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Todos bajo el hechizo de Jeff Toussaint
El hipnotista francés despliega en el Teatro Jovellanos lo mejor de sus artes de sugestión | Logró el asombro y el aplauso de un público de todas las edades, que llenó el coliseo y hasta se animó a subir al escenario
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Domingo, 5 de enero 2020, 01:52
En la víspera de la llegada a Gijón de los magos de Oriente para realizar su tradicional cabalgata, el Teatro Jovellanos acogía ayer la actuación de otro rey del ilusionismo avezado también a ser recibido en olor de masas allá por donde despliega sus asombrosas artes, el televisivo Jeff Toussaint y su espectáculo 'El Hipnotista', auténtico plato fuerte de la IX Semana Mágica. Como aviso a navegantes, comenzó advirtiendo que «la hipnosis no existe, es un estado natural en el que todos entramos». Según explicó, quedarse flipado ante la pantalla de un móvil o ver cierta televisión son pruebas de ello. Y la demostración real no la demoraría el mago francés que invitó a subir al escenario a todo el que quisiera vivir la experiencia.
Las tablas se llenaron de voluntarios. Apenas cabía uno más. «Brazos caídos, relajados y ojos cerrados» fueron sus instrucciones para iniciar un viaje por lo oculto de la mente. Toussaint les pidió que se concentraran en una imagen y que sintiesen los párpados sellados con un poderoso pegamento. Pronto y solo con un toque del mago irían desplomándose dormidos profundamente los primeros conejillos del experimento mientras el artista proponía a otros bajar del entramado para volver a sus asientos o para que salieran de la sala.
Poco a poco, el escenario quedó sembrado de ciudadanos durmientes. Algunos de los que aún quedaban en pie se derrumbaban tras recibir el toque mágico. Otros, los situados en las filas de atrás, tenían el privilegio de caer sentados en sillas. Sin nadie ya en pie, el maestro tuvo vía libre para manejar a su antojo la voluntad de los hipnotizados: les propuso usar a sus compañeros como almohada y le obedecieron. Luego, les convenció de que había vuelto la mili y ellos eran unos soldados a los que despertaba la retreta y debían levantarse y saludar. Lo hicieron cual ejército de zombies.
Con los hilos de su subconsciente bien cogidos conseguiría luego ponerlos a bailar claqué. A continuación, les dejó descansar, provocando un efecto dominó de cabezas durmientes. Cabezas a las que sugestionar de que estaban en una playa del Caribe y debían de cubrir con bronceador a su pareja, ponerse 'en plan' ante el paso de una presencia sexy o alarmarse ante la aparición de tiburones en la orilla.
Un mar, pero de risas, salpicaría el patio de butacas cuando los durmientes se pusieron a galopar en sus asientos como si estuvieran en el Grand Prize de Ascot. Más risas cuando les convenció de que tenían ante las narices billetes de 500 euros y una auténtica revolución cuando los lanzó al aire. Con las mismas artes y un supuesto muñeco de budú les harían sentir un polvillo en el ojo y unas inesperadas cosquillas. Esas y otras perrerías irían completando el repertorio de este espectáculo divertido sin duda e inquietante por lo que sugiere de los misterios de la mente, pero al que tal vez le falte un poco de ritmo y humor para librar al espectador no hipnotizado de la sensación de que se alarga demasiado. O tal vez solo sea pura ilusión, a juzgar por los aplausos del público.
El artista francés, afincado en España, ya había abierto las actividades del festival el pasado 18 de diciembre en un escenario especialmente propicio para vencer las dudas de los más incrédulos, el salón de actos de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Oviedo, donde tuvo ocasión de mostrar su doble faceta: la de profesional del entretenimiento, logrando magnetizar a unos cuantos alumnos y la de conferenciante, con una charla en la que, entre otros temas explicaría los tres tipos de hipnosis, sus ochos reglas o la aplicación de esta disciplina a la llamada 'magia inversa'.
Anoche en el coliseo gijonés la lección magistral que Toussaint traía en la chistera era puramente práctica, aunque no desaprovechó la ocasión de ilustrar al público acerca de algunas curiosidades de su especialidad artística. Conocido por sus colaboraciones en programas de televisión, cuenta la leyenda que ha ido tejiendo a su paso que se inició en los secretos de la hipnosis de manos de un maestro siciliano de las ciencias ocultas, el Sr. Soave, al que conoció en Venezuela siendo un chaval. De él aprendería los secretos básicos para provocar la sugestión en otros y con el tiempo, a base de mucho entrenamiento, para conseguir un poder que el propio hipnotista no duda en calificar como el de un 'jedi' de Star Wars. Ayer, desplegó la fuerza.