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Pintura de 1967. Fotos: Museo Casa Natal de Jovellanos

El Antonio Suárez íntimo e inédito ya está en Gijón

El Museo Casa Natal de Jovellanos ha recibido las obras y la documentación de la familia que se expondrán en junio, con varias piezas nunca mostradas hasta ahora

M. F. Antuña

Gijón

Sábado, 8 de abril 2023, 22:19

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Cien años se cumplen de su nacimiento y diez de su adiós. Antonio Suárez (Gijon, 1923-Madrid, 2013) fue un pintor de referencia en el siglo XX entre cuyos méritos está el de haber sido uno de los fundadores de grupo El Paso. Quien desde bases figurativas hizo de la abstracción bandera, tiene gran presencia en las colecciones públicas asturianas pero tuvo también la visibilidad que le dio una trayectoria que le llevó por medio mundo y a bienales tan importantes como las de Venecia o Sao Paulo. El Reina Sofía, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona o los de Sevilla, San Francisco, Bilbao, Leverkusen y Austin conservan la obra de un creador al que este 2023 el Museo Casa Natal de Jovellanos dedica su gran exposición del año. Yno será este el único homenaje que le rinda la tierra en la que nació, pues el Museo de Bellas Artes también hará lo propio y de forma coordinada con Gijón para que ambas propuestas sean complementarias.

Lo curioso es que cuando en junio abra las puertas esta exposición de Antonio Suárez será porque eche el cierre la dedicada a Joaquín Rubio Camín. Fueron amigos ambos y cruzan así de nuevo sus caminos por las salas del Museo de Gijón, al que une a ambos su generosidad hacia él. Camín hizo donaciones en vida y sus hijas a su muerte han hecho lo propio. También Antonio Suárez, un año antes de su muerte, en 2012, realizó una generosa donación de pinturas y dibujos.

De ahí saldrán algunas de las piezas que tomarán el patio y dos salas superiores del espacio, pero la gran mayoría proceden de Madrid. Están ya en Gijón las obras de la colección de la familia del artista, que será la que adquiera especial protagonismo en la muestra.

Están contentos en el museo con este relevo de grandes creadores y con la llegada de esas piezas, muchas de ellas inéditas, nunca expuestas hasta ahora, que harán renacer el interés por Suárez y por conocer más a fondo una figura tan emblemática en el universo pictórico que vio colgadas sus pinturas de icónicos lugares para el arte como el MoMa de Nueva York.

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La exposición que Gijón prepara no será antológica ni presentará un relato cronológico, sino que pretende exhibir obras importantes del creador de una forma singular, con ese diálogo entre las dos colecciones. «Vamos a presentar nuestra colección estableciendo una lectura cruzada con la que conserva Pelayo Suárez, hijo del pintor», detalla Lucía Peláez, que aporta un dato: son 27 las obras que han llegado desde Madrid.

«No buscamos un recorrido cronólogico, sino analizar determinados temas que persisten en su trayectoria entre las dos colecciones, la pública y la privada. Por ejemplo, hay pintura de la etapa figurativa que compositivamente, desde el punto de vista pictórico, tiene relación con la etapa de vinculación a El Paso y etapas posteriores, incluso se presentan tres pinturas que son las únicas, según Pelayo Suárez, que tienen referencia claramente figurativa cuando estaba pintando lenguaje abstracto», añade. Serán en total unas cuarenta obras las que se podrán ver en este homeneje que incluirá la publicación de un libro, que no es propiamente un catálogo, y que contará con texto de presentación a cargo de Juan Manuel Bonet. «Queremos abordarlo como un libro de artista», revela Peláez.

'Interior', 1979.

La directora del espacio museístico subraya que el hijo de Suárez ha hecho llegar diferentes materiales que sirven para poner en contexto su trayectoria. «La familia nos aporta un fondo documental fundamental, con materiales interesantísimos, como una fotografía de la exposición en el MoMa de Nueva York, el cartel que se editó, algo de correspondencia», apunta Peláez. Se relatan con esos documentos las exposiciones individuales y colectivas en las que participó y ese periplo vital y artístico que incluye éxitos en Japón, como el que constata la carta que le envío el embajador español en Tokio allá por 1959, o de nuevo en Nueva York, con una misiva llegada desde el Guggenheim que mira a Central Park en la que le reclaman tres pinturas suyas en 1960 para una exposición que pretende mostrar la vitalidad de la pintura española en ese momento.

'Retrato de mi mujer', 1955.

Todo ese material no se quedará en Gijón, pero su llegada a la ciudad permitirá no solo que sea expuesto, sino que sea digitalizado y se ponga a disposición de estudiosos que quieran tener acceso a él. «Ese fondo documental es totalmente inédito y francamente interesante. Estamos digitalizándolo todo, con la intención de que se conserve y volcarlo en la web», anuncia Lucía Peláez.

'La camisa', 1960.

Hasta otoño se recordará el ingenio creador de un hombre cuyos inicios se sitúan en la arquitectura. En 1945 empezó a trabajar en el estudio del arquitecto Antonio Álvarez-Hevia donde conoce a Camín y comienza el viaje. El impresionismo le fascinaba y de la figuración pasó rápidamente a la pintura abstracta y de Asturias a Madrid buscando no hacer caso a las modas y trazar su propia ruta. Barcelona y París fueron escalas de un viaje que también le llevó a conocer a otros grandes asturianos como Orlando Pelayo. El informalismo se instaló en la obra de quien pintó y dibujó, porque no hay que olvidar la importancia del dibujo, del que el museo de Gijón conserva unas sesenta piezas tan destacadas como los propios óleos donados y elegidos para mostrar lo más ambicioso de su legado.

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