Un Goya de saldo

El guionista Eduardo Bajo Ulloa empeña en una tienda de segunda mano de Vitoria el galardón que consiguió en 1992 por ‘Alas de mariposa’

Jorge BArbó

Martes, 27 de diciembre 2016, 07:34

Detrás del cristal relucen una trompeta, un viejo tocadiscos, cámaras reflex, collares de bisutería, la prominente cabeza de Don Francisco de Goya, que descansa sobre una peana en la que se puede leer Mejor Guión Original, 1991. Es el galardón que recibieron los hermanos Bajo Ulloa por el guión de su película Alas de mariposa y que ahora brilla en el escaparate de una tienda de segunda mano de Vitoria. La etiqueta reduce a modelo, marca y precio el máximo reconocimiento del cine español: 4.999 euros.

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Juanjo Puigcorbé y Verónica Forqué entregaron entre aplausos el Goya al mejor guión original a la película de los vitorianos, una de las triunfadoras de aquella velada del 7 de marzo de 1992. Algo menos entusiasta se mostró un jovencísimo Eduardo Bajo Ulloa al subir al escenario, con un traje con solapones y peinado a lo Spandau Ballet, como marcaba la tendencia de la época. Con un discurso tirando a poco épico, rayano en la desgana, agradeció el premio a los académicos y a «todos los que han colaborado en la película, que han hecho que la historieta que escribimos pareciera un buen guión». Y se largó con el galardón a casa, donde ha permanecido hasta estos días, cuando el cineasta ha decidido empeñarlo en un episodio que recuerda a uno de esos programas tipo Empeños a lo bestia, donde el personal en apuros trata de vender hasta las entretelas para conseguir liquidez.

Contactado por este periódico, Bajo Ulloa, que en los últimos años ha trabajado de camarero en distintos locales de la capital alavesa, rehusó ayer explicar qué motivos le han llevado a poner a la venta la estatuilla. Por su parte, los responsables de la tienda se escudaron en «la protección de datos» para evitar ofrecer cualquier detalle de la transacción, aunque no ocultaron la extrañeza con la que recibieron al cineasta cuando, hará unos quince días, se presentó en la tienda cargando con el cabezón. «Fue algo insólito», reconoce uno de los dependientes. «Lo hemos colocado en un lugar preferente del escaparate», destaca el trabajador, que asegura haber recibido «alguna que otra oferta» por la pieza.

Cada año, la estatuilla, que pesa unos tres kilos, sale de la fundición Esfinge de Torrejón de Ardoz, en Madrid, donde el escultor asturiano José Luis Fernández se encarga de cincelarlos por encargo de la Academia. Hasta su taller también llegan decenas de peticiones de particulares. Y él siempre responde con la misma lógica aplastante: «La única forma de conseguir el premio es hacer una película y que te la reconozcan». Bueno, eso o comprarla en Vitoria. Y lucir cabezón como una estrella de cine por 4.999 euros.

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