Cambiar el himno de Asturias, un «melón» que mejor no abrir

El habitual encuentro de los martes de la entidad, en los que se analiza y debate la actualidad, contó ayer con algunos invitados que fueron los primeros en explicar su postura que, con ligeros matices, fue bastante similar. Es más, todos advirtieron sobre el peligro de «abrir este melón» porque nunca se sabe por dónde puede discurrir el debate público posterior una vez que se plantea.

El himno de Asturias actual, y en eso estuvieron todos de acuerdo, está muy arraigado y eso juega a su favor. El hecho de que sea la 'canción de los borrachos', por más que el historiador Román Antonio Álvarez trató de enmarcarlo en un contexto cultural anecdótico, no convenció a unos asistentes a los que esa circunstancia tampoco pareció importar mucho.

El problema está en la letra. En esa «surrealista y totalmente absurda», en palabras de Francisco Sánchez, que fue abogado del Ayuntamiento de Avilés, segunda parte. Pero poniendo en una balanza los dos himnos confrontados, el de 'Asturias, Patria Querida' y el de la Santina, «los platillos quedan equilibrados», según Carlos Fernández.

Fernando Treceño apuntó que el hecho de que una costumbre, tradición o, en este caso, himno esté asentado no puede ser óbice para que permanezca inamovible, en respuesta a la última parte de la intervención de Román Antonio Álvarez, que quizás fue quien más partidario del actual himno se mostró. El que fuera concejal de Cultura trató de minimizar los ataques contra la segunda parte de la letra, «que habla del amor, de un acto de amor en al naturaleza» porque «la letra de ninguno es ejemplo de nada», de hecho hizo un repaso por los principales europeos y citó el de Estados Unidos «que habla hasta de esclavos».

Manuel Egocheaga se preguntó qué es un himno, algo que suscitó diferentes definiciones con cada intervención, y añadió que estos «no necesariamente dicen nada» y, como ejemplo, el español. Para él, que se mostró contrario a cambiarlo, lo principal es que un himno debe «asentar» y el hecho de que varios ilustres compositores españoles hayan intentado sin éxito ponerle letra al nacional demuestra la idoneidad de mantener el 'Asturias, Patria Querida'.

Para el historiador Fernando Balbuena un himno «tiene que exaltar las virtudes patrióticas y si no, no es himno ni es nada». Reconoció que no le gusta el actual porque no cree que represente lo que es Asturias, pero ve pegas tanto a este como a su alternativa. Le gustan las primeras estrofas de ambos, pero no las segundas partes. En el caso del Himno de Covadonga porque «eso de que es la cuna de España es muy discutible. Hay apoyos míticos cogidos con los dedos. La historia de Asturias es un misterio. Todo lo que nos han enseñado es falso», resumió. En definitiva, «es un melón que traería sinsabores probablemente» y él está «entre los dos».

Quizás, como apuntó Carlos Fernández, «la balanza se inclina de forma favorable hacia el actual porque es conocido y querido por todos, aunque su segunda parte no sea digna». Claro que todo tiene explicación porque «el que la hizo no tenía pensado que acabara siendo un himno institucional». Tampoco Víctor Manuel, autor del que podría considerarse, el himno 'oficioso', aunque nadie lo mentó.