El historiador avilesino Pablo Alcántara. IÑAKI MARTÍNEZ
Pablo Alcántara, historiador

«Asturias fue un laboratorio fundamental para el aparato represor franquista»

Acaba de publicar 'La Secreta de Franco', donde revela las conexiones de la Brigada Político-Social con la Gestapo, el FBI y la CIA

Domingo, 5 de junio 2022, 22:09

Tras el golpe de Estado de 1936, la represión franquista puso en marcha todos los mecanismos a su alcance. Entre ellos, la Brigada Político-Social ( ... BPS), o Policía política, que –en palabras del escritor Manuel Vázquez Montalbán– era la «verdadera guardia pretoriana» de la dictadura. Ahora, Pablo Alcántara (Avilés, 1992), doctor cum laude en Historia Contemporánea, ha convertido su tesis doctoral en 'La Secreta de Franco' (Planeta), un libro de referencia que recoge años de investigaciones. Muchas de ellas, buceando en archivos de EEUU, porque «la Ley de Secretos Oficiales española es una vergüenza».

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–¿Otro libro sobre el franquismo?, ¿qué novedades aporta?

–Es el primero que trata sobre la Brigada Político-Social en todas sus dimensiones. Analiza, por ejemplo, sus relaciones con la Gestapo, la CIA y el FBI.

–En él asegura que fue el propio Himmler uno de los encargados de su adiestramiento.

–Sí. Himmler viene España en el año 40 y se entrevista con autoridades policiales y con Serrano Suñer. Y en el 41 nace la Policía política y toma como modelo a la Gestapo. También viaja a España Paul Winter, uno de los jerarcas de la Policía política nazi.

–¿Qué aprendieron de ellos?

–Winter les enseñó, por ejemplo, a torturar con electroshocks. Posteriormente, la CIA y el FBI empiezan a hacer experimentos con la tortura psicológica y con químicos. La Brigada aprende de ellos, además, a no dejar marcas en el cuerpo. Son muchos los jefes policiales españoles que viajan a EEUU para recibir cursos de investigación policial entre comillas, porque eran cursos de aprendizaje de la tortura.

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–¿Qué ocurre a la muerte del dictador?

–Que no solamente entraron en el aparato policial demócrata, sino que incluso ocuparon grandes puestos en la brigadas antiterroristas, participando luego en la guerra sucia, en los GAL, recibiendo condecoraciones...

–¿Otra Policía fue posible?

–Sí. Dentro de la Policía, había agentes demócratas, progresistas... Gente que quería un cambio y que reivindicaba los derechos humanos. Y lo que pasó es que muchos fueron detenidos, silenciados. Hay que tener en cuenta que los miembros de la Brigada eran expertos en reprimir movilizaciones, huelgas... Y hoy hablamos de una Transición pacífica, modélica, pero, realmente, fue una época de grandes luchas, y el Gobierno de UCD, con Martín Villa a la cabeza, temía que se le fuese de las manos. Utilizaron la violencia política para intentar mantener el orden y la paz social.

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–¿Qué pasó en Asturias?

–Asturias fue uno de los principales focos de resistencia contra la dictadura, así que también fue un laboratorio fundamental de cómo reprimir movilizaciones, detener a militantes antifranquistas, aplicar métodos de tortura como el rapado de pelo, como en el caso de Anita Sirgo. De hecho, no es casual que a Claudio Ramos –que fue jefe de la Brigada Político-Social aquí–, cuando ETA estaba en auge, le mandasen dos veces al País Vasco. Se había convertido en un gran experto en represión en Asturias durante más de treinta años.

–De aquellos polvos, ¿estos Villarejos?

–Totalmente. Todo el tema de las cloacas del Estado, de Pegasus... tiene que ver con la no depuración durante la Transición, con mantener a esos elementos reaccionarios, franquistas, nostálgicos, represores, en la Policía. Tampoco es casualidad que el famoso Villarejo fuese miembro de la Brigada y estuviese en todas las operaciones policiales turbias de espionaje en los 80 y los 90, con el PP, el PSOE, el Rey emérito...

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–Gerardo Iglesias y tantos como él siguen luchando por sentar a los torturadores en un banquillo... ¿Cómo lo ve?

–Este libro, aparte de enseñar a los verdugos, también es un intento de luchar contra la impunidad del franquismo y de homenajear a los luchadores antifranquistas. Yo creo que a los que están vivos hay que intentar llevarlos ante la justicia. Es una vergüenza que tanto la justicia española como el PP y el PSOE impidiesen que 'Billy el Niño', que murió hace dos años, fuese juzgado. Con los que ya están muertos, obviamente, justicia penal ya no va a haber. Pero, por lo menos, hay que intentar que haya justicia histórica. Al menos, 'Billy el Niño' murió siendo señalado como lo que fue: un sádico que torturaba a gente por sus ideas, su militancia. Es una pena que no terminase entre rejas, pero es lo que nos queda: que sean señalados.

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