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Zona de la escuela de Jardín de Cantos donde se prevé instalar al alumnado del Virgen de las Mareas. M. A.
El incierto futuro del colegio Virgen de las Mareas

El incierto futuro del colegio Virgen de las Mareas

Teme que su etiqueta de 'gueto' lastre el trabajo de la escuela infantil de Jardín de Cantos y apuesta por «abrir» antes el centro a otros alumnos El profesorado del colegio cree que su traslado limitará su crecimiento

C. DEL RÍO

Martes, 26 de febrero 2019, 06:32

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Si el colegio Virgen de las Mareas tuviera que definir con una sola palabra el curso escolar 2018-2019, aún a falta de trimestre y medio para su conclusión, esa sería 'incertidumbre'. Comenzaron el curso sabiendo que serían la futura sede del Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) de Deporte, pero ignorando los detalles. En noviembre, el consejero de Educación anunció que se estaba estudiando el traslado de los alumnos y en enero se planteó la posibilidad de que estudiantes adultos del CIFP y niños menores de doce años compartieran espacio en el Virgen de las Mareas durante un tiempo. Por último, el jueves pasado se informó del traslado de los alumnos a la Escuela Infantil de Jardín de Cantos, en unos nuevos espacios habilitados en este centro vecino.

No fue el anuncio de una posibilidad sino el de una decisión adoptada en unas conversaciones entre Principado y Ayuntamiento que no han contado con la opinión de los centros implicados. No, al menos, con la directiva del Virgen de las Mareas, que el viernes manifestó públicamente su malestar y disgusto.

De los setecientos alumnos en edad de escolarizar de la zona 1 en la que se sitúa el colegio, solo 34 están matriculados en el único centro público del entorno. Su alumnado, de etnia gitana salvo dos excepciones l o ha convertido en un 'centro de difícil desempeño', lenguaje empleado por la consejería de Educación para designar aquellos que escolarizan a un número significativo de menores con necesidades educativas especiales. Este curso hay doce casos y dos solicitudes pendientes de aprobación. Es decir, más de un tercio de su matrícula. Esto supone el desdoble y refuerzo de diversas clases que exigen más espacio que las tres unidades en las que se agrupan niños de infantil, de primero a tercero de primaria y de cuarto a sexto. Aparte de estas aulas, los diez docentes, de los que solo cuatro de ellos trabajan a jornada completa, utilizan el gimnasio, el aula de música, la de plástica, la de inglés y la biblioteca.

«No debería haberse llegado a esta situación de mínimos, pero es la que tenemos y los planes de llevarnos a la escuela infantil de Jardín de Cantos no serán buenos para ninguno de los centros», opina la directora Nadia Rozada, arropada por el profesor José María Blanco. Cree el profesorado que, inevitablemente, arrastrarán la etiqueta de 'colegio gueto', poniendo en riesgo tanto el trabajo de la escuela como sus propias posibilidades de expansión ahora que estaban ilusionados con el proyecto que la asociación ARPA, en colaboración con la consejería, había diseñado para el colegio. Consistiría en implantar un nuevo método de enseñanza que, en principio, atraería a una decena de familias y que supondría «abrir» el centro.

El traslado

El anuncio de traslado les hace temer, por tanto, que no llegue a implantarse este proyecto educativo que nacería con las propias limitaciones físicas de una escuela con capacidad para cien alumnos. Los actuales de ambos centros suman ya 94 y las obras en la planta baja no hacen albergar al profesorado del colegio la esperanza de contar con suficiente espacio para ese «proyecto pionero educativo de 0 a 12 años» que anunció la concejala de Educación.

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