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Eva Amaral y Juan Aguirre, acompañados por una potente banda, entusiasmaron al público de Avilés.

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Eva Amaral y Juan Aguirre, acompañados por una potente banda, entusiasmaron al público de Avilés. FOTOS: MARÍA FUENTES

Amaral, energía y magia de mil colores

El dúo zaragozano y su banda ofrecieron un intenso recorrido por su último álbum y sus temas icónicos en un Palacio Valdés abarrotado

PABLO. A. MARÍN ESTRADA

AVILÉS.

Lunes, 2 de marzo 2020, 01:04

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Cálido, luminoso y abierto a nuevas tonalidades sonoras. Así es el 'Salto al color' que da título al nuevo disco del dúo Amaral y a la gira que ayer los llevó a Avilés. En un Palacio Valdés lleno hasta la bandera (el papel se agotó el mismo día de su puesta a la venta hace semanas), los zaragozanos y su cualificada banda correspondieron a la fidelidad de sus fans con un intenso recorrido por cada uno de los cortes del nuevo álbum, combinados con una nutrida selección de temas ya icónicos de su repertorio. En total, una treintena de canciones aireadas en la clave policromada y cercana al baile de su último trabajo sin perder una chispa de la emoción de siempre ni de la potente limpieza de un directo que hace volar la prodigiosa voz de Eva Amaral sobre las guitarras de su compañero Juan Aguirre. Anoche se llevaron al teatro entero tras sus alas.

A los acordes de 'All tomorrow's parties' de la Velvet se apagaron las luces y con casi media hora de retraso salieron Eva y Juan con sus músicos -teclados, batería, bajo y corista- para abrir con un tema del nuevo disco 'Señales'. Sin respiro dispararían ya dos clásicos: 'El universo sobre mí' y 'Marta, Sebas, Guille y los demás', que pusieron ya alto el termostato para seguir con otra vieja canción, 'Hoy es el principio del final', caldeando de palmas el teatro. Fue antes de saludar recordando su primer bolo avilesino en Don Floro e invitar a grabar («solo un poquito, tenéis que disfrutar») para quienes se quedaron sin entrada.

Frescura y confianza

Temas frescos como 'Bien alta la mirada' o el rotundo 'Lluvia' se irían mezclando con clásicos, coreados por la parroquia: 'Cómo hablar' -Eva ya sin chaqueta- o 'Revolución' -y el lógico delirio-. Tocaba tomar aire para seguir a ese ritmo y 'Soledad', la perla flamenca del nuevo disco venía al pelo, antes de sumergirse en 'Ruido', invitados por Eva a hacer honor al título. Y ya en confianza, continuar fogueando las manos con la contundente 'Nocturnal' porque llegaba el momento de hacer temblar el Palacio Valdés con 'Moriría por vos'. Nueva inhalación de oxígeno con 'Cuando suba la marea' y y caña preparatoria en 'Juguetes rotos' para recibir otros dos clásicos: 'Blues de la generación perdida' y la locura colectiva de 'Días de verano'.

Afortunadamente el coliseo avilesino seguía en pie, sin hundirse, porque aún quedaba bastante mecha que quemar. En las mismas aguas de poesía y baile desenfrenado navegarían 'Ondas do Mar de Vigo' y 'Mares igual que tú'. La siguiente invitada sería la inolvidable Cecilia homenajeada con su 'Nada de nada', a un insólito ritmo electrizante. Y otro recuerdo, en este caso a alguien presente en la sala, Béznar Arias, el promotor que trajo el dúo al Don Floro en 1989 con una joya de esos inicios: 'Rosita'.

Eva se despidió con el discotequero 'Entre la multitud' levantando a sus fans, pero su sonrisa y el clima general delataban que solo podía estar hablando de una retirada estratégica. Pronto reaparecería con nuevo look de guerrera futurista y la banda preparada para atacar con otro de sus temazos: 'Kamikaze'. Se colgó el banyo eléctrico para otro bailable del disco nuevo, 'Tambores de la rebelión', y lo cambió por la guitarra lanzándose a los aullidos de 'Hacia lo salvaje'. Y tras otro amago de adiós con la envolvente 'Halconera', aún volvería con los cartuchos de reserva y look final de coloristas tules para cantar sola con Juan 'Sin ti no soy nada'.

Dos horas y media

El dúo y su banda llevaban algo más de dos horas de vuelo y arrastrando en él a un público que tampoco parecía acusar la mengua de combustible. Las luces encendidas dejaron ver el patio de butacas en constante ebullición cuando sonó -ya de nuevo con la banda en pleno- 'Salir corriendo' arropada por las voces de cada rincón del teatro.

Pero el viaje, a pesar de toda la energía repartida por la sala tenía punto final. Llegaría con la magia arrolladora de 'Llévame muy lejos' para buscar su definitivo aterrizaje con 'Peces de colores' y con él una tormenta interminable de agradecidos aplausos. De todos los colores.

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