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Alicia Aza: «Mi afición por el arte comenzó en Gijón»

Alicia Aza: «Mi afición por el arte comenzó en Gijón»

La autora regresa con un poemario intimista muy visual y pictórico que busca la armonía interior

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Sábado, 15 de mayo 2021

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Alicia Aza (Madrid, 1966), abogada y poeta, acaba de publicar 'Al final del paisaje' (Valparaíso, 2021), un poemario en el que ahonda, con tono reflexivo, en los límites de la identidad, así como en la necesidad armónica de la naturaleza, que utiliza para hablarnos de la armonía interior y el respeto. Soledad, dolor o ausencia desde un pensamiento humanista; invitación a profundizar en la importancia que la memoria tiene como conductor y constructor del yo. Un poemario que se asemeja a un cuadro, no en vano, Aza es una apasionada del arte, y que tiene una musicalidad que, según la propia autora, suena a Mussorgsky.

-¿Qué siente cuando dicen de usted que es una poeta esencial de su generación?

-Asombro y luego responsabilidad.

-Sus poemarios tienen cada uno una musicalidad diferente y en el último, 'Al final del paisaje', ha buscado una que recuerda el pasar de las brochas de los pintores. ¿Le parece acertada esta metáfora? ¿A qué asemejaría usted la musicalidad de este libro?

-En este libro aparecen muchos elementos del paisaje, de la naturaleza, que utilizo para hablar de los temas que me interesan y en ese sentido es muy visual, plástico, pictórico. La poesía es musicalidad, ritmo e imágenes. Lo podría asociar con 'Los cuadros para una exposición', de Mussorgsky.

-¿El anterior a qué sonaba?

-'Arquitectura del silencio' no tenía una mirada tan intimista; la mirada era hacia la colectividad, quizá fuera más cinematográfico, menos pictórico por ponerlo en relación con la respuesta anterior. Lo podría asociar con la 'Quinta Sinfonía' de Mahler, cuya música siempre tengo muy presente.

-Hablamos de brochas, trazos y cuadros. El arte es para usted fundamental en su vida. ¿Recuerda cómo nació esta pasión?

-Nace en mi entorno familiar en la infancia. El primer museo que visité fue siendo muy niña con mis padres y fue el 'Museo de Arte Contemporáneo Español' en Madrid. Mis padres siempre han participado del gusto por la cultura y en especial por el arte, la música y la literatura. Mi afición comienza en Gijón, empiezo a acercarme a la pintura asturiana, a sus paisajes, que tengo tan interiorizados, y poco a poco empecé a interesarme por el arte contemporáneo. Podría seguir y seguir…

-Yo soy muy de Waterhouse. Usted, si pudiera ser parte de un cuadro, ¿en cuál le gustaría aparecer?

-A mí también me gusta muchísimo Waterhouse y todo el movimiento al que pertenece. Aparecer en un cuadro no me despierta mucho interés, pero si tuviera que elegir diría que en un paisaje de Anselm Kiefer o en un dibujo de Louise Bourgeois.

-La música, como el arte, también es fundamental en su vida. ¿Qué tipo de canción le gustaría ser?

-Sí, la música está muy presente y es para mí una gran afición. Depende del estado de ánimo. La música es la que más lo modifica. Así, sobre la marcha, elegiría un fado, pienso que tiene mucho que ver con el tipo de poesía que cultivo.

-Cuando trabaja, ¿hay música a su alrededor?

-La música me gusta tanto que me descentra. El silencio es una música muy importante y escribo en silencio.

-'Al final del paisaje' lo terminó antes de que comenzara la pandemia y en él habla de la pérdida y la salud o del dolor de la ausencia. ¿No le parece un libro vaticinador?

-Es verdad que aparecen todos esos temas que en realidad son universales de la poesía y se recogen también en poemarios anteriores. Quizá la salud, la espera, no habían aparecido antes y en ese sentido me parece que sin darme cuenta se adelantaba algo de lo que luego hemos vivido de manera tan tremenda, pero no como vaticinio.

-Busca la armonía en la naturaleza, ¿y en la sociedad?

-La belleza de la naturaleza me permite una armonía interior y conexión conmigo misma. Esa mirada hacia el interior. La sociedad, todos nosotros, deberíamos respetarnos como seres humanos y luego respetar la naturaleza en la que vivimos.

-En todas sus obras, la memoria es una constante. ¿Qué le da más miedo, no recordar o recordar demasiado?

-Sin duda no recordar. Sin memoria nos borramos, dejamos de existir, desaparece nuestra identidad.

-¿Qué lado de la vida le gusta narrar? ¿La cara B o la cara A?

-La cara A la dejo para el ejercicio de la abogacía, la literatura para la cara B. Las dos juntas conforman la moneda o el pétalo.

-¿Es la palabra el arma más poderosa que tenemos?

-La palabra, por la palabra, no. Aquella que recoge o expresa un pensamiento, sí.

-¿Le gustan más los héroes o los antihéroes?

-Los héroes. Recuerdo que el último verso que cierra mi anterior poemario, 'Arquitectura del silencio', dice: «¿Y qué sueñan los héroes mientras duermen?».

-Ya que hablamos de héroes, si usted pudiera transformase en un villano de libro, el que le diera la gana, ¿cuál le gustaría ser?

-La reina de corazones de 'Alicia en el País de las Maravillas'.

-¿Cuál es su libro favorito, ese al que vuelve siempre con apetencia?

-En mi mesita de noche siempre están dos: 'Libro del desasosiego', de Pessoa y 'Diario de una escritora', de Virginia Woolf.

-¿Le da miedo el éxito?

-El éxito debería vivirse como el alcance de las metas personales a través del esfuerzo y el trabajo, y en ese sentido, si se logra conseguir, será gratificante. Otra cosa es la fama y eso no casa bien con la poesía como yo la vivo.

-¿Por qué vendería su alma?

-No tengo nada a la vista y eso me hace ser muy libre.

-Para terminar, elija una palabra para definir su literatura.

-Esa complicada tarea se la dejo a los lectores.

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