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A. VILLACORTA
OVIEDO.
Viernes, 1 de diciembre 2017, 00:12
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Si hubo alguien que retrató como nadie el Nueva York canalla y sórdido de los convulsos años 30 y 40, ese fue Weegee, el reportero gráfico freelance especializado en sucesos que publicaba en todos los grandes periódicos -todos se disputaron su exclusividad y a todos se la negó para ser «un espíritu libre»-, que convirtió el crimen en espectáculo y a la mafia en objetivo prioritario de su flash. Weegee, pseudónimo de Arthur H. Fellig, el emigrante polaco en la ciudad que nunca duerme que era el primero en llegar al levantamiento del cadáver cámara al hombro. El que vivía siempre alerta en un Chevrolet equipado con todo lo necesario (puros, salami, una muda o carretes infrarrojos para hacer fotos en la oscuridad y hasta disfraces) para estar al cabo de la calle, «porque él mismo era la calle», explicaba ayer Pepe Font de Mora, uno de los comisarios de la exposición 'Weegee by Weegee', que acaba de abrir sus puertas en la sala de exposiciones del SabadellHerrero en Oviedo con 114 fotografías del hombre que «fue también el primero en hacerse con una radio sintonizada con la frecuencia de la Policía». El mismo que se movía con soltura entre los ambientes del hampa y las fuerzas del orden, rodeado de mitos y misterio (su mote deriva de 'ouija', en alusión a su supuesta capacidad para comunicarse con los muertos), pero también de trazos de ternura, teatralidad y un irónico sentido del humor que usaba en los títulos que colocaba a sus instantáneas.
La muestra, que podrá disfrutarse hasta el 3 de marzo, incluye una cuidada selección de su trabajo: desde imágenes de asesinatos, incendios, detenciones o víctimas ensangrentadas de accidentes hasta escenas populares de las aglomeraciones en las playas urbanas de Coney Island o eventos sociales, con señoras camino de la ópera y familias yendo a misa endomingadas.
Todas ellas pertenecen a Michel y Michèle Auer, dueños de la colección privada de fotografías más importante de Suiza y cuya historia con Weegee empieza cuando el matrimonio, cautivado por el fotoperiodista que hizo de la noche su territorio, decidió cambiar su casa en París por las imágenes, «algo que parecía una locura hace cuarenta años pero que se demostró un acierto», resumió Font de Mora, de Foto Colectania, que coproduce la muestra. Un recorrido exquisito que tiene como peculiaridad que, junto a los disparos firmados por Weegee, se incluyen ediciones originales y filmaciones de sus fotolibros más célebres, que vertebran la exposición.
Toda una oportunidad de sumergirse en los bajos fondos neoyorquinos que se completa con sus textos y el fragmento del documental 'The Naked Eye' en el que Weegee -que inspiró joyas del cine como 'The Public Eye' o 'L. A. Condidential'- aparece recorriendo la ciudad de sus desvelos. Esa New York truculenta de delincuentes, travestis y niños callejeros en la que logró su sueño: «Quería ser famoso a toda costa y lo consiguió. Y, de hecho, firmaba sus fotos como 'Weegee The Famous'». La quintaesencia de la fotografía negra justo a tiempo para la hora de cierre.
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