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Blanca Álvarez González, en una fotografía captada en 2009. ALEX PIÑA

Adiós a una mujer libre «con el don de escribir»

Muere Blanca Álvarez, poeta, ensayista, novelista, autora de literatura infantil y juvenil y una mujer comprometida

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Lunes, 15 de febrero 2021, 01:56

Era una mujer de armas tomar, una escritora lúcida, uno de esos personajes imprescindibles de la cultura asturiana que dejó su herencia en un buen número de libros y también de forma habitual en las páginas de este periódico. Ayer moría Blanca Álvarez, con 63 años vividos con intensidad en la realidad y en las ficciones que compuso, conjugando en su vida y obra dos antónimos que pueden hallar la armonía: la fragilidad y la fortaleza.

Frecuentó todos los géneros esta mujer nacida en Cartavio (Coaña) que en los últimos años se alejó de la literatura por razones de salud. Escribió novela, ensayo, poesía y también halló un amplísimo hueco en la literatura infantil y juvenil. Y sus comienzos, como se encarga de recordar el crítico literario y poeta José Luis García Martín, fueron provocativos y repletos de versos. «Ella comenzó con los poetas de los años ochenta, con los nombres de esa renovación poética», señala Martín, que recuerda aquellos tiempos de auténtica efervescencia en la Luna de Abajo, los Jueves Literarios o la Tertulia Óliver. «Era un tiempo en que la mujer empezaba a hablar con voz propia, dejaba de ser musa para convertirse en protagonista». Y Blanca Álvarez lanzó sus versos incluso con una connotación lésbica «que no era biográfica» pero que tenía un cierto ánimo de aldabonazo, de golpe en la mesa.

Dejó los versos por la prosa. Y se convirtió en escritora profesional. Era una mujer con una escritura eficaz, que fue capaz de vivir de la literatura y eso es ya un logro en sí mismo. Ganaba premios, firmaba novelas de éxito, escribía reportajes, también ensayos. «Era una persona con una gran capacidad literaria», resume Martín, que la recuerda también como una notable ensayista que dejó su huella impresa en la revista 'Clarín'.

Más de ochenta obras llevan su firma. Y no solo eso, también el sello de los múltiples premios a los que aludía Martín, empezando por Internacional de Poesía Cálamo. 'La agonía de los deseos', 'Las niñas no hacen ruido cuando mueren', o 'Sarajevo-Berlín, billete de ida' fueron algunas de sus primeras obras, tras la que llegó 'El escritor asesino', todas ellas para el público adulto. Pero el infantil, con publicaciones como 'Milú, un perro en desgracia', también le dio múltiples alegrías. En 2002, con 'Caracoles, pendientes y mariposas' obtuvo el XIII Premio de Literatura Infantil Ala Delta.

Un año después se hizo con el Premio de la Crítica de Asturias por 'El puente de los cerezos'. El Premio Destino Infantil con 'Witika, hija de los leones' llegaría a continuación. Fueron muchísimos los títulos en una carrera dilatada en la que nunca dejó de escribir mientras la salud se lo permitió. Un ictus forzó su retiro y está en el origen del fallo multiorgánico que en la madrugada del domingo se la llevó en Oviedo. 'Las herejes', publicada en 2015, fue una de sus últimas novelas y la presentó junto a su amiga Amelia Valcárcel.

Siempre activa, siempre comprometida, se distinguió por su feminismo militante. «Mis primos me dicen: ¿Por qué eres feminista si vives bien, eres culta...? Ya, pero, mientras haya una sola mujer a la que le corten el clítoris o una niña a la que casen con un tío de 60, a la que asesinen, yo tengo la obligación de ser feminista», confesaba en una entrevista con este periódico cuando presentó 'Las herejes'. Ella, sin pelos en la lengua, fue libre hasta el final: «Ya estoy muy mayor. Me he comprado la libertad de decir lo que quiero, algo que tiene un precio que no todo el mundo está dispuesto a pagar».

De ese compromiso sabe y mucho Amelia Valcárcel, ayer conmocionada y dolida por el adiós definitivo de su amiga. «Era una persona muy inteligente, que luchó muchísimo por tener un lugar de relevancia intelectual, y eso le resultó extraordinariamente difícil», afirma la filósofa asturiana. Destaca Valcárcel su capacidad para escribir con una facilidad infinita: «Tenía el don de escribir como algo que fluye de una manera natural». A su juicio, «en Blanca se cumplen las condiciones generales que hacen que para una mujer resulte difícil la ambición literaria». Venció las dificultades. Esa esa su fortaleza, pero «por otro lado había en ella una especie de fragilidad que no sabría dónde estaba, pero estaba en todo».

Madre de Iria, su única hija que reside en los Países Bajos, hoy será despedida, a las seis de la tarde, en el tanatorio de Cabueñes, en Gijón.

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