El ministerio plantea una laguna artificial y una senda en las antiguas marismas de Maqua

La propuesta ofrece tres alternativas. La primera es la más simple, no hacer nada, lo que significaría que «la recuperación de la marisma no se produciría en ningún caso». La parcela objeto de la actuación «seguiría siendo una zona de acumulación de materiales extraídos de otras zonas y escaso interés ecológico». Además, añade el informe, «supone un foco de expansión de especies invasoras que amenazan las autóctonas». En concreto alude a la Pampa (Cortaderia selloana), «que ha formado en la zona un vegetal continuo que representa una de las mayores extensiones de esta especie en Asturias».

Las otras dos alternativas plantean llevar a cabo la referida actuación. La diferencia entre una y otra afecta principalmente al tamaño de la charca y de la zona de marisma así como al volumen de materiales retirados y a su posterior ubicación.

El Ministerio apuesta por la segunda, la más contenida. Si la uno contempla retirar 0,34 hectómetros cúbicos de material de relleno y trasladarlo a vertederos, «ante la dificultad de gestionar de forma adecuada este volumen y considerando además los costes económicos asociados al movimiento» propone retirar únicamente 0,07 hectómetros cúbicos y destinar parte de esos materiales a crear una especie de talud a lo largo del perímetro de la parcela. Tal fórmula «supondrá una mejora en cuanto a la viabilidad económica del proyecto y a la reutilización de los materiales de relleno que ya se encuentran en la parcela, si bien evidentemente la superficie de marisma final será menor que en la alternativa uno, pero tratando de contemplar todos los hitos y características planteados en un inicio».

La posibilidad de recuperar una parte de las antiguas marismas de Maqua surgió hace ocho años por iniciativa del Grupo Ornitológico Mavea. El proyecto planteaba que se comunicase con el Monumento Natural de la Ensenada de Llodero y dio paso a una Plataforma por la recuperación de las marismas de Maqua, constituida por colectivos conservacionistas y vecinales.

La propuesta del Ministerio no colma sus aspiraciones. Si bien la plataforma muestra su satisfacción ante el hecho de que el proyecto se encuentre en fase de evaluación ambiental, lo que denota interés por llevarlo a cabo, lo califica de «actuación sencilla y descafeinada que supondría poco más que una charca». La plataforma incide en que el objetivo es «una restauración amplia de las marismas» y ya prepara sus alegaciones.

En ellas reclamará al Ministerio que apueste por la alternativa uno, la que contempla retirar 0,34 hectómetros cúbicos de terreno y habilitar una laguna de mayores dimensiones. La plataforma pide además que se conecte directamente con el mar, «para que sea una verdadera marisma», que se soterren los tendidos eléctricos, «un peligro para las aves», y que se instalen puntos de observación «tipo caseta, no un simple parapeto o tipo marquesina».

Las antiguas marismas de la ría se extendían por ambos márgenes y sumaban extensión de unos catorce kilómetros cuadrados. Aunque la desecación comenzó en siglo XIX, fue en la segunda mitad del XX, con la implantación de la moderna industria, cuando el proceso se aceleró y las marismas desaparecieron. Los únicos vestigios que se mantienen hoy en día son la referida ensenada de Llodero, área de paso y de descanso para miles de aves migratorias en su ir y venir entre el Norte de Europa y África, y la charca de Zeluán, ambos en la margen derecha y declarados monumento natural. También ha sobrevivido una parte de las dunas El Espartal, hasta donde en su día se extendían las marismas.