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Un estudio vincula la contaminación del aire con el tamaño y la salud de los bebés

Un estudio vincula la contaminación del aire con el tamaño y la salud de los bebés

Los nacimientos prematuros se incrementan cuando la madre vive en zonas industriales o de mucho tráfico

RUTH ARIAS

Jueves, 4 de agosto 2016, 08:16

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Los bebés miden al nacer alrededor de 50 centímetros, y suelen pesar entre 2,5 y 4 kilos. Su tamaño es variable y depende de muchos factores, desde el genético hasta el nutricional. Ahora, un estudio realizado en la comarca de Avilés acaba de añadir otro agente más: la contaminación atmosférica. La investigación ha sido realizada por la Universidad de Oviedo y se enmarca dentro del proyecto Inma (Infancia y Medioambiente), y en ella también participan grupos de otras regiones españolas, como Guipúzcoa, Valencia y Sabadell, en Barcelona. Comenzó a realizarse en el año 2004, y desde entonces se ha seguido a cerca de 2.500 mujeres y a sus hijos, unos 450 de ellos en la comarca avilesina.

Lo que se ha observado es que aquellas madres que vivían o pasaban mucho tiempo en entornos muy contaminados tenían más partos prematuros que el resto, y sus hijos eran de menor tamaño. «Los bebés pesan menos cuanto más cerca están del foco contaminante», explica la investigadora Adonina Tardón, responsable del grupo asturiano. Las diferencias pueden no parecer demasiado notables, pero lo son si se trasladan a la escala de un recién nacido. Los niños procedentes de entornos más contaminados miden alrededor de un centímetro menos de media y pesan unos 30 gramos menos que los que no están expuestos a contaminación atmosférica.

Esto, que podría quedarse en un dato meramente anecdótico, no es baladí. «Los partos prematuros se asocian a mayores problemas de salud, y un menor tamaño también repercute, dificulta el desarrollo y el crecimiento sobre todo durante el primer año de vida», expone Tardón.

Los científicos han estudiado diversas sustancias contaminantes, y han observado que esta asociación entre la contaminación y el menor tamaño de los recién nacidos se da cuando hay presencia de dióxido de nitrógeno y también de benceno. La primera es peligrosa durante todo el embarazo, mientras que la segunda es especialmente perjudicial en el último trimestre. Estas sustancias proceden tanto del tráfico como de la actividad industrial. «Aunque, en promedio, los niveles no sobrepasan los límites establecidos en la legislación europea o las propias recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, un porcentaje importante de mujeres respiraron durante sus embarazos, niveles por encima de esos límites», señala el coordinador del estudio, el valenciano Ferrán Ballester, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria en la Comunidad Valenciana.

Los niveles más altos de contaminación se encontraron en Valencia y en Sabadell. En la primera, más del 40% de las mujeres embarazadas habían estado expuestas a atmósferas con más de 40 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico, el valor límite anual que marca la Unión Europea. En Avilés ocurría que la población estudiada pertenecía tanto a núcleos urbanos próximos a industrias como a concejos más alejados de las mismas, lo que permitió percibir muy bien las diferencias entre los resultados de unas familias y otras.

Pero no todos los problemas vienen por las sustancias contaminantes que emiten los vehículos, las calefacciones y las distintas industrias, sino también de los que se generan en el propio hogar, con el tabaco como protagonista principal. «Cuando la madre es fumadora, todos estos efectos se multiplican», señala Tardón. Esto se puede saber a ciencia cierta, ya que algo más del 17% de las madres asturianas que participaron en el estudio declararon fumar durante el tercer trimestre de embarazo.

Enfermedades respiratorias

Los efectos de la contaminación en los bebés, no obstante, no cesan tras el nacimiento, sino que se arrastran durante toda la infancia, y demuestran tener una gran influencia en el desarrollo de los sistemas respiratorio y endocrino. «Se nota mucho en las infecciones respiratorias de vías bajas», indica Tardón. Los niños más expuestos a la contaminación durante la gestación y, posteriormente, durante sus primeros años de vida, sufrieron más episodios de bronquitis de repetición. «Es un factor de riesgo para luego desarrollar asma», expone la investigadora.

La mitad de los niños estudiados había sufrido alguno de estos procesos de repetición y requerido tratamiento con broncodilatadores antes de los dos años de edad. Pero los análisis continúan en el tiempo. El equipo encargado de la parte asturiana del estudio ya ha completado los análisis de los niños a los ocho años de edad, y «ya estamos encontrando asma», cuenta Tardón.

Con los datos en la mano, los expertos advierten de la necesidad de tomar medidas para reducir la polución atmosférica, no solo a las autoridades, sino al conjunto de la población. «Mejorar la calidad del aire que respira toda la población es un reto para la sociedad», considera Ballester. «Estamos viendo que provoca problemas de salud y, al final, esto implica un mayor gasto sanitario», apunta la investigadora asturiana.

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