malayalam?

Bien. Es una experiencia distinta. Al oírlo en otra lengua se valora más el tono en el que se dice texto, la gestualidad. Al no entender esa lengua extraña se valoran más el resto de elementos. Pero al final uno se entera de la historia y la esencia es la misma.

¿Reconocería el público la obra si no supiera cuál es?

Sí. Cuando ves a dos señores caminando a caballo, uno de ellos con lanza, y dos personajes que hacen de molinos, te das cuenta aunque usen un código diferente para representarlo. El teatro katakhali es muy hipnótico. Son historias de siete u ocho horas que aquí hemos reducido a una hora y media muy amena y seguible. Hay imágenes que lo completan y ayudan al público a entenderlo. No habrá ningún problema de comprensión y sí una fascinación por conocer otra teatralidad distinta que está contando una historia que conocemos de otra forma.

Los personajes se maquillan en función de su naturaleza. ¿De qué color es don Quijote?

De diferentes colores. La cara es verdosa con reflejos blancos, dorados y porta una corona que pesa siete kilos. Son como esculturas en movimiento. Para quien no lo ha visto nunca, es toda una experiencia visual y sonora.

Usted firma la dramaturgia y dirección. ¿Cuál ha sido la principal dificultad?

Abrir la mente de todos nosotros. Entender que las verdades teatrales no existen. Son convenciones que se instalan durante años, décadas y siglos y que dependen de un lenguaje común que se acepta, pero que hay otras maneras de explicar el amor, la rabia y la muerte y no debemos obcecarnos en nuestra manera de entender las cosas.

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