Cáncer hasta en la sopa
Cuando elegí un tema sobre el que divulgar, en la mayoría de los canales en los que lo hago, no escogí uno feliz. El cáncer no es sinónimo de alegría. Incluso cuando te fascina la biología que subyace a este conjunto de enfermedades, el tema tiene algo de pesimista. Me gusta pensar que también es esperanzador, pero muchas personas que me conocen, y que apoyan mi proyecto divulgativo, no ven mis videos al completo. La información los asusta.
Creo que elegí ser científica porque para mí el miedo está en lo incomprensible, lo que no entiendo, aquello con lo que no sé cómo interactuar. Cuando entiendes lo que sucede a tu alrededor puedes elegir, al menos en cierto grado, y sabes que tus decisiones están considerando información fiable.
Cuando alguien recibe un diagnóstico, y esto es algo que sucederá aproximadamente a la mitad de los hombres y a un tercio de las mujeres, es normal que aparezca el miedo. En mi experiencia este miedo tiene dos componentes. El primero es el miedo lógico a algo que, al menos potencialmente, pone en peligro nuestra vida. Miedo a un proceso difícil que afectará no so lo a quien lo recorre sino también a su entorno.
La segunda parte del miedo se puede evitar. Es el miedo a lo desconocido, el miedo a la indefensión, a la impotencia y a la perdida de agencia sobre nuestra propia vida. Este miedo desaparece cuando entendemos qué es el cáncer, por qué se produce, qué opciones terapéuticas tenemos y cómo funcionan. Cuando entendemos nos hacemos, de verdad, dueños de la información. Y cuando tienes la información correcta, y la comprendes, puedes elegir con autentica autonomía.
Hablo sobre cáncer en todas partes porque hacerlo significa ayudar a los pacientes y sus familias a elegir con libertad.