«Luis Fernández no tiene la presencia que debería, parece que arrastra una maldición»
«Esta cita va a ser un homenaje a todos los que nos hemos dedicado a Luis Fernández; a los que lo rodearon en vida ... y a todos los que nos ocupamos de él después de la muerte», contaba ayer el crítico de arte Luis Feás Costilla. Lo decía poco antes de entrar al Real Instituto de Estudios Asturianos para participar en un acto sobre el pintor ovetense, en el que también estuvieron el miembro del Ridea Ángel Villa y la historiadora del arte Ana Mas. Los tres se reunieron para recordar aquella antología que hicieron «en el año 2000 en Oviedo para conmemorar el centenario de su nacimiento. De aquella, trajimos noventa obras», explicaba Feás.
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Es un buen momento para rememorarla, ahora que el Bellas Artes tiene una gran exposición en sus salas, «que es un reencuentro gozoso con Fernández». Un artista que «parece que arrastre una cierta maldición», se lamentaba el crítico, triste de tener que estar «siempre recordándolo porque no tiene la presencia que debería». No se valora lo suficiente a este creador, que «llegó a tener una sala propia en el Reina Sofía».
Ahora esa suerte ha desaparecido, pero eso sí: en estos momentos, la mayoría de sus obras están «controladas», a pesar de que están bastante desperdigadas. «Es una labor titánica ubicarlas todas porque las que forman parte de colecciones particulares se están moviendo constantemente», explicaba Mas. «Pasan a los herederos y estos pueden venderlas, pero, una vez tienes controlado dónde están, es más fácil seguirles la pista».
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