El voluntariado en Avilés se centra en sí mismo: estar bien para ayudar mejor
La psicóloga Tamara Fernández les enseña una serie de estrategias y herramientas que protegen su bienestar emocional
La voz inglesa 'burnout' ('quemado'), tan asociada al ámbito laboral, hasta el punto de que es traducida como 'síndrome del trabajador quemado', puede aplicarse también al voluntario. Siempre se destacan los beneficios positivos que aporta esta labor, que sin duda son muchos y variados, pero pocas veces se pone el foco en el agotamiento emocional que pueden provocar determinadas situaciones con las que la persona voluntaria tiene que trabajar. Por no citar otros riesgos como el estrés emocional y la frustración. Para evitar estas situaciones y lograr que el voluntario pueda encontrarse en plenitud de facultades y desempeñar su labor de la mejor manera posible, la psicóloga Tamara Fernández, de la asociación Sumamos y especializada en inteligencia emocional y coeducación, impartió ayer el taller 'Cuidar cuidándose, bienestar emocional en el voluntariado', la segunda parte del de 'Primeros auxilios y otros cuidados en la acción voluntaria', organizado en el Palacio de Valdecarzana por la Oficina del Voluntariado.
«Los objetivos que buscamos son el fortalecimiento de la conciencia emocional, dotar de conocimientos básicos sobre inteligencia emocional a los y las asistentes y promover y desarrollar hábitos de autocuidado y cuidado mutuo en el ejercicio del voluntariado», resumió la experta. Para ello la veintena de voluntarios que asistió a la sesión trabajó con dinámicas sobre «cómo cuidarnos para acompañar mejor a los voluntarios, todo relacionado con la gestión emocional». Entre otras, se trató de identificar qué tipo de emociones se sienten cuando se hace la labor de voluntariado, cómo se puede gestionar y cómo una persona se puede cuidar en todas las áreas implicadas: la mental, la física, la social y la emocional.
«Hoy se llevan una serie de estrategias y herramientas que luego podrán poner en marcha por su cuenta», resumió Tamara Fernández.
La empatía que caracteriza al voluntario es un arma de doble filo porque puede trastocar su estabilidad
La empatía que caracteriza a la persona voluntaria es fundamental precisamente para que dé ese paso y quiera colaborar con alguna de las entidades que trabajan por el bienestar de otras personas en diferentes ámbitos, pero es un arma de doble filo porque precisamente esa empatía es la que puede trastocar la estabilidad emocional y generar estos sentimientos de frustración e incluso fracaso.
Sin embargo, no se puede ignorar que el voluntariado suele suponer un aumento de la autoestima y de la satisfacción personal, puede actuar como un distractor de las preocupaciones personales, manteniendo la mente ocupada y estimulada, así como alinear las acciones de las personas con sus acciones. Por no mencionar, la adquisición de determinadas competencias y el crecimiento personal que supone.
El trabajo con el voluntariado es una de las líneas de acción de la asociación Sumamos, quien en 2023 firmó un convenio con la consejería de Derechos Sociales y Bienestar, para desarrollar el proyecto '¿Te sumas?', de captación y formación de voluntariado.