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FERNANDO DEL BUSTO
Miércoles, 13 de febrero 2019, 07:02
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Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) regresa mañana al ciclo 'Palabra' para reflexionar en el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer sobre los dos libros que publicó el pasado año: la novela 'Trilogía de la guerra' (Seix Barral), con el que ganó el Premio Biblioteca Breve, y 'Teoría general de la basura' (Galaxia Gutenberg).
-Son dos cosas diferentes que conviene separar porque el trazo grueso nunca es bueno. Yo no puedo escribir sin mi formación de físico, está ahí también en mi poesía y el ensayo. Siempre he intentando ver la dimensión poética de las ciencias. También es cierto que ahora estoy en excedencia de mi trabajo como físico para escribir.
-Es algo que siempre pensé. En mi caso siempre estuvo unido en mi cabeza. Las ciencias son parte de las humanidades porque están hechas por humanos, no por extraterrestres. Separarlas es una visión artificial. Últimamente, cada vez más personas integran ambas partes y me parece muy bien.
-Son dos cosas diferentes. Como etiqueta de una generación siempre me cansó mucho, incluso cuando lo oí por primera vez hace doce años. Me parece injusto porque engloba a más escritores. Luego está mi proyecto narrativo, tres novelas de las que no me canso y a las que debo mucho. Todavía la semana pasada presenté en Londres la edición inglesa de 'Nocilla lab' con gran éxito. Y acaba de editarse en Estados Unidos. En este sentido no me llega a cansar, me ha dado mucho.
-Un salto hacia otros lugares, una nueva forma de narrar, quizá más antropológica e historiadora, aunque este término no me gusta.
-El lector puede confundirlo con una novela histórica, en la que se recrean hechos del pasado. Y no es así. Me preocupan los asuntos históricos, pero para narrar mi visión personal. Escribo de las guerras del siglo XX, pero contando como nos han influido.
-Hay una parte onírica y antropológica muy fuerte. Se basa en la idea de que los muertos no están muertos del todo y los vivos no estamos vivos del todo. Ambos compartimos una zona común que es la mayor red social que existe.
-El término memoria me parece totalmente confuso porque la memoria no es historia, es una construcción personal hecha desde el presente. Estoy muy interesado en construir la memoria como un relato construido desde la individualidad, no como algo colectivo. Una de las cosas que doy a entender es que la construcción del pasado siempre es personal.
-Es un viaje de una mujer por Normandía en la actualidad, por las playas del Desembarco. Y ella reflexiona sobre el desembarco de refugiados de Siria y como los europeos nos estamos empeñando en destruir la Unión Europea con nacionalismos y populismos. Fuera de la Unión, existe la idea de que es un vergel, un jardín de infancia porque fuera les va mucho peor y todos quieren venir. Y nosotros no lo valoramos, en parte porque no hemos vivido una guerra. Es el primer macroestado construido en la historia sin guerras y con los recursos de la posmodernidad: la publicidad y la seducción. Es un gran valor y no nos damos cuenta. Lo digo con felicidad. Hace siglos hubiésemos necesitado batallas y sufrimiento para lograr lo mismo.
-Es un ensayo filosófico, con una parte científica y antropológica. Mi tesis principal es que para crear productos estéticos o intelectuales no nos fijamos en la excelencia, de la que ya no se puede sacar más, sino en la basura, en las zonas oscuras. Cervantes no escribió 'El Quijote' basándose en la excelencia de la novela de caballerías, sino en sus zonas oscuras.
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