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Los jóvenes del grupo de La Luz participan en el taller de manejo de teléfonos móviles en el Centro de Personas Mayores del barrio. LAV
El programa municipal de Avilés que trabaja con las pandillas ha llegado a más de 800 jóvenes

El programa municipal de Avilés que trabaja con las pandillas ha llegado a más de 800 jóvenes

En la actualidad, este plan municipal de acompañamiento educativo trabaja en con 54 chicos y chicas en situación de riesgo

EVA FANJUL

AVILÉS.

Lunes, 26 de noviembre 2018, 04:30

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Más de 800 adolescentes y jóvenes avilesinos en situación de vulnerabilidad social han participado en el programa municipal de acompañamiento educativo y prevención Educación de Calle desde su puesta en marcha en 1999.

Tras dos décadas de trabajo ininterrumpido, desarrollado por Cruz Roja Avilés, se han mantenido los principales objetivos del programa: acompañar, informar y transmitir valores y pautas a jóvenes en riesgo social para dotarles de herramientas y recursos que fomenten su integración y desarrollo.

Lo peculiar de esta iniciativa es que todo ese trabajo se realiza en espacios abiertos fuera del marco institucional. Es decir, la labor de Educación de Calle se hace precisamente ahí, en la vía pública, en concreto, en aquellos lugares de la ciudad más frecuentados por los colectivos de jóvenes a los que se dirige, como parques o plazas. Se trata de un programa preventivo que sale a la búsqueda de estos grupos especialmente vulnerables a ciertas conductas problemáticas , que no se suelen acercar a los centros institucionales donde se ofrecen estos recursos.

El proyecto arrancó en Avilés a finales de los años noventa, tras una década con alta incidencia en el consumo de drogas y en el marco de la puesta en marcha de diferentes iniciativas y políticas municipales destinadas a Juventud. «El objetivo sobre todo era intentar llevar un programa de prevención a las zonas de Avilés donde había más jóvenes, como El Nodo, Jardín de Cantos o La Carriona. La idea era ir nosotros hacia los lugares que ocupaban los chicos y las chicas, es decir, el barrio, la plaza, la calle. Cuando tu vas a su terreno, ellos te ven de otra manera y tu también puedes trabajar con ellos otra forma»», explica la concejala de Promoción Social y Educación, Yolanda Alonso.

Educación de Calle trabaja con lo que se denominan 'grupos naturales', es decir, pandillas de amigos compuestas por chicos y chicas, con una media de edad de 17 años. Se trata de jóvenes que comparten factores de riesgo en diferentes ámbitos como son bajo nivel de autocontrol, la tendencia a la experimentación, bajo rendimiento y absentismo escolar, consumo de drogas o conductas disruptivas.

Grupos de chicos que suelen tener un bajo control parental y sobre los que en general la comunidad muestra una percepción negativa. «Trabajamos con chicos y chicas con una situación muy variada. Son jóvenes que entran ya en esa espiral negativa de abandono del sistema educativo, con problemas en casa, con autoestima baja. Jóvenes a los que el resto de la sociedad y también a veces su propia familia les hacen creer que no valen nada. Y son ese rechazo y ese sentimiento negativo los que refuerzan más el hecho de estar con su grupo, su pandilla, y desemboca en prácticas de riesgo, porque es donde se encuentran más seguros», explica Alonso.

En este contexto, la metodología del programa es la que «marca la diferencia y el éxito» respecto a otros recursos de intervención socioeducativa. «Llegamos a los jóvenes desde el respeto más absoluto. Los integrantes del equipo realizan un impresionante trabajo, aconsejando y sirviendo de referente sin adoctrinar», puntualiza la edil.

El año 2007 marcó un punto de inflexión en Educación de Calle, ya que pasó de ser un proyecto de colaboración con Cruz Roja, subvencionado por el Ayuntamiento de Avilés, a convertirse en un servicio municipal propio. En 2008, ya que el Consistorio no cuenta con personal especializado para llevarlo a cabo, el programa sale a concurso como contrato público municipal y se convierte en «el programa de prevención más potente del área de Promoción social», destaca Yolanda Alonso.

Para el equipo de Cruz Roja responsable del trabajo, el cambio «supuso un salto cuantitativo y cualitativo, que dotó de mayor estabilidad y medios a la intervención. De dos pandillas empezamos a trabajar con siete y la plantilla pasó de dos educadores a cuatro más un coordinador y el voluntariado de Cruz Roja», explica el coordinador de Educación de Calle, Alejandro Vigil.

Intervenir desde el respeto

En Educación de Calle, los educadores conviven con los chavales cuatro horas diarias de lunes a viernes. Durante ese tiempo, su presencia evita que «los chicos se metan en problemas de los que difícilmente van a poder salir». Esta iniciativa de educar en la calle se plantea con una concepción global de la prevención de las conductas de riesgo, pero en ella los monitores y educadores no prohiben sino que informan sobre los riesgos y consecuencias de algunas conductas y aconsejan a los usuarios sin imponerse. «Hay que entender que un chaval que es consumidor de porros no va a abandonar el consumo porque ningún monitor de Cruz Roja se lo diga. Por eso, lo que vamos a intentar es, por un lado, contarles los efectos dañinos que produce el consumo de esa sustancia y también proponerles y darles consejos de consumos menos arriesgados», explica Vigil.

Esta metodología basada en el respeto, el acompañamiento y la no imposición facilita que los jóvenes acepten al educador en su grupo y se presten a participar en las iniciativas que el programa les ofrece. «Hemos detectado que son personas muy alejadas de los recursos municipales, incluso los lúdicos y de ocio. Por eso, hemos intensificado la coordinación para que desde Juventud, Participación Ciudadana, Servicios Sociales, o Salud se pongan a disposición del programa todos aquellos recursos en los que pueden participar», apunta Alonso.

Con esta metodología se busca «visibilizar a estos colectivos de una manera positiva para el resto de la comunidad y empoderarlos». En este sentido, se destaca como en los últimos años los chicos de Educación de Calle pasan de ser meros usuarios a promotores de iniciativas para otros jóvenes y miembros de la comunidad. Es el caso de iniciativas como «el juego de escape que los chicos de Versalles organizaron en Los Canapés este Halloween y que fue un éxito. También, las que se llevan a cabo en el piso piloto de La Luz, donde los chicos participan en talleres de manejo de teléfonos móviles enseñando a las personas mayores o los talleres de cocina. Así dejan de ser vistos como macarras y pasan a ser uno más», destaca Vigil.

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