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El clima cambia el paso de las aves por Avilés

El clima cambia el paso de las aves por Avilés

Censo invernal. Mavea detecta menos presencia tanto de acuáticas como de terrestres debido a las temperaturas más suaves en el norte de Europa que alteran los hábitos migratorios

ALBERTO SANTOS

Domingo, 30 de enero 2022, 01:17

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El cambio climático y sus efectos no sólo están desorientando a los humanos, sino que también los animales andan perdidos. Si para cualquier persona resulta ya difícil ubicar en qué estación del año está, con otoños e inviernos en los que el termómetro supera los veinte grados en sitios como Asturias, el reino animal ha tenido que resetear sus hábitos a una velocidad desconocida para los expertos. Su principal cambio afecta a las migraciones, y tanto el Principado como la comarca de Avilés han sido siempre una parada obligada de descanso y repostaje de alimento en su camino de norte a sur de Europa, y viceversa.

En la región, colectivos como el Grupo de Ornitología Mavea, en colaboración con el Principado, hacen cada año un censo invernal de aves, tanto acuáticas como terrestres, y en los últimos años no dan crédito a lo que ven. «Está muy flojo de aves», resume César Álvarez, de Mavea, al analizar los resultados de un itinerario de avistamientos en la ría de Avilés, los campos de Gaxín y el entorno del río Magdalena.

El tiempo está 'loco' y también saca de quicio a las aves. Tanto que parece haber cambiado paisajes costumbristas en el Principado, por la presencia y por la ausencia de algunas especies. No hace muchas décadas que en la región se relacionaba el frío con la presencia de un pájaro singular en los prados, el avefría, conocida popularmente como 'cigoreya'. «Antes, los bandos se contaban por miles en invierno en los prados, mientras que ahora hace años que no vemos ni uno», advierte el experto de Mavea.

Menos recorrido

Las causas apuntan al cambio climático, porque en el ejemplo de este tipo de ave parece claro que «ahora se quedan de Francia hacia el norte de Europa. Los prados ya no se hielan como antes y tienen comida». La consecuencia de este nuevo 'confort' de las aves es que no encuentran motivos para volar cientos y hasta miles de kilómetros en busca de buen tiempo y de alimento. Así ahorran energía y se quedan plácidamente, también sin el peligro de los depredadores.

Aunque en esta época sigue haciendo frío en el norte y centro de Europa, no hace tanto como antes, las aguas no se hielan y la tierra tampoco, por lo que muchas aves ya no se desplazan hacia África. En función del tipo de ave, adelantan su estancia invernal al centro de Europa, el Mediterráneo o a la meseta y el norte de la Península Ibérica. Por ejemplo, en el caso del ganso salvaje hasta hace tres décadas pasaba los inviernos en Doñana y ahora lo hace en Castilla y León.

En el caso del entorno de Avilés, se da la paradoja de que la recuperación ambiental de la ría ha permitido que cada vez haya más organismos, pero cada vez hay menos aves acuáticas. Por ejemplo, los patos acuáticos o araos, denominados de forma común como 'pingüinos del norte', antes eran muy frecuentes, pero su presencia es muy escasa este invierno. Solían ser víctimas de los temporales y aparecían muchos cadáveres en playas como Xagó, y ahora apenas se ven.

Aves 'nuevas'

Otro ejemplo, en este caso de aves terrestres, es la bisbita, un pájaro de pequeño tamaño «que antes se veían por los prados cientos, llegaban en otoño y se iban a finales del invierno. Ahora apenas hay ejemplares sueltos o alguna decena», apunta César Álvarez.

Mavea también ha detectado cada vez menor presencia de gaviotas, al contrario de lo que puedan percibir los asturianos. «Cada vez hay menos, no se sabe muy bien la causa. Están marchando de la costa y crían en los tejados, sobre todo en Gijón. Hace 40 años podías hablar de 40.000-50.000 ejemplares, y ahora hay menos de 10.000», asegura el experto de Mavea.

Tampoco corren buenos tiempos para los estorninos en la región, que antes se contaban por centenas y ya no ven la necesidad de paso hacia el sur.

En el lado contrario están aquellas aves que antes migraban al sur de la Península Ibérica o a África y ahora se quedan en sitios como Asturias. Es el caso de la curruca capirotada, que invernaba en el norte de África «y este invierno hay muchas cuando sólo se veían uno o dos ejemplares hasta hace poco».

O el águila calzada, un ave rapaz que suele invernar en el sur del Sahara. También se veía en el Mediterráneo, pero en los dos últimos inviernos se han avistado ejemplares en Asturias.

Más pintoresca resulta aún la estampa de ver cigüeñas en Asturias. Pues las hay, y no es ya un fenómeno puntual ni extraño. Antes de podía ver algún ejemplar en migración, pero ahora se pueden contemplar decenas de ellas en primavera y verano. Han cambiado los tejados de la meseta fundamentalmente por el vertedero de Cogersa, donde encuentran alimento fácil, y en verano se bañan en el embalse de San Andrés de los Tacones.

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