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María Josefa Navarro, Ceferino González, Onésimo Galarraga y Francisco Guerra, componentes del equipo de esquí de Ensidesa en 1964.
Recuerdos del deporte

La leyenda del esquí que se unió a Ensidesa

Onésimo Galarraga dejó su impronta en el grupo de montaña tras asentarse en Avilés, a donde llegó por su matrimonio con una vecina de Villalegre

Alberto Rendueles

Lunes, 12 de mayo 2025, 02:00

En la comarca avilesina han pasado ciertos deportistas de alto nivel cuya memoria se está perdiendo en el tiempo. Uno de esos casos es de Onésimo Galarraga, un leonés que fue toda una leyenda del esquí español, con experiencia internacional, y que unió su destino a la empresa Ensidesa tras contraer matrimonio con una vecina de Villalegre.

La leyenda de Onésimo en este deporte comenzó justo tras el final de la Guerra Civil. El Frente de Juventudes fundó la escuela de esquí de Villamanín, a la que atrajo a grandes figuras olímpicas para impartir clases, casos de Karl Gamma y Walter Foeguer, quienes prepararon en estas pistas a esquiadores que serían luego tan renombrados como el asturiano Chus Valgrande, Alfredo Cascallana o el citado Onésimo Galarraga.

A pesar de las dificultades técnicas y políticas de la época, en plena contienda bélica mundial, se adentraron en pistas europeas como la alemana de Garmisch o las suizas de Jungfrau y la tradicional Chamonix, en las que adquirieron una gran experiencia. En ellas también estuvo presente otro conocido competidor del deporte blanco como fue el gijonés Nico Ochoa.

Pero la afición de Onésimo Galarraga fue también una necesidad vital. Su nacimiento en Busdongo le supuso una obligada unión con el clima de montaña y sus nieves. Allí comenzó a practicar, con solo cuatro años de edad, con unas tablas de madera atadas a sus pies. A los trece años logró comprar unos esquís usados con el fin de participar en las competiciones que organizaba Chus Valgrande entre los jóvenes de Busdongo, Pajares, Pola de Lena, Mieres y alrededores. Su éxito llegaría de forma inmediata, ya que se impuso en varias de estas pruebas, lo que avalaba sus excelentes dotes para esta deporte.

Como consecuencia de ello, la Federación Norte le seleccionaba en el año 1941 para concentrarse en Madrid, y a su vera, en la sierra de Guadarrama, participó en varias pruebas de fondo, algunas de las cuales también finalizaron con triunfo suyo. Estaba claro que era una de las más firmes promesas del esquí nacional. El seleccionador nacional no dudó cuando lo convocó para participar en una olimpíada juvenil que se disputó en Alemania.

Campeón de España

Onésimo Galarraga no solo estaba orgulloso por haber representado a España, sino también por haber logrado el título nacional absoluto en el año 1946, éxito que tuvo lugar en la pistas de Navacerrada. Aún así, era una época en la que uno no se podía dedicar solo al deporte y había que trabajar para mantenerse en plena posguerra nacional.

Con la implantación de Ensidesa en Avilés decidió encaminar su vida a la villa, con tan buena suerte que conoció a una mujer en Villalegre, con quien acabó contrayendo matrimonio. Y aquí se quedó y mantuvo su contacto con el deporte, aunque ya había tenido relación anterior con Asturias, hacia donde tenía claro su enfoque vital. De hecho, en 1949 ya formaba parte del equipo de esquí de la Peña Peñaubiña, de Oviedo, a quien representaba en los campeonatos en los que participaba dicha entidad. Pero la pronta implantación de los grupos de empresa fue el medio idóneo para continuar con la actividad física, y más aún con la que estaba tan familiarizada.

El Grupo de Montaña de la empresa siderúrgica no desaprovechó la ocasión para incorporarlo a sus filas, allá por finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta del siglo pasado. De inmediato se convirtió en primer monitor de montaña y esquí de esta sección y gran maestro para cuantos profesores y alumnos pasaron por el club. No en vano, su sabiduría y experiencia nacional e internacional resultaron de vital importancia para el desarrollo y éxitos de la sección.

Galarraga era habitual de las salidas del grupo de montaña, que contaba además con las facilidades y equipamientos que aportaba la empresa siderúrgica, incluidos sus autobuses, que eran utilizados para múltiples necesidades de Ensidesa, incluidos los traslados de escolares. Las clases de esquí se solían desarrollar en el Puerto de Pajares, donde el Grupo de Montaña Ensidesa tiene un cierto asentamiento.

Aún así, Onésimo Galarraga aprovechaba prácticamente todo los domingos de invierno y comienzos de la primavera para acudir a esa zona y seguir practicando el esquí, sin olvidar nunca su Busdongo natural, próximo al lugar. Unas tareas que acabó realizando durante casi dos décadas y que siguen recordándose no solo en el propio club avilesino, sino también en los propios libros y publicaciones de historia que se pueden contemplar sobre el esquí español.

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