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Nevel interacciona con los usuarios del Ría de Avilés y los alumnos del Palacio Valdés ante la mirada de la psicóloga Inés Jiménez.

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Nevel interacciona con los usuarios del Ría de Avilés y los alumnos del Palacio Valdés ante la mirada de la psicóloga Inés Jiménez. M. A.

El Alzheimer, con ojos de niño

El Centro de Día 'Ría de Avilés' abre sus puertas al alumnado del Palacio Valdés | El equipamiento estrena con este colegio un acercamiento con el que pretende «sensibilizar» y dar a conocer los recursos públicos

C. DEL RÍO

AVILÉS.

Miércoles, 23 de octubre 2019, 01:22

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Tenían un conocimiento básico bastante aceptable acerca de la enfermedad de Alzheimer, sobre la que habían estado trabajando en la clase de Naturales, pero ahora el alumnado de sexto de primaria del colegio público Palacio Valdés puede instruir a sus mayores no solo sobre los efectos de la demencia más conocida sino sobre los recursos asistenciales públicos. Ese ha sido el objetivo con el que el Centro de Día Ría de Avilés, en la calle Hermanos Espolita, ha puesto en marcha un acercamiento a los centros educativos que ha comenzado con su 'vecino'.

Tras una charla previa en el salón de actos del colegio, ayer el primero de los grupos visitó el equipamiento y conoció las terapias musicales, sensoriales y con perros que se llevan a cabo en este centro de día con 28 plazas que en sus once años de vida nunca ha tenido una vacante.

Los músicos Alba y Diego guiaron la sesión en la que Antonia, Gracia, Rafaela, María del Carmen, Clemente, Ole y Veli demostraron que el recuerdo musical es el último que se pierde cuando se sufre Alzheimer. «Eso es porque la música conlleva emociones», explica en voz baja la directora Esther Fernández Riera antes de que mayores y pequeños se mezclen y bailen en grupos de dos y tres.

Los escolares han recibido una charla y, tras la visita al centro, responderán un test

A dos puertas de esta sala y con un poco de retraso, como las estrellas que son, llegaron los perros con los que hace terapia la psicóloga Inés Jiménez. La primera en hacer su aparición fue Nevel, caniche gigante aún en formación, que frotaba su nariz con las palmas de la mano de aquellos que le decían «¡Toca!», pero a la que, sobre todo, le gustaba ser acariciada o coger el hueso de plástico que le ofrecían.

El tercero de los subgrupos en los que se dividió la clase se lo pasó en grande en la sala multisensorial. Montada para relajar a las personas con la enfermedad en estado más avanzado, las luces, los sonidos, la cama de agua y otra serie de estímulos entusiasmaron a los alumnos.

«Mucho interés»

A falta de que el otro grupo de sexto visite el centro y se les pase una encuesta acerca del grado de conocimiento sobre la enfermedad adquirido tras esta experiencia, Esther Fernández Riera está más que satisfecha. «En la charla que Emilio Ruiz y yo ofrecimos en el centro se notaba interés, es más siete u ocho alumnos dijeron que tenían algún familiar con Alzheimer», explicó.

La directora del centro, uno de los tres de la red pública regional especializado en Alzheimer, subrayó el «respiro familiar» que supone este recurso para las familias y que tanto los grupos de autoayuda de familiares, diferenciados por sexo y parentesco, como los grupos de recepción de nuevas familias puestos en marcha y les ayudan a rebajar o mitigar el sentimiento de culpabilidad por dejar a su familiar en el mismo.

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