Borrar
Los jóvenes estudiantes epistolares de quinto curso del colegio Villalegre posan en el patio del colegio.
Amigos de puño y letra

Amigos de puño y letra

Recuperan las misivas de siempre en un proyecto colaborativo que les permite desarrollar destrezas de lectura y escritura

M. PICHEL

Domingo, 16 de abril 2017, 00:58

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En tiempos de la inmediatez, del 'guasap', del 'facebook', la espera por una carta puede resultarle un hastío, un asunto de la prehistoria a un niño, integrante de la generación de los nativos digitales. Coger un papel, un boli, y ponerse a escribir es una actividad en desuso. Y sin embargo, para los estudiantes de quinto de Primaria de los colegios públicos Poeta Juan Ochoa, de La Luz, y Villalegre, se ha convertido en algo natural y divertido. Se cartean entre ellos. Los separa el parque que media entre ambos barrios, pero los une una relación epistolar. Son amigos de puño y letra.

Encabezamiento. Firma. Postdata. Dirección. Remite. Los pequeños y aplicados estudiantes de ambos colegios se conocen al dedillo la estructura de una carta. Como dice la directora del Poeta, Loles del Campo, se trata de conseguir que todas las actividades dentro del aula «sean funcionales». «Si aprenden algo que usamos, le ven sentido». Claro que, con móviles e internet la clave radica en mostrarles esa utilidad. «Por ejemplo, les explicamos que aún hoy, para dirigirse a la Administración, es necesario hacerlo por escrito, y de una manera formal», indica. Tan bien lo aprendieron, que incluso enviaron una carta a la concejala de Educación, Yolanda Alonso, para solicitar una fuente para el patio con la que poder rellenar sus botellas.

El programa de la asignatura de Lengua Castellana de quinto cuenta entre su temario con 'la carta'. Así pues, qué mejor que desarrollar destrezas de compresión y expresión lectora y escritora, mientras aprenden algo útil. Y, a su vez, recuperan una tradición que a ellos les parece tan lejana. «Decidimos contactar con un colegio próximo, sin que el alumnado supiera dónde», describe Loles, y el más cercano, atravesando el barrio y el parque de La Luz hacia el sur, es el vecino de Villalegre. Escriben cuatro cartas al año: «En la primera hacen una presentación, se describen físicamente, el cole, el barrio; la segunda, en diciembre, es una postal de Navidad; la tercera, en carnaval, va antroxada. Es un trabajo cooperativo, que comparten». Les queda la última, y juntarse para presentarse físicamente. «Aunque muchos ya se conocen, porque son vecinos de edificio, o participan en alguna actividad juntos», explica la directora. Además, durante todo el año se escriben con el mismo compañero, por lo que el conocimiento mutuo se ahonda.

Cuatro clases

«Hacemos una presentación. Decimos lo que nos gusta...», informan Elena, Catalina, Xuan y Darío, de 5ºB del Colegio de Villalegre, quienes se escriben con los de 5º del Poeta. Carla, Lydia, Hugo y Daniel, de 5ºA, se escriben con los de 5ºB. Son cuatro clases las que se ponen en marcha, siguiendo las huellas de los niños de cursos pasados, y cimentando la relación futura. «Por ejemplo, en Carnaval nos contamos de qué nos disfrazamos», responden a coro; sus disfraces de Gargamel, de pitufo, de Campanilla... Las cartas también muestran vistosos dibujos.

Admiten que les resultó un tanto novedoso ponerse manos a la obra con una actividad «tan antigua», aunque había quien ya la había puesto en práctica. Así como hacerlo con quienes son prácticamente sus vecinos de al lado: «Al principio pensábamos que sería más lejos». Ellos prefieren el 'guasap', o el correo electrónico, aunque la mayoría no tenga aún teléfono móvil. «Es algo muy antiguo», confiesan con toda la naturalidad, «sí, casi prehistórico», se ríen, «¡de los tiempos de Franco!».

Una de las cosas que menos les gusta de las cartas caligrafiadas es la espera, sobre todo, para ver qué les cuentan sus nuevos amigos en la misiva de respuesta, mientras imaginan qué les puede parecer lo que ellos escribieron. Y de lo que dicen, lo que más les gusta son los deportes, desde el fútbol a la natación, al ciclismo, el voleibol, el kárate, el tiro con arco... La cordialidad, el buen ambiente, el aprender casi como si fuera un juego, marcan el paso en su nueva relación epistolar.

A veces, también cuesta tener que descifrar algunas letras un poco más complicadas que otras, porque que tire la primera piedra quien no tenga una caligrafía muy personal. Ellos son todo sinceridad, pero al final se trata de eso, de aprender a comunicarse y eso implica saber situarse en el lado del otro, porque no hay nada más íntimo que la escritura a mano para transmitir un pensamiento.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios