«No aguanté más y le denuncié»
La víctima de violencia de género en un céntrico restaurante pide la colaboración de los testigos | «Había mucha gente que igual vio algo y otra que me ayudó, al que me quiera ayudar ahora se lo agradecería»
J. F. GALÁN
AVILÉS.
Martes, 31 de julio 2018, 03:58
La mujer que el pasado sábado fue objeto de malos tratos por parte de su pareja en un céntrico y concurrido restaurante de Avilés solicitó a través de las redes sociales colaboración a los clientes que en ese momento se encontraban en el local. «Había mucha gente que igual vio algo y gente que me ayudó. El que me quiera ayudar ahora se lo agradecería, pasando por la Policía Nacional de Avilés, llamando a la Guardia Civil de Castrillón o poniéndose en contacto conmigo para contar lo que vieron», pide.
Tal y como ha informado este periódico después de haberla amenazado e insultado y probablemente agredido durante la fuerte discusión desatada a la hora de comer en el restaurante el hombre abandonó el local en compañía de sus hijos para dirigirse a Coto Carcedo (Castrillón). Una vez allí dejó a los menores en la calle y se atrincheró en el piso que compartía con su pareja, actitud que depuso unas tres horas después gracias al buen hacer de un negociador de la Guardia Civil.
Ya está en prisión, incondicional, comunicada y sin fianza. La decisión fue adoptada al día siguiente por el titular del Juzgado entonces de guardia, el Número 5 de Avilés. Al ser el único con facultades en violencia de género, delito que se le imputa, ha asumido las diligencias.
El acusado tiene antecedentes por hechos de similar tipificación. Son tres, uno por abuso sexual con penetración y dos por malos tratos, ninguno de ellos perpetrado contra su actual pareja, sin que tampoco consten denuncias previas de ella. Al margen de las amenazas y los insultos, el auto judicial que ordena el ingreso en prisión recoge lesiones aparentemente constitutivas de delito en base a un informe médico redactado en el Hospital Universitario San Agustín. El juez también ha decretado una orden de protección contra la víctima.
En un brazo
Las lesiones físicas son de orden menor, en un brazo. Así lo admite la víctima. Se las ocasionó su pareja con su propio bolso cuando, aún en el interior del restaurante «se tiró a por él para cogerme las llaves», manifestó en la conversación que mantuvo ayer con este periódico. Ambos habían ido a comer en compañía sus tres hijos, ninguno de ellos en común, dos de él y uno de ella, todos fruto de otras relaciones. La mujer declinó explicar cómo se desarrollaron los acontecimientos, aunque sí confirmó que cuando ya habían alcanzado un alto grado de violencia verbal «un hombre que estaba en la mesa de al lado» intervino con el fin de aplacar los ánimos, extremo que no consiguió. Más bien al contrario. El presunto agresor le retó a que saliese a la calle a pegarse con él.
La mujer aprovechó ese momento de distracción para «coger a mi hijo e irnos los dos al baño. Ya no vi más. No salí de allí hasta que él se fue», añadió. Ella sería finalmente trasladada al centro hospitalario mientras la Policía Nacional, advertida por alguien, iniciaba la búsqueda del agresor. No fue complicado localizarlo. Una vez en su piso, el último de un edificio de tres plantas sito en la calle Monte Agudo, en Coto Carcedo, se puso en contacto con la Guardia Civil y con la televisión autonómica. Dijo que le perseguía la Policía Nacional y tras amenazar con prender fuego a la vivienda y quitarse la vida, exigió la presencia de un negociador de la Guardia Civil, que de forma inmediata llevó a cabo un extenso despliegue.
Varias patrullas adscritas al puesto de Piedras Blancas y a la Capitanía de Avilés, a la que pertenece, así como a la de Policía Local de Castrillón acordonaron la zona a la espera de que llegase el negociador, integrante de un equipo de la policía judicial desplazado desde la Comandancia de Gijón que no tardaría en llegar. Eran poco más de las seis de la tarde. Ya en el edificio, que no fue desalojado, el negociador inició su tarea, tranquilizar al atrincherado y convencerle de que la mejor salida posible para todos y muy especialmente para él era que depusiese su actitud.
El toma y daca se mantuvo durante aproximadamente dos horas y media, hasta que finalmente el hombre anunció su intención de salir de la vivienda y entregarse. Todavía tardaría unos treinta minutos en hacerlo. Había trancado la puerta y tras comprobar que no se podía abrir ni desde el interior ni desde el exterior, la Guardia Civil solicitó la presencia de un cerrajero, que una vez en el inmueble no tardó en solventar la situación. Entonces fue detenido y, siguiendo el protocolo, trasladado al Hospital San Agustín para descartar posibles lesiones y valorar su estado psicológico. Posteriormente, fue llevado a la Comisaría de la Policía Nacional de Avilés, que ha asumido la investigación de los hechos.
Maltrato previo
La mujer dejó entrever que en el tiempo que llevaban conviviendo, «poco más de un año», ya había recibido malos tratos. «No le había denunciado nunca y no aguanté más», dijo durante la conversación telefónica que mantuvo con este periódico. También sopesa interponer una segunda denuncia «por los destrozos que me ha causado en el piso», que asegura que es únicamente de su propiedad. «Tampoco fueron tantos. Esperaba más, pero no tengo ganas de represalias ni de más historias. Si acaso, por el seguro», concluyó.
Durante su declaración ante el juez el acusado negó la autoría de los hechos. Tras conocer la orden de prisión preventiva su abogada, Concepción Artime, manifestó que «se va a abrir un período de diligencias para practicar nuevas averiguaciones para aclararlo todo» y apuntó que «con casi toda seguridad» recurrirá el auto que al menos mantiene por el momento al hombre, de 51 años, en la cárcel de Villabona.