Agustín Albuerne
«El espacio al que nos mudamos facilitará la labor que hacemos, con todos los recursos y todos los servicios unificados, centralizados, unidos y sin ninguna barrera»
Agustín Albuerne Gutiérrez (Oviñana, 1974) ha dedicado toda su vida a ayudar a los más necesitados de manera altruista. Es profesor de Finanzas en la ... Universidad de Oviedo, miembro de la Orden Franciscana Seglar y coordinador de la Fraternidad de Francisco de Avilés desde su fundación en el año 2017. Ahora afronta una etapa ilusionante con el traslado de la entidad a un nuevo local más amplio y accesible que se ubicará en la calle Concepción Arenal y deja atrás el antiguo en la plaza de Santiago López.
–Llevaban muchos años diciendo que necesitaban un nuevo local y por fin lo han conseguido. ¿Esto marca una nueva etapa?
–Sí, la verdad es que llevábamos ya mucho tiempo con el deseo de cambiar de local porque se nos estaba quedando pequeño y necesitábamos un espacio más funcional, adaptado, que no tenga ningún tipo de barrera y que sea lo más integrador posible. También creemos que este nuevo espacio facilitará la labor que hacemos, con todos los recursos y todos los servicios unificados, centralizados, unidos, y que no haya esa dispersión de actividades que en la anterior ubicación sufríamos un poco. Era algo fundamental y estamos contentos.
–¿Cuándo cree que se mudarán y qué características buscaban en el nuevo local?
–Pues como decía, era fundamental que fuese un espacio que estuviese relativamente céntrico porque la centralidad siempre es importante. Que también tuviese buena comunicación y transporte cerca. Que además no tuviese barreras arquitectónicas de ningún tipo, que todos los recursos pudiesen estar centralizados en una sola planta y que tuviese aseos y cocina, eso también era importante y este nuevo local lo cumple. Respecto a la mudanza, aún falta trabajo para acondicionar el local, pero espero que a lo largo del mes de julio ya estemos dando servicio en este nuevo espacio.
–¿Cuánto llevaban en la anterior ubicación en la plaza de Santiago López?
–Pues la primera actividad que hicimos fue precisamente la cena de Nochebuena del año 2017 y desde entonces estábamos allí.
–Son unos cuantos años, ¿lo echarán de menos?
–Bueno, está claro que todas las mudanzas son traumáticas y que tendremos que adaptarnos al nuevo espacio, pero creo que será un cambio a mejor para todo el mundo y que tanto los voluntarios como las personas que nos visitan estarán mejor a partir de ahora.
–¿Qué cambios traerá el nuevo local en el día a día de la Fraternidad que en el antiguo no eran viables?
–Lo fundamental es que volverá a haber una gran zona de acogida que permita que los usuarios vuelvan a poder acceder con libertad al interior, que es lo que la pandemia cambió y todavía no habíamos recuperado, la pandemia marcó mucho y también nos limitó inicialmente. También vamos a poder mejorar los servicios de atención social y psicológica e incluso habrá un aula independiente y zona de ordenadores donde poder desarrollar actividades que antes nos resultaban muy complicadas. Habrá también espacios amplios y diáfanos que permita desarrollar actividades grupales e incluso zonas multifuncionales donde se pueda atender a madres con menores y proyectos nuevos que todavía estamos pensando.
–¿Los repartos de alimento a diario se mantendrán?
–Desde luego que sí. Eso es algo que desgraciadamente sigue siendo necesario. En total estamos haciendo unos 250 servicios al día, como 140 comidas, unas 90 cenas y unos 30 desayunos. Además, son perfiles que realmente tienen una necesidad severa y llevan una carga muy difícil, por eso necesitan servicios y una puerta abierta donde poder comer, pero también a socializar y crear un grupo.
–¿También acuden familias con menores?
–Bastantes. De hecho estamos considerando que ahora, precisamente con el cambio de local, puede ser el momento de desarrollar un proyecto de apoyo escolar o que por las tardes la Fraternidad cambie de ritmo y sea más un espacio para la infancia y abierto a madres con menores. Esto lo iremos viendo poco a poco.
–Parece mucho trabajo y lo hacen de manera altruista. ¿Cuántos voluntarios colaboran de forma activa con la Fraternidad?
–Desde luego que es mucho trabajo y siempre digo que el corazón de este proyecto son las personas, ellas son lo más importante y las que hacen que funcione desde sus inicios. Actualmente somos unos cincuenta o sesenta voluntarios activos. Es cierto que en los meses de verano baja un poco y siempre hacen falta más manos. También hay que animar a la gente joven.
–También cuentan con perfiles más profesionales.
–Exacto, tenemos una trabajadora social y una psicóloga. Pero también hay otros trabajos que no se ven. Desde las personas que nos ayudan precisamente a adecentar el local, quienes estamos más presentes recibiendo a los usuarios o quienes se encargan de recoger las donaciones. Son muchas personas importantes.
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