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El peluquero deEl Pozón «intentó rematar a su víctima, pero se le encasquilló la pistola»

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Un agente de la policía científica examina el suelo del lugar de los disparos. JOSÉ PRIETO

El peluquero de El Pozón «intentó rematar a su víctima, pero se le encasquilló la pistola»

La acusación sostiene que si Francisco Cuenca «no efectuó nuevos disparos fue porque se le encasquilló la pistola y mi cliente se la arrebató»

J. F. GALÁN

AVILÉS.

Miércoles, 6 de junio 2018, 04:13

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La acusación particular mantiene que Francisco Cuenca, autor del disparo que el pasado día dieciséis hirió a Manuel G. M. en Santa Apolonia, intentó rematar a la víctima. El cargador de la pistola, un modelo de fogueo rectificado para disparar munición de mostacería -una especie de cartucho de perdigones- «tenía otros siete proyectiles. Lo que sucedió fue que se le encasquilló, y mi cliente logró arrrebatársela antes de que efectuase un segundo disparo. Pero su intención era matarlo», subraya el penalista que la ejerce, Ignacio Hernando.

Cuenca fue detenido en cuestión de minutos por la Policía Nacional y dos días después, tras su paso por una unidad psiquiátrica hospitalaria, prestó declaración ante el Juzgado Número 2 de Avilés. Su titular decretó prisión incondicional sin fianza al apreciar deducible posibilidad de reiteración delictiva y ante la «peligrosidad y agresividad» del acusado derivada de sus «problemas de conducta». Tal decisión responde íntegramente a la petición de la Fiscalía, que calificó provisionalmente los hechos de homicidio en grado de tentativa a la vez que observó presuntos delitos de tenencia ilícita de armas y de amenaza, y se mantiene firme. El mismo juzgado ha desestimado la petición de levantamiento de tal medida solicitada por su abogada, que ha elevado recurso a la Audiencia Provincial.

El agresor, propietario de una peluquería próxima al lugar de los hechos, y la víctima, de profesión repartidor y vecino de la zona, se conocen e incluso eran amigos, si bien su relación se habría enfriado en los últimos tiempos. Ambos estaban en sendos bares situados prácticamente uno enfrente del otro y, según distintos testimonios, Cuenca, el agresor, había consumido una considerable cantidad de alcohol.

En torno a las once de la noche cruzó la calle y entró al bar en el que se encontraba la víctima al grito de «hijo de puta, ven fuera que vamos a arreglar lo nuestro». Manuel G. N aceptó el requerimiento y, una vez en el exterior, Cuenca efectuó un único disparo prácticamente a bocajarro, alcanzándole en el tórax y el cuello. Aun así la víctima consiguió derribarlo, le arrebató la pistola y regresó al bar. Entonces se percató de que estaba herido y solicitó a los clientes y al personal que atendía el negocio que llamasen a la policía y a los servicios médicos de emergencia. Trasladado al Hospital San Agustín y derivado al HUCA, en Oviedo, recibió el alta hospitalaria dos días después.

Los perdigones

Hernando asegura que la víctima tiene un perdigón alojado en el pulmón y varios en el cuello que, en un principio, no van a ser extraídos, dado que en este último caso «sus cuerdas vocales podrían resultar dañadas. Le disparó a un metro y medio de distancia y a una zona vital, y si no continuó disparando fue porque no pudo», reiteró. En cuanto a la pistola, «las de fogueo tienen percutor. En este caso lo que se hizo fue quitar una especie de barra que impide que salga el proyectil, y la policía encontró en el domicilio del acusado las herramientas necesarias para llevar a cabo esta modificación».

A la espera de presentar la acusación formal, Hernando califica los hechos como homicidio en grado de tentativa con el añadido de tenencia ilícita de armas, delitos para lo que el Código Penal contempla penas de hasta diez y dos años de prisión, respectivamente.

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