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El Museo de Bellas Artes de Asturias, en plenas obras de ampliación. MARIO ROJAS

El Principado garantiza la seguridad en los museos asturianos, tras el robo en el Louvre

«Estamos preocupados. Llevamos un tiempo reclamando un incremento de la vigilancia», reconoce la directora del Museo Arqueológico, donde un individuo causa altercados en los últimos meses

Lunes, 20 de octubre 2025, 13:23

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Como si de un thriller se tratase, el Louvre permanece cerrado este lunes, tras el espectacular robo de película perpetrado por un comando de cuatro encapuchados que se llevaron ocho «joyas de la corona de Francia» con una escalera y una radial. Un torpedo en la línea de flotación del orgullo galo y de sus símbolos que intentan evitar a toda costa los responsables de los grandes museos asturianos como el Bellas Artes, donde el refuerzo de la seguridad es un quebradero de cabeza recurrente y una reivindicación histórica.

Comparte la denuncia María Antonia Pedregal, al frente del Museo Arqueológico de Asturias desde 2021: «La cuestión de la seguridad es algo que a mí siempre me ha preocupado mucho, porque nunca sabes por dónde te va a venir el problema y nunca pasa nada hasta que pasa».

Y, en su caso, tiene motivos para la intranquilidad, porque el Arqueológico es uno de los grandes custodios de «piezas de enorme valor patrimonial». Un centro donde, aunque cuentan con medidas como un circuito cerrado de televisión que se renovó integralmente en 2022, además del sistema de la alarma, y tres vigilantes, «se está trabajando en incrementar precisamente esa vigilancia de seguridad, porque no es lo mismo que esté a cargo de vigilantes de sala, ordenanzas y personal técnico, que de un vigilante de seguridad», abunda Pedregal. Y pone un ejemplo: «A veces, hay pequeños conflictos en recepción con visitantes que no guardan las formas. En concreto, tenemos últimamente a un personaje que aparece por aquí, alguien que no debe estar muy bien de la cabeza, que, por suerte, ya coincidió alguna vez con el vigilante de seguridad y, en cuanto lo vio, salió por piernas, pero a la gente de la recepción sí se enfrenta. Ve a una señora vestida de calle e intenta avasallarla cuando ella lo frena».

Pero la directora del Arqueológico se ha topado de bruces con un muro burocrático en el Gobierno del Principado: «Me consta que la Consejería de Cultura está defendiendo eso ante la consejería competente, que es Hacienda, porque el problema es que Cultura no tiene las competencias para contratar vigilancia. Y en esa lucha llevamos un tiempo».

Y, si a todo ello le sumamos que el Arqueológico aguarda el inicio de obras en sus cubiertas y su fachada, Pedregal no las tiene todas consigo: «Yo veía lo del Louvre y lo asociaba con lo que pasó en Notre Dame. Porque el incendio de Notre Dame fue a consecuencia de un problema que se dio durante una obra. Ahora, en el Louvre, también tienen una obra, con una escalera». Una coincidencia (o no) que a ella le roba el sueño: «El año que viene, vamos a meternos en una serie de obras. Eso significa que tienen que entrar y salir del Museo obreros y, si tú no tienes un persona de seguridad vigilando la entrada y la salida de esta gente, puedes enfrentarte a un problema, porque los ladrones pueden aprovechar esos momentos. Tienes el Museo abierto, con visitantes entrando y saliendo continuamente, pero, al mismo tiempo, tienes un trajín con las empresas, que a veces son muy informales. Entran y salen sin avisar a coger algo de la furgoneta ¿y quién controla eso? Estamos preocupados». El Bellas Artes también está en obras.

La respuesta del Principado

La Consejería de Cultura, preguntada por EL COMERCIO, garantiza la seguridad y vigilancia en los museos bajo su ámbito competencial, asegurando que «cada centro cuenta con los medios adecuados para preservar tanto el patrimonio como la integridad de visitantes y trabajadores». Desde este área insisten en que «la de la seguridad es una preocupación lógica como administración por la que trabajamos y mejoramos de forma constante».

Cultura especifica que hay dos modelos de contratación: instituciones como el Museo Arqueológico de Asturias o el Museo Barjola, la contratación corresponde a la Consejería de Hacienda, que ostenta las competencias en materia de seguridad; y otros del sector público como la Fundación Centro Niemeyer, la Fundación Laboral o el Centro Regional de Bellas Artes, contratan directamente estos servicios.

«Esta diversidad en los modelos de contratación responde a la estructura organizativa del Principado y permite una gestión eficiente, adaptada a las características de cada centro», señalan desde la Consejería de Cultura.

La Cámara Santa, blindada

Y mientras la gran pinacoteca asturiana se halla inmersa en la segunda fase de su ampliación, a muy pocos metros de allí, «la Cámara Santa permanece blindada», asegura Benito Gallego, quien este año celebra el medio siglo de su llegada a la Sancta Ovetensis, sus quince años como deán y una década como exorcista de la Diócesis.

También hace casi cincuenta años, la madrugada del 9 al 10 de agosto de 1977, un suceso conmocionó a Asturias entera: el expolio de la Cámara Santa de la Catedral. ¿Podría repetirse? «Cuando lo vimos, no lo podíamos creer. Nos quedamos en blanco. Fue tremendo, algo muy impresionante. Hombre, todo puede pasar, pero ahora está a prueba de voladuras», responde Benito Gallego, uno de los dos canónigos que descubrieron el robo de las joyas asturianas y que hoy es el responsable de velar por su seguridad. Entonces, no había ni cámaras y casi ningún impedimento que previniera lo que pasó.

Aquella aciaga noche, José Domínguez Saavedra aprovechó unas obras que se estaban realizando en el tejado de la torre románica y se coló en la Catedral. Se llevó las piedras de la Cruz de la Victoria y destrozó la de Los Ángeles y la Caja de las Ágatas. Un mes después de lo ocurrido, en Oporto, se confesó culpable ante la policía portuguesa. Cumplió cárcel y salió, para después cometer un doble asesinato.

Hoy Domínguez Saavedra tendría mucho más complicado llevarse cualquier pieza de la Cámara Santa: «Hay un circuito cerrado de televisión y varios vigilantes». Pero es que, además, «incluso si retuviesen a la persona que guarda las llaves y le quisieran obligar a abrir, no podrían, porque hay tres llaves sincronizadas», desvela.

«Nunca se sabe, pero creemos que, a día de hoy, está segura», concluye Gallego, que muestra su preocupación por otros bienes repartidos por capillas, ermitas e iglesias de la región: «Por su seguridad, lo que hacemos es custodiarlas en el Museo de la Iglesia y, cuando el pueblo celebra su fiesta patronal o una procesión, se las llevan y las vuelven a traer para garantizar su seguridad».

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