Los avilesinos que inauguraron el campo del Málaga
Guillermo Campanal y Ricardo García, ambos en el Sevilla, participaron en el estreno de La Rosaleda en el año 1941
Alberto Rendueles
Lunes, 30 de junio 2025, 00:05
Uno de los momentos históricos del fútbol malagueño es, sin duda, la inauguración de su estadio de La Rosaleda. Un hecho que tuvo lugar el día 14 de septiembre de 1941 y que tuvo a dos de sus protagonistas con un origen común en Avilés. Se trataba del delantero Guillermo Campanal y el defensa Ricardo García, este último nacido en Oviedo, con una vida muy vinculada al Stadium y posteriormente asentado de por vida en nuestra ciudad.
En aquella época de posguerra el Sevilla era todo un rival de postín en Primera División y referencia principal del balompié andaluz. De ahí que fuese el elegido para participar en el encuentro de inauguración del nuevo estadio de La Rosaleda, donde iba a disputar el Málaga sus compromisos hasta nuestro días. Y la vitola de Guillermo Campanal, todo un internacional español, hacía aún más atractiva la cita inaugural.
Por su parte, Ricardo García llevaba un año en el club hispalense, a donde había llegado tras haberse proclamado campeón de España amateur con el Stadium Avilesino, precisamente tras haberse impuesto en la final al Sevilla aficionado.
Como capitán que era ya del Sevilla, Guillermo Campanal tuvo un protagonismo especial en aquella jornada del 14 de septiembre. En los actos previos de la contienda entregó un ramo de flores, en representación de su club, a Lourdes Alonso, hija del alcalde malacitano de la época, que se encargó de realizar el saque de honor de tan recordado compromiso.
Ya iniciado el partido, sus acometidas se hicieron notar una y otra vez, hasta el punto de haber sido el autor del segundo gol sevillista, de un gran disparo a pase de su compañero Torrontegui. Un tanto que no fue suficiente, ya que los malacitanos lograron remontar la contienda para imponerse por tres tantos a dos
Ricardo, en cambio, fue el único cambio que realizó el equipo sevillista a lo largo del partido. Ocupó la plaza en la defensa de Joaquín, que no pudo continuar debido a dolencias físicas. La labor del exstadiumnista fue buena, pero no pudo evitar que el mayor empuje de los jugadores del Málaga les llevase al triunfo.
Para la historia quedan las formaciones de aquella jornada, que por el Club Deportivo Málaga estuvo integrada por Naves; Chales, Montoro, Salazar (Junco), Segura, Mesita, Meri (Tomasín), Díaz, Olivares (Fuentes), Felipe (Rufo) y Domenech.
El Sevilla jugó ese partido histórico de la inauguración del campo del Málaga con Luis; Joaquín (Ricardo), Villalonga, Alconero, Félix, Mateo, Santos, Torrontegui, Guillermo Campanal, Raimundo y Berrocal. Estos cuatro últimos integrantes de la mítica delantera Stuka.
Abrió el marcador Torrontegui hasta el empate local de Domenech. Como hemos relatado, Campanal puso el uno a dos para los hispalenses, que sólo pudieron ser superados en la última parte del partido por los goles de Fuentes y Díaz, este último ayudado por Villalonga, al desviar este en última instancia, la trayectoria del balón.
Vidas diferentes
Las vidas futbolísticas de ambos protagonistas fueron totalmente diferentes. Guillermo Campanal jugó en varios equipos infantiles de la Villa del Adelantado y fue en el Villalegre, con tan solo catorce años, cuando ya disputaba partidos oficiales en el campeonato regional de segunda categoría. Allí despuntó pronto y fue fichado por el Sporting de Gijón, con quien jugó en Segunda División. Con diecisiete años fue traspasado al Sevilla, donde iniciaría su leyenda.
Delantero centro de raza, era un auténtico goleador y llevó a su club a la Primera División en la campaña 1933-1934, justo tras la cual participó en el Mundial de Italia, del que España fue injustamente eliminada por los anfitriones.
En 1935 y 1939 logró con su Sevilla los títulos de campeón de Copa, y en 1946 hizo lo mismo como el campeonato nacional de Liga, justo cuando llegaba su retirada como jugador. Ese mismo año se hizo entrenador y precisamente fue el Club Deportivo Málaga su primer destino, tras el cual dirigió a otros equipos andaluces antes de tomar las riendas del Sevilla y dar la alternativa a su sobrino, Marcelo Campanal.
Por su parte, Ricardo García fue un futbolista ovetense que despuntó en el Rosal, de la capital del Principado, antes de ser incorporado al Stadium Avilesino, con quien se proclamó campeón de España amateur. En 1940 dio el salto al Sevilla, donde jugó dos temporadas antes de fichar por el Real Oviedo hasta el año 1949. Posteriormente se asentó en Avilés y se mantuvo toda su vida vinculado al fútbol base de la villa y del primer equipo blanquiazul, en el que llegó a ser incluso primer entrenador.
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