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Arte grande

ALBERTO PIQUERO CRÍTICA DE 'AIRES DE ZARZUELA'

Jueves, 14 de junio 2018, 16:43

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Un espectáculo bien concebido se desplegó en la tarde del pasado sábado en el Teatro Jovellanos, bajo el rótulo indicativo de 'Noche española. Aires de zarzuela'. Doce piezas del género chico que una vez más tuvo silueta grande, acogido a algunos de los temas más populares de su registro y a los autores que le han dado mayor brillo. La propuesta invitaba a redescubrir la zarzuela «intacta en todo su esplendor», al tiempo que a proporcionarle esos «nuevos aires» que la pudieran refrescar. Ambos propósitos quedaron cumplidos, ante un público que colmó el aforo. Con dirección escénica de Luis Olmos y en el apartado musical, de Celsa Tamayo, quien asimismo se ocupó del piano de modo impecable durante la función, la antología se inició a los compases de 'La revoltosa', siendo el cuadro de baile encabezado por Cristina Arias y Francis Guerrero la portada. Los dos bailarines dieron muestras de un excelente dominio de la danza tradicional, incorporando pasajes expresionistas en el remate del fragmento de 'La leyenda del beso' o en las 'Granadinas', de 'Emigrantes', espléndidas por otra parte en la voz del tenor Julio Morales, el cual tal vez comenzó un tanto frío para ir ganando seguridad y armonía contagiosa en el desarrollo de la obra, situada cronológicamente a través de un texto teatral en los años 40. La ambientación de época, lograda mediante fondos escénicos que retrataban la década de referencia, fue uno de los hallazgos, enmarcando documentos gráficos, anuncios publicitarios que retrotrajeron al aroma del anís de 'La Praviana' o de las primitivas cuñas de la Coca-Cola, y en los diseños de corte más actual, pinceladas de cromatismo vanguardista. Junto a Julio Morales, la soprano María Rodríguez estuvo correcta. En papeles más breves, el barítono Antonio Torres consiguió momentos de gran lucimiento, y la soprano ligera Elisandra Melián, que sustituyó a Sonia de Munck, constituyó la sorpresa de la velada. Cristalina, de amplio registro, bañando de alegría sus interpretaciones. Dúos y cuartetos se mezclaron de forma exquisita. Para el epílogo, a los sones de la jota 'Aragón la más famosa...', de 'La Dolores', de Tomás Bretón, quedó la magnífica participación de la coral polifónica gijonesa Anselmo Solar, intensa y emotiva. La zarzuela, ya se sabe, nunca fue chica, artísticamente hablando.

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