Borrar
El artista atusa la camisa a su Woody Allen de bronce, en 2005, en Oviedo. JESÚS DÍAZ
Santarúa. El artista que revive a las personas
CULTURA

Santarúa. El artista que revive a las personas

Prolífico. Su obra pública embellece y honra a personas populares en numerosas ciudades, principalmente de Asturias, pero también de fuera. El de Candás sigue produciendo

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 25 de junio 2021, 13:18

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Le contaba la madre de Vicente Menéndez-Santarúa a sus nietos que siendo su hijo un crío de tres años construía unas figuras con los corchos de las botellas que los dejaban boquiabiertos. Añade su hijo Samuel ahora, el único que ha seguido los pasos artísticos del artista, que la visión espacial y el concepto tridimensional de su padre le siguen llamando la atención. Casi tanto como la dedicación que sigue profesando a su trabajo y pasión, a la pintura, la escultura y el dibujo. Patas todas de una misma mesa sobre la que el de Candás expone una vida de trabajo, enseñanza y obra pública como pocas en el Principado.

Vicente Menéndez-Santarúa nació siendo Vicente Menéndez Prendes en 1936, el día que cayó una bomba en Candás y mató a una joven. Su madre, la misma que luego admiraba su habilidad con los corchos, iba hacia el refugio, pero Vicente tenía prisa por venir al mundo y quiso salir donde la fuente de Santarúa, quizás con la intención de coger ese apellido como sobrenombre artístico. Le costó un tiempo y mucha documentación legalizarlo, pero desde hace algunos años es apellido de pleno derecho en su documento nacional de identidad.

Se crió en Candás, pero fue Avilés, la ciudad en la que posteriormente fijó su residencia, la que le dio la primera oportunidad de exponer individualmente en 1962. Antes, a los diecinueve años había ingresado en la Academia de Bellas Artes de Asturias y a los veintiuno se le había concedido el carné de copista del Museo del Prado gracias a su paso por la 'mili'. Sí, mientras otros entrenaban con el fusil, a él le destinaron a la pinacoteca. Le había tocado hacer el servicio militar en Madrid y tuvo la feliz idea de realizar un retrato del teniente en un taco de madera sacado de las cajas de munición. Aquella escultura fue la «revolución» en el regimiento de artillería, pero él acabó pelando patatas. Sin embargo, una visita al teniente coronel Herrero, del Estado Mayor del ejército, acabó resultando providencial. Le expuso el caso y este le pidió que hiciese un retrato de su mujer. Se lo entregó días después y a cambio solo solicitó visitar el Museo del Prado. «Pues usted va a hacer allí la mili, y de paisano», contestó el militar. Así, Vicente Santarúa pasó el resto del servicio en la pinacoteca, viendo y examinando todos los cuadros de Goya, Rembrandt, El Greco, Velázquez, Durero...

Al año siguiente, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y, de regreso a Asturias, trabajó como profesor en el colegio San Fernando, de Avilés, en el instituto Carreño Miranda y en el de La Luz. Se sacó la licenciatura de Bellas Artes por libre en Valencia con el objetivo de opositar y sacar plaza como funcionario. Entró así en el instituto gijonés Padre Feijóo, en el barrio de La Calzada, desde el que volvió al Carreño Miranda ya como catedrático y luego al instituto de Salinas.

Fue feliz enseñando, casi tanto como creando arte para innumerables rincones de su patria natal y también para muchos lugares de fuera. Al principio exploró más el dibujo y la pintura, en la que se ha movido desde el estilo figurativo al expresionismo realista, pero con el tiempo se ha decantado por la escultura.

Las obras

De Santarúa es la estatua de Woody Allen, en Oviedo, inocente víctima del vandalismo cada dos por tres; el busto de Philippe Cousteau, en el Museo de Anclas de Salinas, un desafío a la ingeniería al estar 'colgado' de una de las escarpadas rocas del promontorio de La Peñona, o el monumento a Manuel Preciado, en Gijón. Son quizás tres de los más conocidos por su ubicación o por el personaje que representan, pero ni mucho menos los únicos.

Del de Candás son también la escultura al pintor Carreño Miranda, en la plaza de Camposagrado, los monumentos al Marqués de Santa Cruz y a Juan Pablo II y el busto de Manuel Avello, todos ellos en Oviedo, así como el Pleito de los Delfines, en Candás.

En los últimos años el fútbol ha protagonizado sus encargos. Tras el éxito de la escultura del jugador del Linares F. C. Fran Carles y la del entrenador Manolo Preciado, sigue trabajando sobre la figura de su amigo ya fallecido Marcelo Campanal y sobre la de Quini.

Dice Santarúa que las esculturas son como «partos», son «trabajos dolorosos» de los que resultan obras a las que «coges cariño». Sin embargo, como cada parto es diferente, el tiene sus favoritas y no es de esos artistas incapaz de escoger entre sus obras. A algunas las destaca por la difícil gestación y a otras por el resultado.

Tiene su taller un piso entero en la novena planta del edificio en el que vive y confiesa que le ha dedicado tantas horas a su trabajo que tiene una deuda impagable con su esposa, que siempre ha entendido su profesión y dedicación sin reclamar esas horas de atención robadas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios