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Ramón González en la zona por la que cayeron las niñas al agua del pantano. OMAR ANTUÑA

«Se me cayó el alma a los pies cuando me acerqué y vi que eran dos niñas flotando»

Ramón González fue quien avistó a las menores en el pantano y las rescató cuando estaban «boca abajo y sin bracear»

SHEYLA GONZÁLEZ

TRASONA.

Viernes, 5 de julio 2019, 05:55

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Ramón González lleva años remando en el pantano de Trasona. Es piragüista y entrenador del Club Náutico Ensidesa. El miércoles por la tarde se encontraba paleando junto a su mujer cuando se le vino encima una de las experiencias que afirma no se le olvidará jamás. «Cuando daba la curva vi en la orilla unos bultos, creí que eran carpas, al acercarme fue cuando vi que no, que eran personas», relata el piragüista que rescató a las dos niñas, de 10 y 11 años, del pantano de Trasona, que habían caído al agua cuando festejaban un cumpleaños junto a sus familias, de origen rumano.

Los siguientes minutos pasaron muy rápido. «Tardé como un minuto en llegar donde ellas estaban. Cuando me acerqué estaban flotando boca abajo, no braceaban», explica Ramón González. Inmediatamente no lo dudo y se lanzó al agua para rescatarlas. Cogió a una de las menores y la acercó hasta la orilla, pero sacarla del agua tampoco fue tarea fácil. Pidió ayuda a quienes se encontraban en el área recreativa de Gavitos. Sus gritos y los de las familias de las menores rápidamente se propagaron por la zona, llegando hasta el bar del campo de tiro. Allí estaban otros cinco piragüistas que echaron a correr para ayudarle.

Juan José Castillo, José Reyes, Jesús Cobos, Francisco Javier Álvarez y Otero. Los cinco se sumaron a Ramón en las tareas de rescate. Ellos desde arriba consiguieron ayudarle a sacarlas del agua. «La rampa de hormigón no ayudaba a sacar a la niña, estaba en posición contraria pero lo logramos. Desde ese mismo instante comenzamos con la reanimación», relata Juan José Castillo.

Para Ramón González fue su primer rescate y tardará en olvidarlo. «Se me cayó el alma a los pies cuando me acerqué y vi que eran dos niñas flotando. En ese momento se te pasa de todo por la cabeza».

Una vez fuera del embalse, todos los piragüistas trabajaron sin descanso para reanimar a las pequeñas, que salieron del agua en parada cardiorespiratoria. Fue José Reyes, profesor del Instituto Virgen de La Luz, quien puso un poco de cordura en cuanto a las tareas a realizar. «Él fue quien tuvo la mente más fría porque conocía lo que había que hacer y nos ayudó a los demás», explica Castillo.

«Nosotros activamos al Servicio de Emergencias y trabajamos en la reanimación sin descanso», señala José Reyes, que recalca la importancia de «saber reaccionar en estos casos, yo lo tenía claro gracias a un curso que hice de RCP hace un mes en el instituto».

Entre todos, por parejas, intentaron mantenerlas con vida hasta la llegada de los servicios sanitarios. «La niña pequeña conseguimos recuperarle el pulso en unos minutos pero la mayor estaba muy mal. Estaba morada e hinchada», relata Ramón González. Conseguir devolverle el pulso a la mayor de las niñas no fue sencillo, «los médicos tuvieron que ponerles las palas».

Todo fue muy rápido, hasta la llegada de la UVI móvil, que tardó solo siete minutos en presentarse en Gavitos. «La familia no paraba de gritar, primero nos apartaban porque querían llevárselas en coche al hospital, algo que era impensable porque no tenían pulso, estaban las dos en parada», recalca Reyes, que insiste en que «nunca pensé que tuviera que poner en práctica lo aprendido en los cursos. Para mí fue un trago muy grande, es una experiencia increíble, el tiempo pasa muy rápido en estas situaciones».

Aunque la reacción de Ramón González fue rápida y la de los servicios médicos del SAMU también lo fue, en este caso el tiempo que las niñas llevaban en el agua antes de que él llegara puede ser determinante para su recuperación. «No sabemos cuántos minutos llevaban en el agua cuando llegamos, pero estaban muy mal. Quizá hubieran pasado tres o cuatro minutos, no lo sé», comenta.

Todos los presentes coinciden en señalar que la familia era ajena a lo ocurrido a unos metros de las mesas del área recreativa. La lejanía de estas del agua y el desnivel que hay entre el césped y la bajada al agua también lo dificultaron. «Ellos estaban muy nerviosos, todo el rato estaban gritando y dando voces a los médicos y a nosotros pero en realidad no hacían nada», decía ayer José Reyes.

La Guardia Civil y la Policía Local también se acercaron hasta el lugar de los hechos, donde ayudaron a calmar a la familia. Serán los agentes de la Guardia Civil quienes investiguen lo sucedido los minutos previos a la aparición de Ramón y el resto de piragüistas.

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