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El gasómetro II de baterías de cok podría convertirse en uno de los rocódromos más altos de Europa, en un jardín botánico para investigar ... el cultivo hidropónico, un gran escenario, un edifico de servicios complementarios para el parque empresarial o incluso en un elemento de reflexión sobre el paso del tiempo y el deterioro de los materiales o sobre la complejidad del universo. Son, a grosso modo, las seis propuestas que han sido distinguidas dentro del concurso de ideas convocado por el Colegio de Arquitectos de Asturias y el Ayuntamiento de Avilés. Un certamen que no resulta vinculante, sino que pretendía alimentarse de ideas novedosas para el futuro de este elemento tan característico y emblemático del paisaje industrial avilesino.
El proyecto ganador viene firmado por la arquitecta Irene Cedenilla Bote, y plantea usar la parte baja del elemento un museo sobre la historia del entorno empresarial, la alta como un observatorio astronómico con telescopios y una maqueta colgante del sistema solar y el gran bloque central como un gran rocódromo con vistas al exterior, entorno a un cilindro de vidrio en el medio en el que se situarían dos ascensores.
El jurado valoró principalmente «la propuesta de usos deportivos y expositivos, y el uso del elemento superior como mirador». La arquitecta, por su parte, defiende que se trataría de un rocódromo «único en España y Europa», y que podría llevarse a cabo «con un coste reducido y grandes beneficios sociales y urbanos», además de resultar productivo económicamente.
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La idea de utilizar la parte alta como mirador se repite también en el proyecto clasificado en segundo lugar, obra de del arquitecto Eloy Calvo Carbajal y el ingeniero técnico industrial Moisés Álvarez Faes. Su idea pasa por destinar la parte baja a un espacio coworking de 1.500 metros, donde también podrían celebrarse pequeñas ferias o encuentros sectoriales. Sobre este espacio, una gran plataforma escénica sobre la que proyectan una caja ligera de madera y vidrio que alberga un salín de actos bajo la inmensidad del pistón, que permanece visible desde el interior.
El tercer premio ha recaído en los arquitectos Ana M. de la Lastra Valdor y Domingo de la Lastra Valdor junto a los ingenieros de caminos, canales y puertos Ángel Chamizo de la Concha y Eloy Gutiérrez Gómez. Ellos plantean una de las ideas más novedosas del concurso: disponer jardineras a diferentes alturas en la parte exterior con plantas trepadoras y crear un ventanal a través del cual se pueda observar el interior del depósito para comprobar su ruina. Su cálculo es que en el plazo de diez años la estructura del gasómetro haya desaparecido por completo ante los ojos de varias generaciones de avilesinos hasta que solo quede la naturaleza. En lugar de la estructura cilíndrica, habría un círculo de cipreses y secuoyas.
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Los tres primeros premios suponen 15.000, 10.000 y 5.000 euros respectivamente. Además se han otorgado tres accésits de mil euros cada uno. Uno para una propuesta también de corte filosófico como la del arquitecto Ángel Vázquez Fernández y la graduada en historia e historia del arte Celia Arias González, que plantean perforar las paredes del gasómetro y colocar en su interior una llama que sirva como elemento de «reflexión, expresión cultural y transmisión del conocimiento, con rampas adheridas a los muros para permitir el transito. En la parte baja, eso sí, se situarían un laboratorio de software, cafetería, aulas y espacios para talleres en una nueva pieza arquitectónica en torno a un patio.
Un mayor aprovechamiento económico permitiría otro de los accésit, otorgado a los arquitectos Enrique Parra Albarracín y Fermina Garrido López y Miguel Blázquez Dos Santos como colaborador. Su proyecto propone utilizar la parte baja para servicios complementarios del parque empresarial, como un espacio deportivo y un coworking, las plantas centrales para un albergue juvenil y un espacio hotelero de lata calidad, y la planta más alta como mirador con cafetería-restaurante.
Y una propuesta muy novedosa la plantean los arquitectos Alejandro Pérez Villar, Fernando Pérez Villar y Marcos E. Varela Vázquez, y los graduados en biología Teresa Portillo Pérez y Javier Espina Campuzano, que han ideado convertir el gasómetro en un jardín botánico hidropónico, una técnica de cultivo en la que las plantas no crecen en la tierra, sino en una solución de agua con minerales esenciales. Además de funcionar como lugar expositivo y divulgativo, creen que el gasómetro podría convertirse en uno polo de tecnología verde, como un centro de investigación y desarrollo de la producción hidropónica, con una parte de concesión privada par la producción de lúpulos, algodón o azafrán.
Además de estas seis propuestas premiadas, todas las presentadas al concurso de ideas serán expuestas a la ciudadanía a partir del 5 de junio en el palacio de Valdecarzana.
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