Un equipo de arquitectos diseñará el futuro centro de interpretación de la muralla de Avilés

Este edificio, el número 40 de la calle, cuyo último inquilino fue una tienda-galería de muebles, arte y decoración, ha visto reducido su número de plantas, ya que ha visto suprimidas las que habían sido añadidas sobre el inmueble original, de forma que ahora no interrumpe la visión desde el parque y es posible vislumbrar la capilla desde allí.

La idea es que en este edificio se articule «un espacio de funcionamiento similar al de la 'grapa'», según explica el concejal Pelayo García. Es decir, sería un espacio abierto pensado para el tránsito y la conexión entre dos espacios a diferentes alturas, pero que también podría cerrarse en horario nocturno. «Será un edificio funcional y transitable», asegura el edil.

Su configuración, sin embargo, está aún por definir y será de lo que se encargue el equipo que se adjudique el concurso convocado por el consistorio para la redacción del proyecto básico y de ejecución de este centro de interpretación, un contrato que incluye además otras cuestiones como las certificaciones energéticas, la dirección de obra o la coordinación de seguridad y salud.

Uno de los criterios básicos será la accesibilidad. Deberá ser, además «funcional, más amable y sostenible». Los arquitectos deberán, pues, crear un espacio transitable y musealizado, que se pretende que se convierta en un nuevo atractivo turístico de la ciudad, al mismo tiempo que ayude a los avilesinos a redescubrir una parte de su historia. Uno de los criterios será su «funcionalidad», y también «la adaptación a los restos de la muralla y a las visuales que el nuevo edificio permita de la capilla de Las Alas.

El proyecto deberá ocuparse también de la propuesta de urbanización de este nuevo entorno de la muralla, en la esquina con la calle del Muelle, que cambiará completamente la imagen de esta parte de la ciudad, que durante décadas ha estado presidida por edificios en ruinas que hoy ya han desaparecido.

Mientras se abre este concurso, continúan las obras de demolición de estos edificios que se habían ido construyendo anexos a esta cara exterior de la muralla medieval, y se están realizando también catas para valorar que había debajo de ellos. El resultado de estos análisis, para los que se están utilizando ultrasonidos, será determinante para valorar el tipo de actuación que se haga en la zona, ya que dependerá de lo que se pueda encontrar.

De este seguimiento arqueológico se está encargando la empresa Castrum, que está tratando de conservar lo mejor posible los restos del paramento, además de consolidar la muralla y tratar los elementos que van apareciendo en el subsuelo. Una de las sorpresas ha sido poder comprobar que no solo se había conservado el paño interior, sino también el exterior, separados por «la distancia de una vara, unos 85 centímetros, que dejan paso de ronda». Ahora hará qué definir cómo se exhibe al público.