La Noche Blanca brilla por el día
El sol y el calor se convirtieron en los aliados perfectos de unas actividades al aire libre hasta que empezó a llover
Se sigue llamando Noche Blanca, pero la mayoría de las actividades tienen lugar a plena luz del día y ayer el día brilló más que nunca y las calles y las plazas se convirtieron en escenarios artísticos. Al menos, en las primeras horas de la tarde. Hasta que empezó a llover para deslucir e incluso interrumpir muchas de las actividades.
Hubo arte en todas sus manifestaciones: música, creación, improvisación, palabra... Había donde elegir y, lo mejor de todo, había público y participantes para todo. En la Factoría Cultural, el piloto de esta nave, lo tienen relativamente fácil gracias al alumnado de sus múltiples talleres. De nuevo, la actividad fue frenética. De todo tipo y durante muchas horas. Aunque si otros años llamó la atención la humareda de la técnica de cocción japonesa Raku, ayer la tecnología dejó claro que le quedan pocos límites por conquistar. En un guiño a la asturianía, un escanciador a tamaño natural hecho con impresora 3D tenía la intención de invitar a un culín a los sorprendidos visitantes.
En otros puntos de la ciudad, como en la Plaza de la Merced, la actriz Natalia Cooper enseñaba técnicas de improvisación a casi una veintena de personas. La mayoría, adultos. El círculo formado con sillas en torno a ella se fue desprendiendo de la vergüenza y ganando metros hacia la plaza.
La instalación artística de Benjamín Menéndez con tejas cerámicas y agua en la calle de La Ferrería recreó el curso de la vida
A pocos metros, Covadonga dirigía un taller artístico de reciclaje con restos de otros proyectos llevados a cabo en la Factoría Cultural. En principio no iba dirigido al público infantil, pero estos fueron los que se apuntaron en masa. Quizás porque para ellos no era impedimento sentarse en el suelo y trabajar con los marcos y acetatos con los que «están saliendo cosas interesantes».
Más llamativo fue la instalación 'Que vas a dar a la mar'. El artista Benjamín Menéndez, con la colaboración de alumnado del Bachillerato Artístico del IES Menéndez Pidal, recrearon con tejas cerámicas el curso de un río, con sus meandros y cruces en una metáfora del nacimiento y la muerte o la desembocadura en la ría de Avilés. Corría el agua por esas tejas puestas del revés sobre el suelo de la calle de La Ferrería y el público era invitado a dejar correr una pelota o, como en el caso de algún niño, un barco de papel que prácticamente llegó hundido al final.
Y así, con las visitas guiadas a espacios como el Museo de la Historia Urbana, charlas sobre mitología en Maqua, exposiciones en salas, galerías y centros, pequeñas actuaciones teatrales en escenarios singulares, la música en todo tipo de escenarios, se fue sucediendo una Noche Blanca que está en plena forma y con, cada vez, una mayor implicación del sector privado.
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