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Un proyecto con

La investigadora Luz Rello.

DISLEXIA

Luz Rello o cómo pasar de superar la dislexia a diagnosticarla de forma precoz para reducir el fracaso escolar

Se calcula que el 10% de la población podría ser disléxica, pero es difícil saberlo porque muchos casos nunca se diagnostican. Luz Rello, disléxica y licenciada en Lingüística y doctora en Informática, ha desarrollado un videojuego dirigido a niños de entre 7 y 11 años para detectar posibles casos.

Elena Pérez

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El primer pensamiento que Luz Rello tuvo relacionado con su dislexia fue que era más tonta que sus compañeros de clase. Tenía cuatro o cinco años y obviamente entonces no tenía ni idea de qué era la dislexia ni que ella la padeciese. Pero no era capaz de leer como sí hacían los demás niños y niñas de su clase. Rello no era tonta, desde luego, porque enseguida se le ocurrió una forma de disimular sus dificultades. Sentados en círculo en clase y leyendo por turnos, memorizó la parte que le iba a tocar a ella, aprendió a recitar del tirón y salvó la papeleta.

No es que no supiese leer, explica, es que no podía. Es una sensación difícil de explicar con palabras, cuenta, pero cualquiera en su situación puede entenderla. Eso es ser disléxico para un disléxico.

La dislexia

es un trastorno del aprendizaje que provoca dificultades en el reconocimiento preciso y fluido de las palabras.

Estas dificultades a menudo provocan un déficit en el componente fonológico del lenguaje. Además, hay consecuencias secundarias como problemas de comprensión lectora y una menor experiencia lectora que impide la adquisición de vocabulario y el aprendizaje general. Así, se calcula que el 35% de las personas con dislexia no termina la educación obligatoria y que menos del 2% consigue terminar una carrera universitaria.

La dislexia y el fracaso escolar

Esto quiere decir que las personas con dislexia no tienen una menor capacidad intelectual que los demás, ni tampoco ven peor. Simplemente no pueden leer con fluidez. Y en un sistema escolar en el que la lectura y la escritura son la base del aprendizaje, la dislexia supone un problema básico para estos niños y niñas, que parten en situación de desventaja respecto a sus compañeros.

Para muchos, esos primeros años escolares se pasan como los pasó Rello: buscando trucos, haciendo apaños, disimulando y sin decir nada, “buscando trucos para no tener que leer o escribir», cuenta. Hasta que toca leer en voz alta algo un poco más largo que no se puede memorizar. Y entonces empiezan los suspensos. Se calcula que el 35% de las personas con dislexia no termina la educación obligatoria y que menos del 2% consigue terminar una carrera universitaria.

El problema, explica Rello, es que la dislexia no se ve ni se nota, ni por quien la padece ni por quien le observa. “Es un trastorno oculto”. Se calcula que el 10% de la población podría ser disléxica, pero es difícil estar seguros porque muchos casos nunca se diagnostican, y muchos de los que sí se detectan es precisamente después de haber entrado en un ciclo de malas notas, suspensos, repetición de curso y baja estima en lo que se refiere a los estudios del que luego resulta muy difícil salir. “Todo el mundo te dice que te concentres y te esfuerces, y tú lo haces pero aun así no consigues mantener el ritmo”.

Con un diagnóstico a tiempo las perspectivas mejoran

No tiene por qué ser así. El diagnóstico a tiempo de la dislexia es la clave. Pillado a tiempo el problema, existen soluciones para evitar el descalabro escolar. Para empezar, porque una vez entendido en qué consiste la dislexia, los complejos y problemas de autoestima desaparecen. También el juicio de profesores y padres que, aunque bien intencionado, suele ser inevitable, achacando los malos resultados académicos a la pereza, el desinterés o la menor inteligencia.

Pero además, una vez que se entiende que el problema es la lectoescritura, se pueden aplicar recursos alternativos que se basen en otras estrategias: lecciones en audio, esquemas visuales, refuerzos a la memorización con reglas mnemotécnicas… Con la introducción de recursos audiovisuales en el aula el abanico de opciones se multiplica.

Rello tuvo suerte y fue de los alumnos que, a pesar de la dislexia y desarrollando mecanismos de compensación, consiguió terminar sus estudios, se licenció en Lingüística y se doctoró en Informática, siguiendo con el empeño que le llevó con 11 años a resumir la ortografía española en tarjetas esquemáticas: el de encontrar la lógica del lenguaje y modelizarlo. “Me enamoré del lenguaje cuando descubrí que tenía un orden lógico, casi matemático”.

Resultado de ese empeño, lleva años investigando el trastorno de la dislexia y trabajando en métodos que permitan encontrar este trastorno oculto antes de que sea demasiado tarde y el fracaso escolar sea lo que sirva de señal.

Gamificación para un cribado precoz

Junto con su grupo de investigación de la Universidad Carnigie Mellon, en Pittsburg, desarrolló Dytective, un videojuego para niños de entre 7 y 11 años que propone una serie de pruebas de lectoescritura con el objetivo precisamente de hacer un cribado en los alumnos y detectar posibles casos de dislexia. “Dedicamos mucho tiempo a recopilar los errores que cometen las personas con dislexia y nos dimos cuenta de que no eran aleatorios, que iban surgiendo patrones, aunque no todas las personas con dislexia siguen los mismos patrones”, cuenta Rello. Esos patrones están en la base de los ejercicios que propone el videojuego.

Llevan años testando Dytective en distintos contextos, el último son colegios de Madrid y de Murcia, para poner a prueba su hipótesis: un videojuego desarrollado específicamente para ello puede ser una forma sencilla y eficaz de detectar posibles casos de dislexia que permanezcan ocultos en niños pequeños en edad de aprender a leer y escribir, de forma que un profesional pueda después hacerles una evaluación y confirmar o descartar el caso, antes de que sean las malas notas y el fracaso escolar los que hagan saltar las alarmas.

A finales de 2020 publicaron sus últimos resultados, relacionados con el uso de esta forma de gamificación en dispositivos tipo tabletas en distintos entornos. Los datos son coherentes con lo que llevan años viendo: Dytective es una buena forma de hacer este primer cribado aunque no es, ni pretende ser, un método de diagnóstico “ya que hay otros factores como el cociente intelectual o comorbilidades de la dislexia que requieren de la supervisión de un profesional”, dicen los autores del estudio.

El objetivo, por tanto, es combinar los juegos y la gamificación con el papel de los profesionales de enseñanza formados en trastornos del aprendizaje, de forma que ese 35% de los niños y niñas con dislexia que terminan saliendo del sistema escolar antes de tiempo por la puerta de atrás tengan una oportunidad de desarrollar todo su potencial académico y de aprendizaje gracias a herramientas adaptadas a sus habilidades proporcionadas a tiempo.