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Cuenta atrás para el Museo del Cañón
La infografía que recoge cómo han quedado los espacios interiores de este centro de interpretación dedicado al puerto y al Cañón de Avilés.

Cuenta atrás para el Museo del Cañón

Las obras ya han finalizado y solo queda pendiente cerrar un convenio con el Instituto Oceanográfico

YOLANDA DE LUIS

AVILÉS.

Sábado, 16 de junio 2018, 01:11

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La apertura del Centro de Interpretación del Puerto y el Cañón de Avilés en San Juan ha iniciado su cuenta atrás. La empresa que ha ejecutado las obras de recuperación de la antigua nave de Astilleros Ojeda y Aniceto, Copcisa, ya ha concluido los trabajos y comienza a dotarse de contenido al edificio. La Autoridad Portuaria trabaja por un lado en su zona expositiva y el Ayuntamiento prepara la que se dedicará al Cañón de Avilés. De momento, la licitación del proyecto museístico final por parte del Consistorio está pendiente de la firma de un convenio con el Instituto Oceanográfico para la cesión del material que servirá como base de esta zona expositiva.

Los participantes en el seminario internacional que la Universidad de Oviedo desarrolló esta semana sobre el puerto, ciudad y patrimonio recorrieron ayer las instalaciones guiados por el arquitecto encargado de la restauración, Rogelio Ruiz. Son los primeros visitantes que recibe este espacio expositivo que espera poder tener abiertas sus puertas a finales de septiembre o principios de octubre, con el comienzo del curso escolar, ya que las visitas de colegios serán uno de los ejes de divulgación de este nuevo espacio museístico de la ciudad.

El Centro de Interpretación del Puerto se basará en la exposición 'Portus', que en el centenario de la constitución de la Autoridad Portuaria celebrado en 2015 sirvió para hacer un recorrido por su historia. El historiador y comisario de aquella exposición, Ramón Isidoro, está ya ultimando el nuevo discurso expositivo que se creará en este espacio.

Las cifras

  • 283.102 euros es el presupuesto que la Autoridad Portuaria ha dedicado a la recuperación de la nave de Ojeda y Aniceto en San Juan.

  • 352 metros cuadrados tiene en total el edificio.

  • 235 metros cuadrados serán ocupados por el Centro de Interpretación del Puerto.

  • 60 metros cuadrados ocupará el Cañón de Avilés.

Maquetas, dioramas, documentos escritos y cartográficos, retratos, fotografías y audiovisuales configuraban la muestra que se pudo ver en el Centro Niemeyer hace tres años y que en total contenía trescientas piezas. Ahora, el espacio del que se dispone es más reducido y de ahí que sea necesario 'repensar' aquella exposición para que tenga cabida en los 235 metros que se reservan en la antigua nave de Ojeda y Aniceto para la historia del puerto.

Lo que sí se tuvo claro desde el primer momento es que la gran alfombra que en su día tuvo la muestra 'Portus' iba a ser la que configuraría el suelo del centro de interpretación. Los primeros en pisarla fueron ayer los participantes en el seminario 'Puerto, ciudad y patrimonio' de la Universidad de Oviedo. Se trata de un plano del 1915 que dibujaba las ampliaciones futuras del puerto y que prácticamente refleja lo que hoy son los márgenes de la ría de Avilés. Este pavimento de todo el espacio expositivo va a ser uno de los aspectos singulares de este centro.

Otro de ellos es la sala oscura en la que se expondrán elementos relacionados con el Cañón de Avilés. El Ayuntamiento solo espera la firma del convenio con el Instituto Oceanográfico para poder contratar definitivamente un proyecto en el que los primeros bocetos ya han sido realizados para servir como base a este convenio y establecer los materiales que cederá el Oceanográfico para configurar este espacio que tratará de recoger en unos sesenta metros cuadrados toda la información que existe actualmente sobre la riqueza biológica del Cañón de Avilés.

En este espacio prácticamente oscuro, asemejando la profundidad de las aguas marinas, los visitantes se podrán adentrar en una realidad virtual -a través de pantallas táctiles, hologramas o maquetas interactivas en tres dimensiones- que les permitirá descubrir lo que se esconde en las profundidades marinas frente a las costas avilesinas.

El Cañón de Avilés es un gran valle submarino que data del Neógeno (periodo que se extiende desde hace unos 25 millones de años hasta hace unos dos millones de años) y su ecosistema es uno de los más importantes del mar Cantábrico. En los últimos años se han llevado a cabo varias investigaciones científicas. El año pasado se dio a conocer el hallazgo de una nueva especie en esta zona de la costa avilesina. Se trata de un pepino de mar, un animal de entre uno y tres centímetros de longitud, intenso color rojizo y forma similar a la de una lapa y fue descubierto por investigadores del Observatorio Marino de Asturias. El animal fue localizado a 1.500 metros de profundidad.

El continente

Pero de momento eso todavía no se puede ver en este nuevo espacio. En ello trabajan los expertos para que en octubre pueda abrirse la nave. Ayer los visitantes del seminario de la Universidad solo pudieron descubrir cómo es el continente, el edificio, y lo hicieron de la mano del arquitecto Rogelio Ruiz, que les explicó cómo se había ido gestando todo el proyecto. «Debía compaginar por un lado la conservación del edificio, pero por otro debía garantizar una utilización óptima. Cuando decimos óptima y hablamos de museos, la luz exterior suele ser un problema. Estudiamos al principio, y realmente nos gustaba la propuesta, la introducción de lucernarios en la cubierta, que, con la entrada de luz nos invitasen a mirar hacia arriba y ver los viejos cuchillos de madera que conservamos, pero finalmente lo desechamos».

Fue entonces, según indicó el arquitecto, cuando «nos fuimos a una imagen más acorde con la situación primigenia que solo tenía dos huecos al mar». El resultado es un edificio que «se define espacialmente por tres ejes de luz, uno longitudinal en el principal de las naves y otros dos transversales que nos permiten ver el mar y recibir reflejos partidos, en ciertas horas del mediodía, sobre el techo». Otro de los elementos singulares que destacó el arquitecto es «un tabique de madera tosca que recorre de este a oeste la nave para esconder detrás los espacios sirvientes y también las salas oscuras del Cañón de Avilés».

Finalmente, también puso de relieve la solución adoptada en su fachadas principales en donde se utilizaron las tejas originales para cubrirla. «La propiedad no quería teja por el mantenimiento al que se vería obligada en lugar tan ventoso y lo que hicimos fue cubrir los testeros con la teja recuperada del edificio lo cual lo relaciona con otros astilleros de ribera como el del Dique en Aramar, Luanco», apuntó.

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