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«El buen artillero muere junto al cañón»

«El buen artillero muere junto al cañón»

La Basílica de Covadonga y el Seminario acogerán hoy eucaristías y la capilla donde reposan estará abierta para venerarlos Los beatos eran idealistas, «de familias cristianas sencillas y de clase humilde»

A. VILLACORTA

OVIEDO.

Domingo, 10 de marzo 2019, 02:20

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«El buen artillero muere junto al cañón», le había dicho su abuelo a Mariano Suárez, nacido en la parroquia entreguina de San Andrés de Linares. Y esa fue la frase que repitió al despedirse de su hermano. Porque, «al igual que sus compañeros, era consciente de que llegaban tiempos difíciles», detalla la causa de los nuevos beatos, que los dibuja como jóvenes idealistas y, como apuntó ayer en su homilía Angelo Becciu, «provenientes de familias cristianas sencillas y de una clase social humilde».

Una causa en la que, según la Iglesia, quedaron probadas tres cosas. La primera, que fueron asesinados por el odio a la fe. La segunda, que aceptaron su muerte. Y, finalmente, que perdonaban a quienes los mataban, como se desprende de todos los testimonios recogidos desde 1990, cuando el proceso arrancó, tal y como se cuenta del lastrino Ángel Cuartas Cristóbal, que «sabía que corrían peligro desde 1931, pero nunca quiso abandonar el Seminario». Y de Sixto Alonso Hevia, que «vivía muy al margen de las cosas de política». O de Jesús Prieto López, nacido en la parroquia de Santa María de La Roda (Tapia de Casariego), de quien su familiar Matilde García contaba ayer en la Catedral que «murió sin renunciar a Dios».

El riesgo era tal que, según relató su hermana Cecilia, Gonzalo Zurro ya «había llevado un palizón» en Figaredo en 1934, mientras que José María Fernández contaba a los amigos que «en el Seminario no podían salir al patio porque decía que les insultaban y les tiraban piedras».

También el más joven de ellos, el allerano Juan José Castañón, «dio pruebas inequívocas» de su vocación «contestando a algunas personas que se reían de él». Lo mismo que el mayor, Manuel Olay Colunga, a quien sus compañeros apodaban 'Noreña' «porque era un enamorado de su tierra natal» y que, cuando fue «apresado por ser seminarista, solía mandar en secreto este recado a su familia: 'Decid a los de casa que muero dando gritos a Cristo Rey'». Mientras que de Luis Prado García quedó certificado que, tras ser trasladado a Gijón, «le pegaron cinco tiros en el vientre y todavía dijo: 'Viva Cristo'».

Hoy a mediodía, la Basílica de Covadonga acogerá una eucaristía de acción de gracias presidida por Jesús Sanz y la capilla mayor del Seminario permanecerá abierta de 10 a 19 horas -cuando también se celebrará una misa- para que quien lo desee pueda venerar a los nuevos beatos.

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