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Nagami es la mayor empresa de impresión 3D en gran formato de todo el mundo, con 21 robots industriales que producen en una nave ... de cuatro mil metros cuadrados en Ávila. Uno de sus cofundadores, Manuel Jiménez, aseguró ayer en las Jornadas de Diseño, celebradas en la Escuela de Arte del Principado de Asturias (ESAPA) en Avilés que «el mundo de los materiales está avanzando muchísimo en cuestiones de sostenibilidad» y además cree que la circularidad es, hoy por hoy, «absolutamente clave» en el mundo diseño.
Nagami surgió como consecuencia de un encargo que Manuel Jiménez recibió por parte del Centro Pompidou (París) cuando era director en un laboratorio de investigación en The Bartlett School of Architecture, en Londres. «Llevaba dos años investigando escalar la impresión 3D a mobiliarios, interiores y posteriormente a elementos arquitectónicos» y aquel encargó supuso la oportunidad de llevar la investigación a la realidad.
Aquella primera pieza, una silla, forma parte de la exposición permanente del centro y sirvió para que Nagami se presentara como marca comercial de diseño de interiores en 2018 en Milán. «Empezamos con mobiliario. Contactamos con Zaha Hadid Architects para desarrollar una serie de sillas que eran inconcebibles hasta entonces porque no se puede hacer con ningún otro tipo de tecnología que no fuera con impresión 3D de gran formato» y, siete años después, han realizado tiendas con Ecoalf, Christian Dior, Jimmy Choo, ahora tienen un proyecto con el Real Madrid, «que requieren un diseño muy específico» y han presentado una silla para Porsche, «una edición muy corta de 250 sillas».
Esa es otra de las grandes ventajas que subraya de la impresión 3D en gran formato que permite lo que otro tipo de producción no porque es flexible y se adapta a la demanda, reduciendo stocks y, por lo tanto, costes. «Nadie te hace una silla personalizada a un precio económico para solo 250 unidades. Estamos trabajando mucho en eso, que es más sostenible que otro tipo de procesos como la inyección de molde y te tienes que 'casar' con la producción de una edición muy larga para cubrir el coste inicial y te hace producir stock, que si no se vende termina en el desierto de Atacama. Nosotros producimos solo lo que vendemos. El robot es tremendamente versátil. Podemos adaptarnos a demanda de manera mucho más dinámica».
Asegura el día a día de la empresa, en la que trabajan treinta personas es investigación, entre otros motivos porque trabajan siempre con material sostenible. «La mayor parte es plástico cien por cien reciclado, en ocasiones también plástico biodegradable, utilizamos también otro tipo de desechos orgánicos mezclados con el plástico. Tenemos piezas con granos de café, con cáscaras de ostra,...», señaló.
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