Fotografía emergente de sueños, corazón y muerte

Los nuevos talentos no tienen que ser necesariamente jóvenes. Alonso Lobo, uno de los ganadores de este año, hace tiempo que cumplió los 50. Y fue cuando estaba a punto de llegar a esa cifra redonda cuando este virólogo, doctor por la Universidad Autónoma de Madrid, vio la luz. «Paso la vida enclaustrado en un laboratorio, trasteando entre virus hasta que, a punto de cumplir los 50, cae en mis manos una cámara, toda llena de botones. A partir de ahí empiezo a jugar, a disfrutar contando historias mientras miro a través de un agujerito», relata sobre su tardía vocación, que le lleva al Barjola con el proyecto 'DEPartures'. Y hacia la muerte, como el juego de palabras cruzadas indica, conduce la reflexión gráfica que plantea este creador, que mira con su cámara a ese más allá, para ver, imaginar, intuir lo que hay detrás. Son estampas tenebrosas, pero al tiempo bellas, con un punto de magia, de luz. No hay solo oscuridad en esta muerte hecha arte. Son diez imágenes suyas las que se podrán ver, como de las otras dos fotógrafas becadas en esta edición. En total, 30 fotografías conforman la muestra a tres bandas.

Mucho más luminosa es, en cualquier caso, la propuesta de Vanesa Lara, cuyo proyecto lleva por título 'Vacío perfecto' y que nace de su pasión por la literatura y las vanguardias artísticas y cuyo título surge de un libro de Stanislao Lem. Viene a contarse en esas páginas que la realidad puede llegar a ser un juego y que las reglas pueden ser cambiadas o combinadas. Y eso hace ella: «Con mis fotografías quiero dotar al proyecto de un aura irracional, plasmar de alguna manera el mundo del subconsciente y de lo onírico».

Esta graduada en Filología Románica por la Universidad de Barcelona que se formó después en Literatura comparada, diseño y fotografía en la Universidad del País Vasco y en la Escuela Europea de Diseño, dispara sobre un mundo poético y caótico, que no distingue entre realidad y ficción ni entre lo carnal y lo espiritual.

Isabel Flores, la Skimal, mira con claridad meridiana hacia la vida. Con mayúsculas. Su fotografía apunta directamente al corazón y esta no es una frase hecha. Es literal. Es pura realidad. Esta ibicenca de 39 años formada en la Universidad Autónoma de Barcelona, que ha vivido también en Madrid, Londres y Buenos Aires y con una amplia trayectoria en el mundo de la fotografía, llega a Gijón con 'A corazón abierto'. «Con tres años fui intervenida quirúrgicamente a causa de una comunicación interventricular. A los 33, durante una estadía en Buenos Aires, empecé a cuestionarme este hecho. ¿tendría consecuencia la intensidad de mis emociones a causa de que de pequeña me tocaron el corazón?». Ese es el principio de su investigación, realizada a través de la psicomagia que ahora es arte.